El punto sirve

Todo Quilmes quería ganar. Para eso se trabaja a lo largo y a lo ancho de la semana, era la idea, con el agregado que la victoria ante Aldosivi resucitó hasta los muertos, a aquellos que creían que para ver ganar al Cervecero jugando bien había que esperar, mínimo, 150 años. El dulce de la semana pasada tenía, en el fondo, un gusto raro. El partido dejó la sensación de ver fútbol con sólo once jugadores dentro de la cancha, o al revés: once futbolistas que fueron once porque borraron a los once del otro lado (lindo trabalenguas) con la receta del juego al ras del piso. Sin embargo, quedó claro que esto se disputa con veintidós protagonistas, y que lo del Tiburón fue un espejismo, algo que no ocurre a menudo. Así lo hizo sentir Gimnasia y Esgrima de Jujuy, un conjunto que se transformó en una mancha indeleble. Por ende, en un campeonato largo, hay que luchar cada unidad como si fuera la última. Por eso, el punto sirve.

José María Bianco, en la previa, avisó que iba a ser “un partido complicado” ante un rival al cual catalogó como “candidato”. Y no se equivocó. Gimnasia vino a Quilmes con el mismo librito que traen los equipos que visitan nuestro recinto, uno que se titula “Vamos a ver qué pasa”. Bajo ese postulado, el Lobo se plantó en el Centenario. Héctor Arzubialde, director técnico jujeño, planificó en su cabeza un desarrollo que se condijo con la realidad, por ese motivo al QAC le costó romper el piquete que propuso el elenco norteño. Con el correr de los minutos fueron pasando las hojas y en ningún momento el dueño de casa interpretó la trama. Como consecuencia, un ejemplar sin motivo.

El arranque entusiasmó, sobre todo porque Quilmes intentó imponer el ritmo, pero el globo se pinchó rápido y de lo lírico se pasó a un trámite de pico y pala. Por los costados, Martín Seri y Claudio Corvalán no lastimaron. En el centro, Marcelo Guzmán y Francisco Cerro, descolocados, retrocedieron con lentitud y a sus espaldas se generó lo mejor de Jujuy. Miguel López, el llanero solitario, fue con una causa pero se volvió sin la consecuencia. La defensa, en líneas generales, cumplió. Que Emanuel Tripodi, quien abortó dos situaciones claras de gol, haya sido la figura del encuentro marca una tendencia. En ofensiva, lo de Mauricio Carrasco y Leopoldo Gutiérrez (muchas ganas, cero argumentos futbolísticos) se resume en una palabra: apatía. El héroe de la fecha tres se escondió por detrás de su marcador y nunca se mostró como opción de pase. Su aparente velocidad y desfachatez para encarar aún no salió a relucir. El ex Godoy Cruz…

Quilmes no jugó bien, en gran medida porque Gimnasia se lo impidió. El Cervecero, tuvo una clara a través de un cabezazo de Corvalán en el inicio del cotejo. Después, hechos aislados. Por ejemplo, un tiro de Gutiérrez que no llegó a destino. Y Gimnasia, en silencio y de la mano de Jorge Luna, vulneró el surco que quedó entre la posición de Walter Ribonetto y Juan Manuel Herbella. Además, fue inteligente para explotar las desatenciones del local.

Arzubialde tapó los costados (arma letal frente a Aldosivi), rodeó a los socios de López, terminó con un 4-5-1 y, a pesar de haber sido cauteloso, casi se lleva los tres puntos. Una nueva muestra de que a Quilmes, en el Centenario, lo respetan. ¿Por qué tan mezquino lo del visitante? Es difícil de explicar. Evidentemente la parda era bien vista de antemano. Lo raro es que los jujeños sumaron poco (ahora tres de doce) y podía especularse con otro tipo de filosofía. De todas formas, como suele suceder, los conjuntos del QAC (sea quién sea el DT) no saben jugar ante estructuras que se cierran atrás, y ese es un problema, porque nadie sale a atacar en nuestra cancha.

El empate representa un punto, pero deja tela para cortar. Primero porque la identidad (término importante en esta etapa) se va conformando. El equipo muestra atributos interesantes, que van rumbo a ser característicos: se intentó ir por abajo y cuidar la pelota, aunque no se administró con eficacia. Claro, el ingreso de Facundo Sava tentó a buscar por arriba ya en la agonía del encuentro. Bianco está encontrando una línea de trabajo, y, por lo visto hasta ahora, los jugadores captan el mensaje. Te puede salir bien o mal, pero ayer, lejos de brillar, se mantuvo el orden. Ahí recae la máxima virtud.

Quilmes aún no es un equipo en su máxima expresión. Necesita hallarse, seguir puliendo la idea. Los buenos resultados apoyan la adaptación, aunque en cuatro partidos no podemos hablar de configuración definida. El sueño, hoy, es prematuro. Recién cuando se saque el Documento Nacional de Identidad podrá levantar vuelo. La ilusión del hincha es ingobernable, de eso se vive, pero querer quitar los pies de la tierra sería un error. El contorno pareciera estar, ahora hay que ratificar y ver cómo se para el Chaucha de visitante, sobre todo en las fuertes localías del interior.

La experiencia del fondo es vital, el cimiento perfecto. Ribonetto rechaza y se para con mucho oficio, Herbella es la voz de mando y Germán Noce, sin desentonar, cumple. No es casualidad que Quilmes tenga el arco virgen. La labor de Tripodi fue de menor a mayor, a tal punto que se transformó en el arquero profesional con mayor tiempo de valla invicta desde su debut en el club, con 360 minutos. El entrenador debe sonreír porque en su pensamiento, la solvencia para defender es un sostén clave. Y no hay nada mejor que afianzar el juego de atrás hacia adelante. También vale decir que, cuando el oponente ataca con jugadores veloces, se desnuda la lentitud de los marcadores, quienes por ahora tapan los huecos con años de profesión.

Otro argumento alentador: la seriedad con la cual se desenvuelve Bianco y su cuerpo técnico. Con este comienzo se pudo observar que el Chaucha, un hombre que plantea con poca agresividad, supo encontrar el equilibrio justo para quedar siempre compensado, lo cual posibilitó fiereza y alto voltaje. Después, todo es opinable. Pero el formalismo del DT es de complejo rebatir. Luego de procesos payasescos (teléfono, Beto), cabe destacar lo susodicho. A continuación, algunos números complementarios…

Desde que Bianco retornó a Quilmes, dirigió 12 juegos: ganó cinco, empató cinco y perdió dos. Mantuvo la meta en cero durante ocho partidos. A su equipo le hicieron seis goles y anotó once. A partir del 24/5/09, ante Unión, se hilvanó una racha de nueve sin conocer la derrota (cinco victorias y cuatro igualdades), siete en casa sin caer (dos y cinco) y tres de visitante con sumatoria (sendos halagos).

foto www.quilmesdeportivo.com.ar

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