Un paso importante

Gabriel Anello es un ejemplo para los jóvenes que estudian periodismo. Un ejemplo de lo que no hay que hacer. Así como en cualquier profesión pueden surgir espejos, o referentes a seguir, hay, por otro lado, personajes que sólo se destacan por su cara oscura. Ocurre en todos los ámbitos de la vida. La herramienta principal (y sagrada) del periodista es la credibilidad. Cuando el receptor informativo cree en la persona que comunica se genera una confianza que deriva en un intercambio atractivo; cuando un individuo que se dedica a formar opiniones no es creíble, su tarea se vuelve tan absurda como insostenible, salvo que cuente con un enorme apoyo proveniente de las altas esferas. Y atención: no siempre los que trabajan en los grandes medios son los que tienen mayor capacidad intelectual. La cobertura existe. En muchos casos, aquel que es amparado por el “ángel protector” termina esclavizado. Aunque lo grave es que esa esclavización sea con el consentimiento del esclavo. A saber: el esclavo, consciente, acepta la misión de quien lo somete. Cuando el cúmulo estalla, se desatan acontecimientos carentes de felicidad. La denuncia que Anello hizo en El Show del Fútbol, interpretada en un capitulo del Chavo del Ocho, haría picos de rating. Así, las computadoras de IBOPE (Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística, que, a pesar de ser una empresa de Brasil, posee operaciones en Argentina, donde mide el rating) reventarían.

En declaraciones que hizo en Radio FAN (103.9), Anello tocó el tema y explicó que José Luis Meiszner lo mandó “a la cabina 22, que está al lado del baño” porque él había hablado mal de la atención del Departamento de Prensa de Quilmes. Además, agregó que la actitud que tomó la personalidad más influyente en la vida política del Cervecero le traía recuerdos de la dictadura militar, por el nivel de autoritarismo. Si bien la pluralidad en el club es dudosa, Anello no es el hombre indicado para levantar la bandera de los derechos humanos. Sin ir más lejos, el año pasado, en un entredicho virtual que tuvo con un ex juez de línea de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y con su hijo, ambos pertenecientes a la comunidad judía, Anello, según una nota que publicó Gustavo Veiga en el Diario Página/12 del 3 de mayo de 2009, habría escrito en Facebook: “Hitler debió haber vivido 10 años más para terminar la obra”. Alcanza con escribir su nombre en cualquier buscador de internet para saber qué clase de individuo arremetió contra la institución. ¿Algo más? Si. Las casualidades no existen. Anello conduce el programa Ascenso por La Red que se emite, por supuesto, en Radio La Red, que es propiedad de Daniel Vila (en sociedad con José Luis Manzano), quien, a raíz de la estatización del fútbol, se enfrentó con Meiszner. El grupo del presidente de Independiente Rivadavia también posee el canal América, donde Anello, además de guiar el ciclo Ascenso por América, es panelista en El Show del Fútbol. El círculo vicioso cierra a la perfección. Después, asentir la credibilidad de Anello corre por cuenta de cada lector…

De todas formas, la respuesta que envió la Mesa Directiva del Quilmes Atlético Club fue pagar con la misma moneda. Y eso, más allá de la bronca, perjudica al club y le da relevancia a las acusaciones que se lanzaron tras el partido con San Martín de San Juan. El camino no es retrucar las palabras de Anello en forma “violenta”, sino actuar directamente por otras vías. Se hubiese evitado la contestación oficial si el accionar hubiera apuntado de entrada a cortar el asunto de una manera convencional. La postura de Quilmes no ayudó a calmar las aguas.

Con respecto al cotejo ante Olimpo, podría decirse que el Cervecero ganó un duelo de esos que te marcan la campaña en caso de conseguir el ascenso. El equipo ya demostró que sabe cómo jugar de visitante, pero faltaba una actuación sólida en el Estadio Centenario. Para los que le dan lugar a las premoniciones, aún aparecen señales positivas. Jorge Ghiso decidió cambiar el dibujo táctico y la movida le volvió a salir bien. Cuando le pedían a gritos que pusiera un delantero más desde el inicio, Vitrola, que prefirió trasladar un volante para acompañar a Mauricio Carrasco, tiró un pleno en la última línea. Arriesgó en la defensa, donde ningún entrenador se anima porque cualquier error se puede pagar muy caro. No sólo confió en las cualidades técnicas de Nicolás Agorreca, sino que además le asignó la marca de Alejandro Delorte, el atacante más importante del elenco bahiense. Es destacable: el debutante borró al Flaco de la cancha, no le dejó espacios para que se moviera con comodidad y limitó su participación a algunas tibias intervenciones. La firmeza del fondo, más la solvencia de Emanuel Tripodi, resultó clave para cimentar el halago.

Como expresó Ghiso después del partido, para acercar peligro al arco contrario primero hay que dominar el mediocampo. A partir de ahí se puede hilvanar el funcionamiento ofensivo. “No sirve de nada poner dos o tres delanteros si primero no logro tener la pelota en el centro”, agregó el entrenador. La diferencia entre un tiempo y el otro quedó establecida a partir de la tenencia del balón. En ese rubro, la primera mitad favoreció a un Olimpo que, sin llegar a ser profundo, se las arregló para copar la parada. Cuando Quilmes dispuso del arma fundamental del fútbol se transformó en un equipo peligroso, que fue capaz de lastimar. La figura de Sergio Meza Sánchez es fundamental: el Checho no se cansa de recuperar pelotas, es el equilibrio entre la defensa y el ataque y clarifica todas las acciones que pasan por su posición. Pablo Garnier, como todo el Cervecero, creció en el complemento, mientras que Francisco Cerro también se acomodó. Como consecuencia, el Decano comenzó a incrementar el nivel, aun sin la participación activa de Miguel Caneo. El Aurinegro se quedó y Quilmes acertó.

Ghiso sacó a Sebastián Battaglia, que venía perdido, y puso a Facundo Sava. Fue la gran decisión de la noche. El Colorado cambió el partido. En pocos minutos demostró que la experiencia a veces puede suplir el desgaste físico. Y el destino le hizo un guiño. Delorte rechazó de cabeza, rebotó en la nunca de un compañero (¡jugada nunca vista!) y el ex Racing, con los cubiertos y la servilleta, la acomodó en el fondo de la red. Parece fácil, pero hay que estar ahí, en el momento justo. Desde que llegó a Quilmes, Sava convirtió seis goles: sólo dos los hizo jugando de entrada; los cuatro restantes fueron ingresando como suplente. Completó su buen trabajo con una asistencia que dejó mano a mano a Carrasco, se comprometió con la causa y, de yapa, molestó al defensor de Olimpo en la jugada del panal.

Quilmes doblegó a un adversario importante, que seguramente va a dar pelea hasta el final. El triunfo fue justo y elaborado. Siempre hay que ganar, parece una obviedad remarcarlo, pero frente al Aurinegro era especial porque había una atmósfera particular por todo lo que se generó en la previa. Demostrar que se podía vencer con autoridad en el Centenario era la gran cuenta pendiente; y el Cervecero la saldó. La gente volvió a acompañar, tuvo devolución dentro de la cancha y, así, se retiró feliz. El Decano está a dos puntos de San Martín de San Juan e Instituto, los líderes del certamen. Y se puede soñar…

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