Arrancaba un nuevo sueño, una nueva ilusión. Pero, finalmente, el pie no pisó el acelerador. Todo cansino, muy tibio. Cualquier parrillero de barrio diría que a éste “pedazo de carne” le falta mucha cocción antes de estar a punto. A Quilmes lo sacaron antes del horno y salió a jugar al tun tun, con pocas herramientas para descerrajar el enigma, con algunos mínimos argumentos. El Cervecero se presentó ante su gente y, cuál alumno de colegio secundario, esgrimió el viejo y famoso “estudié pero no me acuerdo”. No estuvo a la altura de las circunstancias, a pesar de haber sido la primera fecha del campeonato. Es cierto, se puede mejorar, pero nuestro equipo dejó al desnudo ciertas falencias que dan lugar a todo tipo de dudas.
Poco se sabía de Boca Unidos, más allá de que venía con el rotulo de haberse comido crudo el Torneo Argentino A durante toda la temporada pasada. Entre sus filas, algunos apellidos con trayectoria y el objetivo claro de luchar para mantener la categoría. Los correntinos, en sus 82 años de vida, nunca habían participado del Nacional B. Era el debut absoluto en la divisional, nada menos que ante Quilmes, equipo que se encarga de otorgar licencias a todo aquel que visite sus huestes. Y ésta no fue la excepción a la regla…
El cotejo amaneció trabado en el medio y con poco virtuosismo. De entrada, con el impulso de las almas que coparon el Estadio Centenario, Quilmes, con el 4-4-2 característico de Bianco, apretó arriba, pero fue todo tan efímero que Néstor Villalva, volante central visitante y una de las figuras de la tarde, impuso su ritmo en cada pelota que pasó por su puesto. Sin embargo, ambos equipos carecían de generación. Por un lado, ni Juan Olivares, ni Maximiliano Planté se adueñaban del esférico; por el otro, Mariano Monrroy participó poco y tampoco contó con el apoyo de los carrileros. El partido pagó las consecuencias: desprolijidad abundante e imprecisiones por doquier. La primera aproximación se originó tras un pelotazo largo de Walter Alarcón que partió hacia la posición de Antonio Medina. El delantero le ganó la espalda a Walter Ribonetto y remató desviado.
A pesar de la llegada, la intención de Boca Unidos era aguantar lejos de su meta y, en la medida que Quilmes se lo permitiera, buscar el arco defendido por Emanuel Tripodi. El trámite le calzaba justo, porque el local no le veía la cara a Leonardo Díaz y, además, le costaba hilvanar acciones de riesgo. Hasta ahí venía todo tranquilo, aunque Miguel Ángel Benítez, por lesión, debió ser reemplazado por Marcelo Gutman. Frank Darío Kudelka, director técnico del rojiamarillo, optó por mantener el esquema 3-4-1-2 del inicio.
Lento, de a poco, en el dueño de casa comenzaba a crecer la figura de Francisco Cerro, quien aportó claridad dentro del desconcierto general. También se sumó Marcelo Guzmán, otro que intentó levantar la cabeza. Por momentos, desde la defensa, se abusó del pelotazo. Y en ofensiva, Enrique Narvay y Mauricio Carrasco eran apenas dos buenas intenciones con nula nitidez. Claro, como si esto fuese poco, Olivares y Planté seguían inconexos. Quilmes le facilitaba el trabajo a su rival y, como ocurre a menudo, cuando debe asumir el protagonismo, falta a la cita.
A los 24´, un aperitivo: Olivares, desde el centro, abrió para Narvay, quien orientó su corrida en dirección al área. Con la mente clavada en Díaz intentó penetrar, pero fue obstaculizado por Alarcón. La pelota quedó muerta y al choque fueron Cerro y Villalva. Pierna fuerte y otra vez el cuero en poder del atacante surgido de las inferiores, que, cayéndose, sacó un tirito. Carrasco, con movilidad por todo el frente de ataque, tomaba contacto con la pelota, aunque se mostró dubitativo a la hora de encarar en velocidad.
El ex Estudiantes de La Plata tuvo a su merced una chance clara que no supo concretar. Ribonetto salió largo y, en aparente posición adelantada pero beneficiado por el cabezazo previo de Juan Pablo Cárdenas que lo dejó habilitado, quiso darle de aire y le pifió. Igual le volvió a quedar: llegó al fondo por la derecha y, con el revés de su diestra, intentó buscar el palo cubierto por el arquero, que tapó bien.
Ah… Sobre el final, Olivares salió lastimado y no pudo continuar en el segundo tiempo (“fue un rodillazo”, dijo el volante). De su tarea poco se puede mencionar. Fue, midiendo con la vara de la generosidad, mala. Perdió gran parte de las pelotas que tocó, cayó en otras tantas y no cumplió en su (único) mandato de buscar algo diferente en ofensiva. En su lugar entró Miguel López, quien se presentó en sociedad.
El complemento no cambió, o mutó a favor de los correntinos, que castigaron con ataques por los costados. Con un lanzamiento desde la derecha de Gabriel Correa que encontró la cabeza de Medina, Boca Unidos besó la apertura del marcador. Minutos después, tras la salida de un tiro de esquina, Alarcón se impuso en las alturas y su testazo salió cerca.
Quilmes se fue acomodando con el correr del reloj y, desde los 8´, quedó con un hombre más por la expulsión de Gutman, que se fue por doble amonestación. No obstante, la superioridad numérica no se notó en ningún momento. Bianco recurrió al banco de suplentes y puso a Ramón Lentini en lugar de Planté. El misionero se metió entre los centrales, pero no participó. A falta de diez minutos, Leopoldo Gutiérrez sustituyó a Carrasco. Y la otra variante fue de dibujo táctico: chau las dos líneas de cuatro y 3-4-1-2, con Corvalán y López por las bandas, Narvay de enganche y los dos puntas ingresados.
Nada produjo la levantada. El Cervecero jamás logró encontrar los caminos para vulnerar la firme defensa de Boca Unidos y esbozó levemente en una acción que Narvay no llegó a definir abajo del arco. ¿Cómo salió el partido? Si, amargo empate en cero.
El QAC, a juzgar por lo que se vio en el verde césped, parece ser un conjunto desequilibrado. ¿Se armó bien este nuevo proceso? ¿José María Bianco eligió bien los refuerzos? Eso se verá con el correr de las jordanas. Lo tangible es que se puso demasiado énfasis en la parte de atrás, pero se descuidó en demasía un factor fundamental: el peso ofensivo que todo intérprete con aspiraciones debe tener. Y peso ofensivo no incluye sólo a los delanteros, sino también a los encargados de generar fútbol. Por decisión propia o por imposición/inducción directiva, el entrenador de Quilmes incorporó sin tener dimensión de los efectos colaterales que abarca el desbalanceo de las líneas. Una estructura férrea y sin gol es como la manta corta de Tim.
Por otra parte, como en reiteradas notas de la 08/09 se ha expuesto el poco acompañamiento de los hinchas, ahora hay que resaltar la concurrencia y el marco que ofreció el estadio. Ojalá que se pueda mantener en el tiempo, sea cuál sea el contexto deportivo.
Esto recién se inicia, hay que tener paciencia. Mientras tanto, habrá que ir buscando una identidad que hoy parece lejana…
Aquí, otra sensación: atención con Tripodi. El arquero, al igual que frente a Lanús, se complicó (y mucho) cuando vinieron centros, no salió a cortar, y dudó demasiado. Ayer sacó mal con los pies. Y, sin que le hayan pateado, tuvo un flojo estreno. A mejorar.