Todo era negro hace unos meses, cuando el descenso, tan doloroso como anunciado, se había hecho realidad. El rompecabezas de Quilmes quedó desparramado y sus piezas se perdieron en un enorme pozo llamado desilusión. Fue una etapa más en la vida institucional del Cervecero. Muy triste, es cierto, pero una etapa al fin. El duelo por la pérdida de categoría llegó a su desenlace. Como tantas veces, la meta es que este paso por la B se sume al polvoriento baúl de los recuerdos lo antes posible. Para que esto suceda es necesario que este rompecabezas vuelva a tomar forma, tal como sucedió por última vez hace más de cuatro años. Hoy las 38 piezas yacen en cada uno de los desafíos que la temporada tiene preparados para este equipo. Es necesario ir de a una partecita por vez, con calma y seguridad, si se quiere que ajusten a la perfección. El Operativo Rearmado ya está en marcha.
Una victoria siempre aquieta las aguas, pero no hay que dejar de tener los pies en la tierra, ni perder la calma ante el mánimo revés en un torneo que promete ser muy duro. Es cierto que el triunfo ante la CAI no fue para alquilar balcones, que el equipo se vio algo impreciso y, en algunos momentos, superado por un rival de expectativas más bien modestas. Es bueno saber todo esto, aunque hay que ver también la mitad llena de este vaso: se consiguieron los tres puntos, casi no hubo sufrimiento y varios jugadores tuvieron rendimientos para destacar. Con un balance positivo, hay que encarar lo que viene con optimismo, sin perder la calma si a la media hora del próximo partido las cosas no salen como estaba planeado. No hay por qué negarlo: Quilmes es el candidato de todos. Es fundamental que esta presión de ser el máximo favorito desemboque sólo en una motivación extra y no es un factor negativo.
Hablando de lo que pasó de la línea de cal para adentro, fue muy buena la tarea de Pontiroli, en un retorno a la institución que seguramente va a cambiar unas pocas dudas entre los hinchas por aplausos mientras siga transitando este camino. Otro que aprovechó su vuelta fue Ceballos. El ex Talleres peleó cada pelota que le llegó y se las ingenió para ganar siempre por arriba ante los defensores rivales. Hablando de defensores, la continuidad de Walter García representa el mejor refuerzo posible en la última línea. Ofrece la posibilidad de contar con un central de nivel superlativo para una categoría en la que abundan los reventadores de pelotas profesionales. Siguiendo con las continuidades, Esteban García, Medina, Musto, González Bordón y compañía serán los abanderados de una camada de jugadores nacidos en el club, algo que tampoco se vio en estos últimos años. A todo esto se le suma las ganas de jóvenes como Schmidt, Alemanno y Senger, a quienes sus clubes de origen les dieron la espalda y quieren revancha. Lógicamente, no hay que dejar de lado a todos los demás que se sumaron al plantel y vienen a aportar lo suyo.
Sobra materia prima y también esperanzas para afrontar esta nueva etapa. Las piezas están esparcidas por todo el campeonato. No basta con hallarlas. Es necesario hacerlas funcionar. Pero para que todas vayan encajando es necesario tener a mano el pegamento más sólido y efectivo de todos: una enorme paciencia.
Ariel Caparelli