El sabor de la victoria

Señores, ganó Quilmes. Por esta semana no hay otra noticia. A esta altura a quien escribe, defensor del buen fútbol hasta el cansancio, le importa un bledo cómo ganó Quilmes. Ni siquiera qué va a pasar mañana. Esta victoria es un vaso de agua en el medio del desierto. Habrá muchos comentarios y puntos mencionables como el partido sin público (gracias a todos los que se encargaron de no dejarnos disfrutar de la primeria victoria), la cancha de Banfield (última vez que ganamos en la A), el rival (uno de los mejores proyectos de Primera), los cambios de Madelón (acertó en casi todos). Pero la realidad es que todo se transforma en un insignificante actor cuando lo comparamos con la sensación de una victoria del cervecero. Y si bien es alimentar la ilusión o la ansiedad muy a corto plazo, ya no importaba cómo, dónde, cuándo y contra quién. Había que ganar y se ganó quizás en el momento menos esperado.

Lo que uno más lamenta es que este triunfo sietemesino (el último fue 14 de abril de este año), ha llegado muy tarde. Y no porque uno se de por vencido, porque claro que hay que soñar que todavía se puede mientras la calculadora funcione, pero no tenemos que olvidarnos de la situación institucional que vivimos, de la estructura futbolísitica que no dejará de ser endeble por haber ganado un partido. No olvidemos que hace unos días se vivió una de las semanas más críticas de los últimos 10 años y esto no se tapa con un partido. Tampoco nos olvidemos que no tenemos un proyecto comparable al del 50% de los equipos de primera y que las decisiones que se toman son efímeras y están supeditadas al resultado de un fin de semana. Usted dirá, sí pero esto es fútbol y en la cancha son 11 contra 11 (si no nunca le podríamos haber ganado a Godoy Cruz). Pero no nos olvidemos que si ganamos un partido de 14, no tenemos las condiciones más favorables para hacer 30 puntos en el próximo torneo lo que de todas formas no quiere decir que sea imposible.

El hincha, el de verdad, sabe a lo que se enfrenta. Sabe que a nivel futbolístico existirán todos los impedimentos y limitaciones para que Quilmes mantenga la categoría. El plantel es corto. No hay delanteros. No se sabe quiénes seguirán para el próximo torneo. Todavía no sabemos bien cómo juega el equipo. La dirigencia continúa ofreciendo un coctail de malas decisiones, de arrogancia, de declaraciones provocativas. El torneo que viene obliga a hacer una campaña de copa. Pero bienvenidos al tren. La casa es chica pero el corazón es grande. Allá iremos todos los que amamos al club y los que sufrimos cada fin de semana por esta camiseta. Los que sufrimos las últimas seis fechas del ascenso viendo como los granos de arena se escurrían entre los dedos. Los que sufrimos las 13 fechas de la A soportando que All Boys, Olimpo y hasta Gimnasia ganen y se alejen cada vez más.

Seguiremos soñando por otra victoria, porque cada partido sea un mundo aparte como lo fue el domingo. Cargaremos esta pesada realidad en el hombro (o esta vaca, como le gusta decir a JLM) pero no olvidaremos que así como los hinchas queremos ganar, en la cancha también hay hombres que quieren ganar, como Caneo, Garnier, Kali y Cerro entre otros. En ellos depositamos nuestra esperanza, y en que el resto se contagie, para hacer que lo que queda en la A, sean 24 partidos o 100 años, sea como mínimo un papel digno.

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