A dios gracias

La paz esté contigo
Rendidos a tus pies. Ser supremo, misericordioso que eres. Que nos inundas con tu misa pagana. Una religión difícil de igualar, que solo con un gesto nos hace otorgar más del diezmo, por más que en los bolsillos solo haya restos de migajas. Qué importa, si por vos damos todo, profesamos tu gracia en todo momento, nos sentimos plenos de orgullo por más que los inquisidores nos quieran hacer creer lo contrario. Qué saben ellos de nuestra comunión, de nuestras propias encíclicas. Y te acercas al altar y me siento posesionado por el demonio. Sí, el demonio. Súbditos concientizados de que las incoherencias son las que guían nuestro camino. Ese terreno sinuoso por el cual tuvimos que andar descalzos, desprovistos de herramientas para la supervivencia. Pero pudimos, no sé cómo se logró. Será tu bendición ancestral la que nos encolumna de una manera difícil de explicar. Atentos aquellos que visten pilcha de científicos: esta ciencia carece de todo esclarecimiento posible. Esa aparición es trascendental, como eje de retroalimentación. Vos Quilmes, bendito seas de gracia. Vos Quilmes que no pudiste sortear esa crónica de una muerte anunciada, pero resucitaste como muchas otra veces. Y que en ese intento nos diste dosis extra de electro shock, nos tuviste ahí. Y veo a esos paganos diseminados en esa iglesia centenaria. No me hallo y hasta llego a balbucear, «que decisión estupida».

Pero los gritos van con eco. Pegan en un sector y retruenan en el otro y me provoca un sentimiento de legitimidad. Porque mi carné con cuota al día me llevó a la local, pero los de enfrente, en su mayoría, pagaron. Asterisco no menor teniendo en cuenta un par de aspectos: el equipo no había contagiado
en la previa; hacía mucho frío; la TV lo daba en directo. Pero fueron, fuimos, estuvimos, estuvieron y alentamos, mamita. Sol resplandeciente después de tantas tormentas.

Te ofrezco mis miserias a cambio de tu bendición. La satisfacción será plena si el blanco si mezcla con el verde de ese césped en las ocasiones en que sea necesario. Entonces, Habemus Quilmes señores, el Papa del Nacional B van en busca de lo que nunca debió hacer sido, pero fue. Humo blanco, cuál otro, sino. Aura celestial con emociones de las fuertes, por los regresos, por la idolatría que se ha ganado un tal Tota García, por los Pac Man del mediocampo; los ángeles de Alsina y Lora; por un Ceballos más laborioso que en su anterior etapa, entendiendo de que su sapiencia es casi tan necesaria como los goles; con un Marclay abriendo la bandas como Moisés las aguas; por el retorno de Pontiroli (terminará siendo venerado, atenti), capaz de atajar en el arco del triunfo. Por todos, por mucho más, vayan a sus casas tranquilos, la bendición esté con ustedes. Ah, un tal Quilmes, más terrenal, ganó 2-0, la puta que lo parió. Perdón, perdón, cierto que en la iglesia no se puede insultar.

Fede Doval

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