«Mirando el mundo alrededor, diciendo todo es diversión.» De memoria
esquiva, de dolores que yacen en un costado, la mirada ya no se oculta en
recovecos cómplices, ya pasó el período del relax al corazón, se siente, se
palpita, un aura envuelve el alma con otra dosis letal ya conocida, elixir del cuerpo, sustancia alucinógena de propiedades desconocidas, ¿místicas? Y sí, es una religión, con esa procesión impiadosa que tacha días, que mira el calendario de frente, nuevamente. Están ahí, los veo salir, una marea blanca estremece esa piel entumecida por el dolor de ya no ser, al menos por un tiempo. ¿Destino? Quizá. Pero los veo salir de blanco, uy, uy, uy, qué sensación. Me siento amo y señor, en ese verde de gloria. Y un grito me estremece. Lágrimas, no para mariconear, pero si para emocionarse. Esa sed de acostumbramiento, forma parte del archivo. Volvimos a la B, uy, la que la parió. Pero si el Morumbí nos quedaba a la vuelta de la esquina, pero si Miguel Caneo dribleó como a tres en el área y casi le ganamos al San Pablo.
Y ese grito de Vivas en Chile??? Pero los grandes no suben, vuelven. Y así será la historia. Para eso habrá que purgar la sanción en la segunda categoría del fútbol vernáculo. Pero hay un aroma exquisito. No me pregunten, pero me emociona. ¿Razones? Como me dijo un amigo, mi documento antes de decir argentino, reza nacido en Quilmes. Eso es todo. El debut me envalentona no sé si por las ganas y la sensación de ausencia o porque hay una fe ciega de que se puede. De que esa vuelta será posible, de que aunque vuelen palos por todos lados, la anarquía se puede controlar. O porque inexorablemente somos los más grandes de la categoría y eso da una chapa necesaria como para creer. Y además porque desde años a esta época, el equipo se armó con tiempo, a consciencia más allá de los gustos de cada uno.
Habrá rodaje previo al debut con los de Comodoro Rivadavia, sumado esto a
que los refuerzos de segunda línea, aquellos jugadores de relleno que incrementan tu presupuesto, pero no tu caudal de fútbol, por el momento,
palidecen en el intento. Léase, a mi criterio, Pablo Rodríguez, es un muy buen refuerzo.
Falta poco gente, a desenfundar las cábalas, a pensar en la comida de los
sábados, a copar el Centenario, ante la bulímica decisión de prescindir de los visitantes en los estadios. Y están esos vestidos de blanco en la punta de ese altar llamado Centenario y me miro con todos, al unísono, y creo ver un maravilloso mundo. Sale Quilmes, el protagonista, el que se envalentona con un grito, el que quiere derribar el mito de que la permanencia en la B es más dilatada que la presencia en la A. Estaremos, como siempre, y si los presagios no nos ayudan, una vez escribiré estas líneas. Porque Quilmes es el único motor de mi vida que no necesita nafta, se autogestiona. Y la puta que estoy nervioso, ya los veo entrar.
Fede Doval