TRIGECIMOPRIMERA FECHA – NACIONAL B 2007/2008
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Nueva Chicago |
0 | 0 |
Quilmes |
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De Olivera De La Canal Solabarrieta Méndez Matiuzo Scifo Lemos Zermattén Talín Martinuccio Nahuelpán DT: Ricardo Rezza |
Pontiroli DT: José María Martínez |
Amonestados: Walter García (Q), Talín (NCH), Ceballos (Q), Gorostegui (Q). Cambios: ST 0′ Giampietri x Musto (Q), ST 16′ Trombetta x Talín (NCH), ST 25′ Diego García x Alemanno (Q), ST 27′ Ruíz x Martinuccio (NCH), ST 33′ Vitali x Zermattén (NCH), ST 37′ Rodríguez por E. García. Arbitro: Cristián Faroni Cancha: BFerrocarril Oeste |
En un partido de nivel muy pobre, Quilmes volvió a desperdiciar una chance de acercarse a los equipos de arriba. Este empate en cero ante Nueva Chicago es la enésima demostración de que al Cervecero no le queda demasiada nafta en el tanque. La falta de actitud y la imprecisión fueron los protagonistas de la tarde en Caballito.
El cóctel de dos equipos necesitados no dio el resultado esperado, y el primer tiempo entró en escena cubierto de imprecisiones y desconcierto. Sin claridad ni juego asociado, Chicago tomó la iniciativa, aunque de nada le servía tener la posesión de la pelota de su lado, porque la totalidad de sus avances terminaba en movimientos torpes y descoordinados. Quilmes apareció firme en defensa. Es cierto que enfrente tenía un rival con atacantes apenas tibios, pero la línea de volantes compuesta por Musto, Guzmán y Esteban García no dejaba huecos para que el conjunto local se adelante en el campo.
Aún cuando se plantaba bien atrás y recuperaba la pelota con facilidad, al equipo de Pancho Martínez le costaba horrores hilvanar cualquier jugada en ofensiva. Se podría decir que —a los fines prácticos— la capacidad de Quilmes para atacar era inexistente. Así comenzaron a transcurrir los minutos de un partido decididamente malo y opaco.
Condicionado por sus obligaciones defensivas, Gorostegui no se proyectó en toda la primera etapa, dejando en claro que hay un abismo entre este lateral izquierdo y el que se vio en el ya lejano 2007. Por la otra banda, González Bordón se animaba ante los desaciertos del rival, pero en este caso el factor condicionante era su técnica para manejar la pelota.
En un panorama muy pobre, la búsqueda del mejor jugador de Quilmes hasta ese momento derivaba en un solo nombre: Olivares. El juvenil era el único que ofrecía algo diferente. Si bien en muchas ocasiones pecaba de individualista, parecía que sólo a través de su buen manejo se llegaría a concretar una situación.
Con poco más de cinco minutos para el entretiempo, el Cervecero prendió sus motores por primera vez. Sumando jugadores en el campo rival, presionando en la salida e intentando rematar al arco desde cualquier ángulo, fueron unos instantes en los que el visitante realmente se pareció a un equipo que tenía como objetivo ser campeón. El espejismo duró muy poco y la primera mitad terminó como empezó: con dos conjuntos jugando a nada.
Si hasta ese entonces el partido había sido netamente aburrido, resultaría casi imposible encontrar un calificativo para lo que sería la parte final. Ya desde el inicio, el nivel futbolístico siguió en su curva descendente y las acciones comenzaron a transcurrir casi exclusivamente en la mitad de la cancha, siempre con poca precisión y numerosos errores en el manejo.
La entrada de Giampietri por Musto pretendía resolver los problemas ofensivos de Quilmes, pero las cosas siguieron por el mismo camino que antes. Con Alemmano aislado del mundo y Olivares lejos de la pelota, la esperanza de obtener un triunfo como visitante se iba alejando.
El ingreso de Diego García fue el penúltimo intento de Pancho Martínez para buscar un poco de vértigo en el ataque. Al entrerriano no le costó mucho entrar en sintonía con sus compañeros, aunque su falta de efectividad frente al arco lo hizo dilapidar dos ocasiones de gol muy claras.
Ya Chicago no inquietaba en absoluto y Quilmes se volcaba hacia el ataque, desprolijamente y sabiendo que se jugaba una de sus últimas posibilidades en el torneo. La última ocasión de peligro para el arco local tuvo como protagonista a Ceballos, quien no pudo empujar hacia la red un centro rasante desde el sector izquierdo. Como en casi toda la temporada, el delantero estuvo a contramano de las acciones.
El pitazo final significó mucho más que el término de un partido paupérrimo. Para Quilmes, esta es una nueva posibilidad desperdiciada. De nada importa que Belgrano y Godoy Cruz no hayan podido ganar de local, porque este equipo no sabe cómo aprovechar su momento. Quedan sólo siete fechas y esperar que esto se revierta suena casi a milagro.
Ariel Caparelli