Suena feo, pero fue como un campeonato para Quilmes. Poder revertir una historia que estaba complicadísima, ganar cuatro de los últimos seis partidos y dos a rivales directos y que se abra una luz de esperanza para el 2011, es como para dar la vuelta olímpica por como estábamos.
Tal es así que se jugó una final contra Olimpo. Todos los condimentos: el gol de un defensor aguerrido, las calenturas, los golpes de impotencia (y otros de mala leche), el aguante hasta el final con todos en el área, la gigantez de Galíndez, una manito del línea. Todo, no faltó nada. Porque se plantó sabiendo lo decisivo que era el partido, el Cervecero, después de tanto tiempo, ya no está último en la tabla de descensos.
Gracias Madelón. Es el responsable de que hoy tengamos esperanza. No me canso de decirlo. El se les metió en la cabeza a los jugadores y encendió la tecla de actitud, de huevos, de espíritu ganador. Un equipo que antes se arrastraba por toda la cancha, que no daba tres pases seguidos, ahora es un rival difícil de enfrentar porque te come el hígado.
Alcemos las copas cerveceros, que todavía podemos. Brindemos en Navidad y Año nuevo por un 2011 que siga como terminó el 2010. Porque no se nos vaya Madelón, porque recuperemos a Cerro y a Caneo y por que JLM se apiade de nosotros, se ilumine y traiga refuerzos que sirvan de verdad. Si no, quedémonos así. Prefiero perder con los pibes que arrancar puteando a los nuevos como pasó este torneo.
Hay crédito abierto Quilmes, no lo desaproveches.