Entre lo cierto y lo real

En Vicente López y Esquiú, Quilmes Oeste, hay un templo comprendido que ya no posa sus fichas sobre la piel de una deidad suprema. La Biblia estipulada es una publicación de Carl Friedrich Gauss. El sueño estaqueado carga una cruz difícil de transportar para un alma débil, sin embargo, se ampara en la luminaria que proviene de los ojos de la matemática. Por confiar en los milagros, se cruzó por el camino un devoto de camiseta ajena. Después no alcanzaban los dedos para presionar las teclas de la calculadora, en una consecuencia lógica en esta carrera numérica. Antes los lápices sudaban gotas de sangre y dejaban en la superficie un charco de grupos y factores; ahora, incluso con parches, la danza de los glóbulos blancos, los glóbulos rojos, las plaquetas y el plasma se baila en colores.

Albert Einstein dijo que “las proposiciones matemáticas, en cuanto tienen que ver con la realidad, no son ciertas; y en cuanto que son ciertas, no tienen nada que ver con la realidad”. Entre los polos de la exposición del científico alemán se divide la integridad de Quilmes. ¿La realidad estará distorsionada por los siete puntos sobre nueve en juego? ¿La realidad del Cervecero será real? ¿La buena serie tendrá que ver con la realidad? ¿O se transformará en un analgésico pasajero? Lo tangible es que habrá que explorar entre lo cierto y lo real para que aflore el equilibrio justo que le otorgue al equipo la regularidad deseada.

Por otra parte, a pesar de la lujuria que genera el triunfo, es conveniente remarcar que el andamiaje futbolístico de Quilmes fue pobre. No obstante, “las proposiciones matemáticas” de Einstein son cuadradas, sólo se guían por líneas rectas y no contemplan otra variable que la rigidez de los puntajes. No analizan las acciones del cotejo, por eso no hay más que vencedores y vencidos, sin importar cómo se desenvolvió cada estructura. Los catetos de la estética se oponen a las necesidades, y así se pregona sólo un resultado circunstancial. Y por la puerta de atrás, en silencio y copado por la sombra, se retira Arnaldo González, un chico de 21 años que se va sin haber debutado en Primera.

Se descuenta que ganar es bueno, más teniendo en cuenta que perdieron Olimpo, Gimnasia y Huracán. Leonardo Madelón deberá intensificar el trabajo para ubicar cómo y con qué medios Quilmes buscará los triunfos. Porque el regalo de Nicolás Cambiasso no se repetirá todas las fechas. El entrenador del Cervecero quizás utilice estas victorias para encontrar la fisonomía óptima. Se puede aspirar a más.

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