VIDEO DE LOS GOLES
Impresentable. Vergonzoso. Mediocre. Humillante. Degradante. Ultrajante. Y todos los adjetivos calificativos que usted le quiera agregar a este presente tan devaluado. Quilmes no es Quilmes. El Quilmes Atlético Club perdió la identidad, se la dejó robar. El Capo del Sur ya no es tal, simplemente deambula por un campeonato paupérrimo dando lástima cuando sale a una cancha. Cada vez lo sigue menos gente, solo un puñado de personas que, fin de semana por medio, buscan volver a las fuentes. Quilmes es un rejuntado de barrio que actualmente vive a la sombra de un Lanús que supo resurgir de las cenizas para transformarse en el club más organizado del país. Quilmes no es aquel que gritó campeón (lujo que se pudieron dar pocos) en la cancha de Rosario Central, no es aquel que llenó dos bandejas en la Bombonera y tampoco el que jugaba de igual a igual en cualquier cancha de la mano del tan cuestionado Gustavo Julio Alfaro. A Quilmes lo violan. A Quilmes le meten el dedo en el lugar donde cualquiera reaccionaría a las trompadas. Pero a Quilmes le encanta, se deja y lo disfruta. No lo sufre. No le molesta. Por algo hace un par de años se buscó a Héctor Veira. Por que Quilmes y el Bambino son tal para cual según la visión de nuestros idóneos dirigentes.
Decir que Quilmes acumula frustraciones no es mentir ni exagerar. Que duela. Que lastime. Así los encargados de conducir a la institución más grande del GBA se dan cuenta del daño que le ocasionan a los hinchas de verdad, a los que vamos por amor a la camiseta, a los que pase lo que pase, y juegue quien juegue, vamos a seguir poniéndole el pecho a los equipos de “elite” que nos quieren vender. Lamentablemente Quilmes tiene techo pero no tiene piso, por eso es todo tan imprevisible.
En el Cervecero no hay referentes futbolísticos, mucho menos dirigentes ejemplares. Omar Hugo Gómez, el mejor jugador de la historia del QAC, jugó su último partido con la Blanquita el 28/7/1990. Pasaron casi 20 años (¡!!!) y nadie pudo tomar la posta: Giampietri intentó pero el hecho de no cuidarse le jugó en contra. El Chori Domínguez (a mi juicio el mejor jugador que sacamos en los últimos años) traicionó al hincha. Braña fue un gran jugador pero no llega a la categoría de ídolo, y la lista sigue. Esto es Quilmes. Esto es lo que nosotros amamos tanto y seguiremos amando hasta el último día de nuestras vidas. Así nos tienen, besando la lona.
Del partido contra Instituto no hay mucho para decir. Nuestro “equipo” dio todas las facilidades y el de Jorge Ghiso tuvo la suficiente inteligencia para explotar al máximo las ocasiones que tuvo. La Gloria no perdonó y se llevó un triunfo de oro que le permite, después de dos derrotas consecutivas, meterse de lleno en la lucha por la vuelta a Primera. Instituto ganó merecidamente, aplastó a un rival timorato y, por momentos, desplegó un fútbol más que interesante originado en los pies de Diego Cardozo, la figura de la cancha, Jerónimo Morales Neumann y Alejandro Gagliardi, surcando la derecha. La cuota goleadora de Silvio Romero completó el combo explosivo. El conjunto cordobés demostró ser un EQUIPO, cosa que su oponente de turno nunca conseguirá. Ah, un dato importante: otro punto alto en la visita fue Julio Moreyra, ¿se acuerdan quién es, no?
Por suerte se terminó el ciclo de Alberto Pascutti al frente del primer equipo. Hay que decir que su labor dejó grietas por todos lados y sin dudas es el mayor responsable de lo que ocurrió. Su vocación al trabajo es inexistente. El equipo nunca tuvo variantes, nunca tuvo un estilo de juego identificable y siempre (salvo Ferro) se arrastró dentro del campo, incluso cuando ganó. Resulta complicado hacer una consideración seria cuando el trabajo del DT no tuvo justamente seriedad. Beto puso veneno en un vaso, le echó azúcar (con sus declaraciones) para calmar las aguas y terminó perdiendo con la mentira que él mismo armó. Está claro que desgastando los micrófonos con frases totalmente alejadas de la realidad (“tuvimos volumen de juego”, “se jugó muy bien”, entre otras barbaridades) no se ganan campeonatos ni se pelean ascensos. Reitero, Pascutti se enredó en su propio laberinto y se tuvo que ir por la puerta chica.
Le quedó muy grande el buzo de Quilmes. Con sus dichos subestimó el coeficiente mental del hincha y eso es algo que nunca se le va a perdonar. Mintió y contó con el apoyo de algunos, por que Diego García nunca tuvo un esguince de tobillo (si esto hubiese sido cierto era imposible que integre el banco de los suplentes) y por que Juan Manuel Herbella salió del equipo por una discusión interna, no por que vio mejor a Tucker. Cuando el defensor declara “a buen entendedor, pocas palabras”, expone los verdaderos motivos de la exclusión.
El fútbol es un estado de ánimo, de eso no hay dudas. Bueno, Alberto Luis Pascutti hizo mella (para mal) en el aspecto mental de alguno de sus jugadores y eso quedó evidenciado. Andrés Manzanares, titular en las primeras fechas, después de Almagro en Ingenieros dejó su lugar y estuvo casi una rueda sin jugar. Martín Quiles fue utilizado algunos partidos y luego, nunca volvió a ser tenido en cuenta. Rodrigo Soria, con su ingreso en Ferro y Aldosivi, parecía LA variante pero, sorpresivamente, quedó colgado, siendo un jugador interesante. Enzo Kalinski fue el mejor jugador del equipo, detrás de Morales, en las primeras 19 fechas y cuando daba la sensación que era inamovible, al banco o directamente fuera de los concentrados. El Pampa Hansen, de buenos rendimientos en los 2 partidos que jugó, fue tapado por Fideo Fernández. Martín Michel, ese enganche que venía de Tandil, habiendo pasado la prueba que le tomó el DT, se jodió en Almagro y, cuando volvió para hacer la pretemporada, se enteró que no iba a ser tenido en cuenta. Hizo debutar a Maxi Planté y a Adrián Toloza pero no los respaldó. Tampoco tuvo la valentía para remover a Pontiroli después del papelón en Córdoba. El “Giampietri y 10 más” fue lanzado para ganarse a la gente, que se ilusionó y defraudó en un abrir y cerrar de ojos. Manejos raros al por mayor.
De la conducción de Pascutti no se puede rescatar absolutamente nada. Hizo el 99% de las cosas mal, no estuvo a la altura de las circunstancias y los cinco partidos de la 07/08 fueron un espejismo. Para volver a Primera hay que trabajar y ser creíble; el Beto, no tuvo esas cualidades y fracasó. Las estadísticas son elocuentes. Y pensemos que andaba con ganas de continuar por que, según su particular puntos de vista, “los jugadores responden dentro del campo”. Espero que no volvamos a traer un director técnico de la envergadura de Pascutti. Basta.
De los jugadores se pueden decir cosas similares. Siempre anduvieron por el mismo camino y no salieron de el: jugaron mal desde la fecha 1 hasta la 27. El nivel de mediocridad toca límites insospechados. Seguramente ninguno de los “refuerzos” entendió de qué se trata vestir la camiseta de un club como Quilmes. Cuando estampan la firma en contratos prominentes, habría que darles un librito para que lean un poco sobre lo que supo ser el club y de la historia que tiene, por que podemos jugar en la C, pero la historia no se borra. Estos impresentables futbolistas pusieron su granito de arena para que ocurra lo vertido en el párrafo inicial.
Se sabe, en Quilmes hay fantasmas que cuando ocurren sismos siempre salen a la luz. Ésta vez no fue la excepción. Marcelo Pontiroli, arquero, capitán y referente del plantel, es, por decantación, el primer apuntado. El ex portero de Argentinos Juniors, además de estar cumplida su tarea en el QAC, dejó al desnudo que las predicciones no son su fuerte: antes de comenzar la etapa final dijo cosas como “estamos convencidos de que vamos a hacer una gran segunda rueda” ó “está todo dado para pelear el campeonato”. Igualmente fue un visionario al opinar, en la misma entrevista (20/1/09), que “van pasando los años y el cuerpo no es el mismo”. De eso nadie duda Marcelo, lo haces público todos los partidos. De yapa, se quiso trompear con un hincha que lo increpó pos Instituto.
Todos pensábamos que Herbella se iba a transformar en el caudillo que necesitábamos. La realidad nos dio un sopapo. El Doctor no está para defender la casaca de Quilmes en esas condiciones físicas y futbolísticas. Ramiro Fassi, otra estrella estrellada, puede retornar tranquilo a Central con un cartel que diga: “No cumplí el objetivo”. Andrés Manzanares fue humillado por Cardozo y dio pena verlo jugar, amén de querer demostrar calidad técnica para gambetear cuando no la tiene: perdió la pelota dentro del área en el segundo gol de ellos. Ricardo Aparicio ocupa un puesto clave en todo equipo y juega siempre mal, aunque es cierto, no se esconde. Es increíble como puede estar relegando a Kalinski. Roberto Bonet es, lejos, el peor jugador del equipo; saca varios cuerpos de distancia con respecto a los demás. Carretero sigue el rumbo del paraguayo y Juan Olivares, por ahí le anda. García, Morales, Luna y Almada son los más rescatables dentro del desastre. Pierguidi y Reggi (esta rotísimo) no existen.
Contra Instituto no dejaron todo en la cancha, eso se notó. El hincha se da cuenta. La camiseta de Quilmes pesa mucho, es una verdadera lástima que estos muchachos ensucien tanto el honor del club.
Ahora se viene Ricardo Kergaravat con el Chicha Velásquez, dos hombres de la casa y que trabajan en inferiores. Esperemos que se vengan los Santana, los Planté, los Toloza, los Narvay, los Gómez, etc. Es el momento justo para empezar a cambiar las cosas. Quilmes necesita de sus valores de divisiones inferiores. Que con Pascutti se vayan los que se tienen que ir y que jueguen chicos que quieran transpirar la camiseta del club, no cobrar un sueldo para pasar sin pena ni gloria.
Igual, Cervecero querido, dormí tranquilo, los hinchas de corazón vamos a seguir estando junto a vos.
FOTO DIARIO EL SOL