Game Over

Quilmes se despidió del campeonato discretamente para zambullirse de lleno en la lucha por no descender. Lo que hace un mes era un sueño que quería ser realidad, hoy es una pesadilla a la que aún le quedan 33 fechas.

Hay un tren que está saliendo y que viene tocando bocina. Al que nadie quiere ni siquiera mencionar porque parecería que sino uno está siendo desleal o infiel al amor y pasión que existen por este club. Ese expreso pasa una vez por año y se lleva dos, tres o cuatro, los que sean pero siempre se lleva algo. Generalmente empieza a asomar en marzo, abril, y en julio sube a sus pasajeros. Esta vez salió antes y ya está amenazando. Todavía no subió a nadie a sus vagones, pero sí invita. Ese maldito tren el domingo avizoró las tierras de Quilmes y tiene un sólo destino que se llama B Nacional.

¿Le importa al hincha en este momento el análisis, el por qué de las cosas? ¿Querrá el hincha entender las razones de tanta frustración que se torna interminable? ¿Cabe en la cabeza de cada cervecero hoy buscar explicaciones de esta tristeza sin fin? Probablemente la bronca se filtre entre todos éstos interrogantes y genere una respuesta que no hace falta hacer explícita. Bronca por no decir impotencia, amargura, desilusión, frustración, impaciencia, desconsuelo, sufrimiento, etc, etc, etc. Hasta desde este lado es complicado analizar o buscar argumentos que permitan comprender esta dura realidad. Por eso mismo, no hay que pedirle al hincha que lo haga. No al menos hoy. No porque esto no sirva para cambiar la situación (porque los que juegan son los jugadores), sino porque el momento es tan crítico desde lo estructural que lo que se pueda analizar será a corto plazo, será intentar ver cómo se sale momentáneamente de este torbellino, de ver cómo se “zafa” de este calvario, de ver cómo se hace pie en una primera división que ya dio varias cachetadas y que en tan sólo cinco fechas tiene al QAC contra las cuerdas a punto del KO.

La tristeza es tan grande que ni se compara con las épocas mediocres de la B nacional, en dónde el equipo, junto con el hincha hacían la plancha en la fecha 22, se sacaban la responsabilidad de ser protagonistas y esperaban la temporada venidera. El domingo se rompió algo. No hay más tiempo. No hay más “todavía falta mucho”, “recién empieza”. No hay proyecto. Sólo hubo una apuesta que podía salir bien o mal, pero a la que muchos hinchas miraban de reojo con un dejo de desconfianza desde que la lluvia refuerzos se tornaba incesante.

Del equipo, casi nada. La actitud de Cerro, que parecería ser el único que siente el dolor cuando el equipo está perdiendo. Cosas buenas de Caneo en los pocos minutos que estuvo en cancha, y la confirmación de Broggi en el lateral izquierdo. Después, mucho que desear del resto de los jugadores y hasta del técnico que tardó mucho en realizar los cambios y sostuvo en cancha a OJ Morales, en lugar de haberlo reemplazado en el entretiempo.

El domingo será frente a Independiente en Avellaneda. ¿Adivine qué…? Sí acertó, Quilmes no ganó nunca en la historia, y ¿por qué habría de hacerlo en este momento? La lógica indica que el hincha deberá ir al Libertadores de América sólamente a alentar. Pero esto es fútbol y si hay algo positivo para el cervecero en esta situación es que en el fútbol a veces la lógica es actor secundario. Adiós apertura y bienvenida la bendita calculadora de la que ojalá, todavía dependamos en julio del 2011.

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