Casi 20 días han pasado desde que el nombre de Juan José Moráles se instaló como el primer refuerzo de Quilmes en la temporada de Primera División. Sergio Grecco, su representante, el mismo que dilapidó aquella chance de que Quilmes cuente con Jota en la B Nacional. Aquellos 250 mil dólares por el préstamo resultaron excesivos para el bolsillo de cualquier equipo de segunda categoría del fútbol vernáculo. Finalmente Jota llevó sus goles a la Católica de Chile, tuvo su reconocimiento en el fútbol trasandino aunque se ha ponderado del goleador, toda su impronta y enjundia por encima de sus arma letal: el gol. Y vaya mérito que lo apodaron “Corazón Valiente” tras haber instalado a la Católica en el segundo puesto tras perder la final contra el Colo Colo de Hugo Tocalli, quien hace dos semanas lo espera para entrenarse junto al resto de sus nuevos compañeros. Un cabezón que tuvo que contar hasta 10 para no enojarse por demás con los dirigentes quienes lo intentan convencer de que su contrato reposa en un cajón de la sede pronto a ser firmado. Se lo esperaba este lunes para arrancar la semana de lleno pero se informó que su madre había sufrido una descompensación por eso se volvió a retrasar su llegada tras tener que viajar hacia Tucumán. Pero lo que más molestó fue las idas y vueltas que hubo en el medio evadiendo cualquier tipo de GPS que lo hallara. Tucumán, Bella Vista, Chile, Quilmes, Brasil (su novia bahiana es de ahí). Se estableció casi una situación alienígena: “yo vi un Jota Moráles”.
La realidad es que las voces traen un supuesto llamado del goleador para con José Luis Meiszner para decirle que quería jugar en Quilmes tras la llegada del Ogro Cristian Núñez: en aquel momento su representante era inflexible en cuanto al sueldo del jugador y el porcentaje por el 50 por ciento de la ficha y cuando el 9 se enteró estalló y cortó camino. Finalmente, tras tranquilizarse, se tomó unos días de vacaciones poniendo en un día a día interminable su inminente llegada. Algunos dicen que en la semana dio unas vueltas por la ciudad, otros hablan de haberlo visto cercano al Cerro Uritorco, otros observaron luces que aparecían y de perdían sobre un fondo oscuro.
Morales está, pero Ojota, el volante central de Nacional de Montevideo, cualquier semejanza es mera coincidencia. Lo único que queda claro que tanto Morales como su representante son amantes de las novelas. ¿¿¿Un nuevo capítulo, la historia habrá llegado a su fin??? Mientras Tocalli lee la paciencia de la araña…