Entendió que su vida pasaba por los colores, no entraba en su cabeza eso que ahora se llaman «el negocio del fútbol», o al menos nunca quizo transar con esa vuelta de tuerca. Ver su casa desvencijada, pidiendo con su corazón azul y blanco un poco de compasión y ayuda, son la muestra gratuita de analizar su pasado y su presente. Pero ese llamado llegó a oídos, aquellos que tampoco versean con el puto y mal llamado «negocio del fútbol» dejaron días de descanso en familia para que sus retinas se lleven una imagen de mas cobijo para los suyos. Los suyos que no saben de Nike, Adidas, TV Satelital, piscinas y lujos de barrabravas, tendrán marcado a fuego que como alguna vez Discepolo, el amor a los colores es un legado que no lo paga ninguna billetera. Se fue con lo puesto, con esa cabellera inmaculada, marca registrada de su aliento. Salchicha tiene su paravalanchas en el cielo, Dios estará contento, tendrá domingos de aguante, del viejo aguante, sin paco, sin mafia, sin transar «dejando la vida por los colores. Salchi, el Negro Thompson te está esperando. Un cielo azul y blanco.