Una mancha más al Tigre

Quilmes se acercó a Victoria para escribir la primera página de una nueva vieja historia y bajarle el copete a la ilusión del hincha. Las fechas pasan, el funcionamiento y los resultados no aparecen y la cuenta regresiva comienza a poner sobre las cuerdas a un equipo que sigue sin responder.

Dicen que la hisotria es cíclica, y Quilmes lejos de ser la excepción, el sábado pasado dio un gran paso para empezar a confirmar dicha máxima. Esto es familiar para el hincha, pero que no por eso se resigna a convivir con ello ni a aceptarlo como lo normal, o simplemente como lo que le toca en suerte. La actualidad futbolística indica que algunos minutos frente a Colón y Lanús fueron un mero espejismo de una realidad que es totalmente diferente. Esta no es la noticia, porque era una de las lógicas posibilidades. Pero sucede que cuando la ilusión es actor principal, no siempre es compatible con la objetividad y el análisis profundo a la hora de aventurar el futuro del equipo que uno ama. ¿O a caso alguien le aseguró al hincha que debía llegarse hasta Victoria, acomodarse y esperar a ver cuántos goles le hacía Quilmes a Tigre? Nadie, pero después de haber haber hecho méritos frente en la primera fecha, propiciarle una dura resistencia al campeón de América, visto un equipo en crecimiento frente al granate, y visitar al peor equipo del campeonato, el hincha sentía que la primera alegría era inminente, casi inexorable, había llegado la hora. Sin embargo el dolor invadió a todos y la espera sigue vigente.

Otro capítulo de una aventura conocida, a la que el hincha queda expuesto con todos los riesgos que ésta contiene. Afrontar lo que tanto se anhela, la Primera Division, con un equipo totalmente en formación durante el mismo campeonato, con 22 refuerzos que son todas apuestas (algunos con más pergaminos de lo debido), el haber cambiado la base que consiguió el ascenso junto con el técnico, todo es muy peligroso para un fútbol muy parejo al cual hay que arrebatarle 46 puntos en una temporada. Esta experiencia ya fue vivida, la diferencia es que esta vez se nos adelantó. Muchas son las cosas que tienen cambiar para que dentro de 6 fechas sea otro el cantar. No alcanzará con 15 minutos iniciales a toda orquesta de local, las memorables tapadas del gran Trípodi, y el oportunismo de JJ, que hasta ahora es lo que se vio contra rivales muy buenos, normales y malos. Hay que hacer algo, desde adentro y desde afuera. Y esperando que desde adentro se haga un click y la sangre obligue a los protagonistas a cambiar la historia, el hincha deberá cumplir su rol.

La estadía en la A será para los que aman a Quilmes un calvario o una fiesta. La propuesta ya está sobre la mesa. Nada será holgado, habrá que sufrir. Está en cada uno vivirlo de una u otra forma. Claro está que tendrá que haber al menos un poquito de complicidad de los jugadores en cada uno de los casos: no se le puede pedir al hincha que disfrute, futbolísticamente hablando, si su equipo no le trasmite algún argumento para sostener esa acción. ¿Cómo pedirle paciencia al hincha, al socio, que ya pasó por esto varias veces y que vuelve cada fin de semana a ver al club de sus amores con la ilusión de verlo ganar, pero se va a su casa lleno de tristeza y bronca?. Este es el momento en que cada cervecero tendrá que aportar lo suyo. Este es el momento en que hay que demostrar la grandeza de una hinchada que se ha bancado épocas mucho peores y ha vivivo momentos de Gloria. Porque con jugadores malos o buenos, con los dirigentes que estén, contra el rival que sea, en el gol de Gáspari en el 78 y en el gol de Straqualursi en el 2010, Quilmes sigue siendo Quilmes.

El domingo habrá que reventar la cancha, sabiendo que no es un partido más, y sabiendo que el hincha también juega su papel. Y más allá de que directamente no puedrá torcer el rumbo de la historia, sí estará en él demostrar que QAC es grande por su gente.

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