Triunfo que marea

VIDEO CON EL RESUMEN

Ganar sirvió solamente para tener tres puntos más en la tabla de posiciones, porque el sabor de la victoria no modifica el análisis superficial de la cuestión. Ahora es donde debe relucir la inteligencia del hincha Cervecero para no dejarse engañar, para no comprar espejitos de colores que, a la larga, conducen al fracaso. Quilmes festejó por un blooper, sino estuviéramos hablando de una nueva frustración, una más en la larga lista. Este plantel merecía quedar como el peor desde que el QAC participa el Nacional B, y sólo zafó porque la cancha, cargada de agua, le jugó una mala pasada al bueno de Sergio Spraggón. Tuvieron suerte, pero desde el punto de vista moral, los encargados de defender nuestra camiseta continúan dejando mucho que desear. El simpatizante de corazón se incomoda cuando ve a su equipo haciendo historia de la mala, a los jugadores, si juzgamos por lo que muestran dentro del campo, les da exactamente lo mismo. Nosotros esperamos que esto termine rápido. Y para los que dudan de la credibilidad de quien firma esta nota, destacar la realidad (marcada con anterioridad) incluso habiendo ganado, hace más digna esta tarea.

Mientras el regalo de proyectos juveniles a equipos del exterior resulta cotidiano, dos muchachos surgidos de nuestra cantera, aunque no compartan la misma camada, le mostraron el camino del triunfo al resto de sus compañeros. Sergio Fabián Marclay y Enzo Kalinski no sólo comparten la cuna futbolística: también fueron desprestigiados por Alberto Luis Pascutti, el peor director técnico que tuvo la institución en los últimos años. Al Pájaro, como quedó sentado en la publicación pasada, se le rió en la cara y lo mandó a entrenar aparte. Al santiagueño de 22 años, cuando era figura y trascurría el mejor momento de su carrera, lo borró del equipo para darle rodaje a Ricardo Aparicio, uno de sus mimados. Más allá del halago contra Ferro, el verdadero motivo de la alegría debe pasar por la vuelta a escena de estos muchachos, quienes tienen mucho para dar de cara al futuro.

Antes de entrar en lo que fueron los 94 minutos de juego, destaco y reafirmo otro concepto: difícil es entender que pensaron los dirigentes cuando fueron a buscar a José María Bianco. Sus características ultradefensivas dificultan, mirando hacia la próxima temporada, el ascenso de Quilmes, que así no va a subir. Un DT que, de local, pone cinco defensores no se merece dirigir al Cervecero. Espero estar equivocado, pero con el Chaucha en el banco va a ser otro año tirado a la basura. Prendamos velas…

Ferrocarril Oeste se transformó, a lo largo del campeonato, es un rival especial para Quilmes, por distintos condimentos: junto con All Boys, es el único equipo al cual se le ganó los dos partidos en la temporada. En el encuentro disputado en Caballito (4-0), el equipo jugó el mejor cotejo del torneo. A lo largo de la historia, tanto uno como el otro fueron campeones en la máxima categoría del fútbol argentino. En el 82, Ferro le ganó la final del Nacional a Quilmes.

Hoy, casi 30 años después de aquellos tiempos de gloria, las realidades son totalmente distintas. Quilmes llegaba con la necesidad de ganar parar cortar una serie de ocho partidos sin victorias (tres empates y cinco derrotas). Ferro, pensando en la zona baja de los promedios, debía sumar para reafirmar el buen arranque que tuvo en la rueda final, donde se mantuvo invicto en los primeros siete.

Bianco decidió cambiar el esquema y puso en cancha un 3-4-1-2. Está claro que fue de mentira, porque Sebastián Luna y Claudio Corvalán, volantes extremos, en concreto son defensores laterales. Con respecto al empate frente a Unión hubo tres variantes: Roberto Tucker, Enzo Kalinski y el mencionado Corvalán ingresaron en lugar de Ramiro Fassi, Ricardo Aparicio y Nelson González, quien sufrió la vocación conservadora del técnico y tuvo que dejar su lugar. Por el lado visitante, Carlos Trullet empleó el mismo dibujo (común en todos sus equipos) y no dispuso variantes en relación a los que cayeron la semana pasada con Atlético Tucumán. El ex entrenador del QAC apostó al buen pie e incluyó a futbolistas de buen trato, como Vicente Monje, Lucas Nanía, Federico González y Maximiliano Castano.

Con un planteo trabajado y con solidez defensiva, Ferro logró imponer el ritmo en el medio y Quilmes, perdido en ese sector por la poca contención de Marcelo Guzmán y de Kalinski, aguantó los embates. A los 6´, y luego de una combinación de toques por la izquierda, Monje pisó el área y dentro de ella no alcanzó a definir. En la réplica, el dueño de casa avisó con un disparo de Juan Olivares que se perdió por arriba del horizontal. El pibe de Wilde, a pesar de ese ataque, tenía dificultades para adueñarse de la pelota y el equipo lo sufría porque era el único capaz de abastecer a los hombres de punta. El Verde inquietó otra vez por la izquierda tras un contacto profundo entre González y Nanía (¿jugará en Quilmes la próxima temporada? Según un medio partidario es posible) que culminó con un remate perdido. Marcelo Mosset, con un tiro libre potente, le quemó las manos a Matías Giordano, que respondió bien.

Los dos volantes centrales del Cervecero, con corte y distribución, recuperaron el medio y emparejaron un partido que estaba levemente inclinado para el lado contrario. Kalinski, sobre los 26´, bajó con el pecho un centro de Corvalán, ingresó al área y, de zurda, definió sin puntería cuando Michael Etulain, arquero visitante, achicaba. A Quilmes le costaba hilvanar acciones y, ante la apatía de Olivares, creció la figura de Marclay. El 7, mal acompañado por Juan José Morales, se las ingenió para moverse con criterio por las bandas y mostró que aún sigue vigente. El anfitrión no pudo llegar más.

Los de Trullet contaban con la participación activa de Monje y en sus pies nacían los ataques. La apuesta de jugar por abajo daba resultados pero, al igual que en Quilmes, faltaba el toque final para definir todo lo que se concretaba. El despliegue de Corvalán y la seguridad de Giordano fueron puntos altos dentro del equipo local.

Ya en la etapa complementaria, cuando el partido se despabilaba, Quilmes encontró el gol casi sin buscarlo. Gonzalo Castellani, en posición de 5, tocó atrás para Spraggón. El central, sobre el sector derecho de la defensa y en la puerta del área, quiso despejar el peligro y cuando buscó el rechazo se resbaló. Marclay, que presionó la salida, capitalizó el obsequio y, cara a cara con Etulain, acomodó a una punta y gritó su tercer gol en dos encuentros. El Pájaro, de esta forma, se afianza como el segundo goleador del elenco, con cuatro conquistas. Hay algo que está más que claro: a Spraggón le tiemblan las piernas cuando ve la Azul y Blanca. En el partido de la primera vuelta marcó un gol en su propio arco para abrir lo que terminó con una goleada y el sábado patinó feo. Y bueno, para que no entren en la parte negra de la historia, se “solidarizó” con sus colegas quilmeños.

Trullet metió mano pero los cambios no fueron productivos. A su equipo le faltaron ideas para atacar y todo quedó en intentos aislados de Monje, que estuvo solo a la hora de crear. Para fortalecer el medio, Bianco colocó a Diego Sequeira (volvió luego de una ausencia prolongada) en reemplazo de Olivares y armó el 4-4-2 que tanto le gusta. Ferro no llegó con contundencia y Quilmes se defendió con la pelota. Otro error repetido fue cometer demasiadas infracciones en las inmediaciones del área. La visita no pudo sacar provecho pero como se marca mal, en ese y en todos los aspectos, no es recomendable darle opciones al contrincante. Para ganar minutos, el Chaucha metió a Enrique Narvay y a Jorge Medina para que salgan Marclay y Guzmán. Llama la atención el ingreso tardío de Oscar Altamirano, goleador Verdolaga con nueve tantos.

Como no podía ser de otra manera, la inseguridad defensiva le dio a Ferro una chance que, de milagro, no terminó en el gol del empate. Huecos por todos lados y Diego Tonetto, por la izquierda, asistió a Nanía, quien entró al área y mandó un centro bajo que nadie pudo aprovechar. Sin embargo, por el segundo palo y libre de marcas, apareció Altamirano, que, girando sobre su propio eje, chutó (¡!que término antiguo!!) apenas por arriba. Después de tanto tiempo, para ganar había que sufrir hasta el último momento. Ariel González, encargado de impartir justicia, cerró el partido y redondeó un impecable trabajo.

Quilmes volvió al triunfo. Un triunfo que se merecía la gente, que a pesar del frío y de la lluvia, se hizo un lugar para ir a apoyar a la camiseta, la cual fue dejada en offside por la pésima campaña. Ahora, con el receso a la vuelta de la esquina, es importante que los hinchas tomemos conciencia para que el árbol no nos tape el bosque. Seguro los dirigentes vendrán con el pescado podrido de siempre y los 15 refuerzos estarán al caer. Casualidad o causalidad, seis meses atrás, en aquella soñada tarde en el barrio porteño de Caballito, con actuación superlativa, nueve de los catorce futbolistas que jugaron eran surgidos de las divisiones inferiores.

FOTO WWW.QUILMESDEPORTIVO.COM.AR

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