VIDEO CON EL RESUMEN DEL PARTIDO
Hay momentos en que optar por el silencio es la mejor alternativa. Las palabras, cuando la mano viene torcida, sacan afuera lo peor de cada uno. Muchas sensaciones se mezclan cuando el golpe impacta de lleno en el corazón. Quilmes no tiene vida, pero en vez de descansar en paz, tiene que seguir soportando maltratos.
Una de las mejores bandas del rock and roll nacional canta: “Lo que hay después de un espejismo es la sed al veneno más fuerte”. Y después del espejismo Pascutti en las últimas fechas de la temporada pasada, el veneno más fuerte que tenemos que tomar es el de soportar que se le falte el respeto a nuestro club. Vaya y pase que se lo falte un rival, eso está dentro de la lógica. Lo triste del asunto es que los que le faltan el respeto a Quilmes son justamente personas que están dentro de la institución. El hincha tiene derecho a expresarse, pero se llegó a un punto en el cual no dan ganas ni de elegir un título para la nota. La desazón llegó para quedarse, y pensar que faltan 9 partidos por jugar.
El Quilmes Atlético Club, Decano del fútbol argentino, se fundó el 27 de noviembre de 1887. En 1912 dio la vuelta olímpica por única vez en el amateurismo y en 1978 puso su sello en la historia grande, coronándose campeón del Metropolitano bajo la conducción de José Yudica. Entre otros, supo catapultar a Ubaldo Matildo Fillol, Daniel Bertoni, Humberto Maschio, Nelson Vivas y Julio Ricardo Villa. La suerte siempre le dio la espalda, por eso sus hinchas sufren más de lo que disfrutan. Igualmente, es el equipo con mayor popularidad en la zona sur del Gran Buenos Aires. J. T. Stevenson, creador de la institución, jamás se imaginó que, casi 122 años después, su gran amor iba a perder mucho de lo que él había querido pregonar.
Stevenson, como todos los hinchas de Quilmes, está triste y defraudado. Los dirigentes, por lo menos de los últimos tiempos, no interpretaron el mensaje, y eso se siente. Cree que todo se desvirtuó y sufre, partido tras partido, las penurias de su QAC. Nadie le puede discutir, por que tiene una vista privilegiada, mucho más eficaz que la de los que estamos acá abajo. Muchos deberían pedirle perdón. Muchos, que juegan con los sentimientos de miles de personas, deben avergonzarse por lo que le toca vivir a Quilmes. Por otra parte, sería bueno que los jugadores lean el párrafo inicial para que vean a donde están parados. La Blanquita les queda muy grande.
Las esquirlas del ciclo Alberto Pascutti retumban, como nunca, en el mundo Quilmes. El vaso se fue llenando lentamente y rebasó. La bomba de tiempo pasó de mano en mano y nadie se hizo cargo. Todos sabían que esto iba a suceder, pero ninguno tuvo la muñeca afilada para cambiar a tiempo y enderezar el rumbo de un barco en pleno naufragio. La explosión, después del papelón ante Instituto, se cobró la vida del entrenador, pero, como se esperaba, nada cambió, era demasiado tarde.
Darle a estos jugadores el rótulo de equipo resulta demasiado premio. Ya no existe análisis posible. Quilmes se sigue incendiando en el peor de los infiernos y cada rival que desfila termina haciéndose una fiesta ante la atenta mirada de quienes entran a la cancha para defender al Cervecero. En este caso, el peor promedio de la categoría bailó sobre los restos de la “Ferrari” chocada. Esa máquina que ingresó en un desarmadero y de la que hoy apenas quedan las migas.
Ponerse a analizar el partido en profundidad sirve solamente para hurgar en la herida. Ya con solo observar el compacto televisivo alcanza para tener una idea de lo mal que se jugó. Igualmente, hay que decir que Los Andes terminó ganando merecidamente. Javier Ruiz, árbitro del encuentro, no sancionó un claro penal que Walter Alcaraz le cometió a Juan Olivares cuando el partido comenzaba. Más tarde, tampoco cobró uno a favor del equipo local tras una mano grosera de Roberto Tucker. En una contra, Guzmán puso cara a cara con el arquero a Diego García pero el delantero entrerriano definió muy mal. Eso fue lo único rescatable de Quilmes.
Alberto Yaqué, con el olfato goleador aún vigente, tocó bajo y cruzado para abrir la cuenta. En el segundo tiempo, Cristian Vega y Marcos Brítez Ojeda, con un tiro libre magnifico, sellaron el resultado. Olivares fue correctamente expulsado por el hombre de negro, en la acción que derivó en la perfecta ejecución del capitán local, quien admitió luego del partido que “a lo último boludeamos un poquito”. Está claro: a Quilmes ya no lo respeta nadie. Además, ellos jugaron con media formación suplente por tener 6 hombres suspendidos.
Kergaravat hizo debutar al juvenil delantero Enrique Narvay. El pibe fue de punta y armó un tridente con García y Morales. Un remate suyo fue lo único que hizo el combinado en el ST. No pudo tomar contacto fluido con la pelota, pero siempre que la agarró intentó ir para adelante, eso es importante.
Es difícil tener puesta la camiseta de un grande como Quilmes y jugar 10 fechas sin pelear por absolutamente nada, pero la actitud no se negocia. El gran problema del equipo pasa por lo psicológico, eso es evidente. No sirve ningún tipo de trabajo táctico ni técnico por que estando mal de la cabeza todo lo demás queda relegado. El equipo se ideó mal por Pascutti, se trabajó de la misma manera y se plasmó en la cancha mucho peor. Un conjunto sin alma es el triste producto.
Lo peor que le puede pasar a un equipo es acostumbrarse a perder, y Quilmes va por ese camino. Recibimos 9 goles en 3 partidos (todas derrotas) y del puntero Chacarita nos separan 20 unidades, realmente increíble. Si bien no vale la pena evaluar rendimientos individuales, es conveniente empezar a ganar para no reducir el promedio. Falta para eso, pero esta situación asusta.
El esfuerzo que hace el hincha para ir infiltrado cuando jugamos en condición de visitante, los 65$ que debe gastar para poder ir a una platea y el tiempo que deja para ver al equipo, no son bien recompensados. Por que el adepto, a pesar de equivocarse en las urnas, merece otra respuesta. Lamentablemente el tiempo no se puede volver atrás, y ahora, cuando la soga asfixia, es imposible pretender seriedad y coherencia. En Quilmes, todos sabemos, eso no abunda.
Contratar a un DT con este presente aterrador seria ridículo. Con los jugadores que tenemos va a ser para quemarlo. Apoyemos a Kergaravat, que trabaje y que ponga pibes que sean la base del Quilmes que se viene. El futuro del club, aunque les incomode a algunos, debe estar puesto en las divisiones inferiores.
Para los futbolistas, de parte de un simpatizante de Quilmes desesperado: Los hinchas queremos que defiendan la camiseta a muerte, aunque no tengamos nada por pelear. Bastante han desprestigiado al club, por lo menos salgan a jugar con otra responsabilidad. Paso a paso van en camino a convertirse en uno de los peores equipos de Quilmes en el siglo XXI. Antes perdíamos finales, pero mínimamente llegábamos. Ahora nos vapulean los peores equipos de la divisional y no alcanzamos ni la promoción. Vergüenza deportiva es lo mínimo que tendrían que tener. Por lo visto, están muy lejos de eso.
Y si no pueden cumplir, déjenle la casaca a la hinchada que juega mejor…..
FOTO DIARIO EL SOL