Herencia de Pasión

Amigo lector, no creas que este título indique que hablaremos de un novelón de la tele, sucede que se cumplen 15 años de la partida de quien me mostró el camino de amor por el Cervecero, del que heredé este profundo sentimiento, y pensé en aprovechar este lugar que me dan los muchachos de Pasión Cervecera para homenajearlo y compartir con Ustedes mi recuerdo, seguramente no son pocos los que se enamoraron de Quilmes gracias a su Padre, entonces les pido una licencia, hoy no hablo de un reconocido jugador, hoy recuerdo a mi viejo, ¡¡¡Que Jugador!!!


En la primer foto se aprecia la estampa de jugador de mi viejo, de pibe en las inferiores de Quilmes. Eso si que no lo heredé. Y en la segunda foto el equipo de séptima división, en 1938. Luís es el cuarto de los agachados.

Viejo, ante todo te quiero aclarar que no te recuerdo solamente por haberme hecho Cervecero, estás presente en todos los ámbitos de mi vida, pero en este caso escribo para compartir estas líneas con amigos que tiene nuestra misma enfermedad, la Pasión por el Cervecero. No te voy a explicar de qué manera hice estos amigos sentado frente a una computadora, antes de verlos en la cancha, porque sería muy largo de explicar, pero si te cuento que tengo la posibilidad de contarles cosas de Quilmes a partir de mi infancia hasta estos días y no imaginás la cantidad de veces que pienso, “si estaría Luisito cuantas cosas más podría contar”.

Seguramente contaría que cuando vos eras pibe jugabas al fulbito en la vereda de tu casa con Vicente “la Bordadora” Zito, que jugaba en la primera del Cervecero y era un crack de la década del treinta, o de aquel jugador tucumano, Santucho, que conociste en tu infancia y no hacía más que hablar de lo que extrañaba a su madre. Vino a jugar en el año 32 y duró muy poco en el club porque no podía estar sin su madre que estaba en su provincia. Tanto hacía mención a ella que cuando yo de pibe “mariconeaba” con mamá, me llamabas Santucho. Que se yo, si lo tuviera claro contaría tu relación, de pibe, con dos clientes del almacén del abuelo, Sandoval y Arrillaga, que la rompían con la blanquita.

También estaría bueno contar con más detalles tu etapa de jugador, en las inferiores del Cervecero, donde integraste en 1940 el equipo de sexta división que estuvo 36 fechas invicto. La verdad es que el dato de esa campaña no lo recordaba, lo encontré en un recorte de El Sol de 1990, cuando se cumplieron 50 años de la proeza, que quedó entre tus papeles. De lo que si me acuerdo es que no te gustaba entrenar y que te peleaste con un técnico y ahí se terminó tu carrera en el Cervecero.


La sexta división de 1940 que alcanzó una serie de 36 partidos consecutivos invicto. El segundo de los parados es mi abuelo Antonio Arrigo, el segundo de los agachados, mi padre, Luís. Al lado el recorte del diario El Sol de 1990 que recuerda aquella proeza 50 años después.

De tus años como fotógrafo me quedaron un puñado de fotos que son el deleite de los que gustamos de curiosear al Quilmes de otros tiempos, y siempre recuerdo el primer año que me llevaste a la cancha, 1966, a la platea baja que daba a la calle Sarmiento, casi en la mitad de la cancha, en el tramo que estaba más cercano a la cabecera de Solís. Era el lugar apropiado para damas y niños, y allí estábamos, yo interesado por el partido y Hugo pidiéndote el pancho y la coca. Y era lógico, uno salió futbolero y el otro “tuerca”, al fin y al cabo ambos eran tus deportes predilectos.

Estos amigos de la computadora, de los que más arriba te contaba, me hicieron dar cuenta porque mi primer “ídolo” fue el Mago Vitale. Quilmes había ascendido y volvía a primera en el 66, el primer partido, de visitante en la vieja cancha de Platense fue 2 a 2 con dos goles de Vitale, que debutaba. Yo no vi ese partido pero seguro que a vos, como a muchos cerveceros los deslumbró el debut del Mago y lo adoptaron como uno de sus favoritos, y yo, con mis 6 años, escuché y “compré” a mi primer ídolo.


De la época de fotógrafo quedaron imágenes como ésta: a principios de la década del ’60, la hinchada cervecera era la primera en recibir a su equipo con papelitos, en este caso se trataba de etiquetas de cerveza Quilmes. Al lado otra postal de principios de los ’60: La hinchada alienta en la cabecera de la calle Guido.

Los recuerdos son muchos de aquellos años en la platea baja, los jugadores que salían con una flor a la cancha y venían a regalársela a las mujeres, las dos señoras que se sentaban detrás nuestro y “relataban” los partidos deformando apellidos como a “Della Salvia” o diciendo “upalala” cuando uno quedaba caído. O aquella vez que un jugador contrario vino a tomar la pelota para hacer un lateral (outball en esa época) y le gritaste “bien Abdenur, agarraste una”, o cuando en el 68 insultaste a uno de los nuestros, Marcos Zarich, cuando se retiraba en el primer tiempo y este te contesto una por una las ofensas.

Los recuerdos son tantos que temo aburrir, solo seleccionaré algunos como aquella vez que en el ‘75 volvíamos de la cancha de Boca, luego de ganarle a Defensores, en el Citröen de Andrés Camarón y levantamos al Indio Gómez que esperaba en Garibaldi y Moreno para tomar el “bondi” que lo lleve hasta su casa.

Que decir de nuestra ida a Rosario en el 78 con dos amigos tuyos en un D.K.W. o Auto Unión, como le llamaban a ese aparato, que lindo viaje que jornada gloriosa y emocionante. La llegada con Rosario copada por Cerveceros, ni hablar del partidazo y la vuelta olímpica, la partida con la gente de Rosario saludando en el Boulevard Oroño, la vuelta a casa y rapidito hacer las cinco cuadras que nos separaban de Guido y Sarmiento para ir a recibir a los campeones.

Días después me dijiste algo que siempre recordaré y adopté, palabras más o menos, tu opinión fue “Daniel, yo nunca en mi vida me imaginé que iba a ver a Quilmes Campeón en Primera. Con esto estoy cumplido, todo lo que pueda venir es de regalo”, creo que es el resumen perfecto para el hincha de un sufrido cuadro chico, y te lo digo hoy que es mucho más fácil salir campeón porque los torneos duran apenas una rueda entonces algunos aprovechan para anotarse algún poroto. La verdad es que nosotros, a pesar del tiempo transcurrido seguimos en la medianía, el club no ha progresado demasiado, pero yo me sigo sintiendo cumplido con aquel campeonato.


Foto izq.: En el primer año que fui a la cancha este era el equipo, en este caso el que enfrento y empató 1 a 1 con River el 9 de Octubre de 1966. Parados: Lencina, Valentino, Espíndola, Albarracín, Andrade y Palmintieri. Agachados: Bavastro, Basílico, D’Errico, Vitale y Ramírez.
Foto derecha: 20 de Abril de 1980. Quilmes 1 Independiente 1. Estoy mirando el partido en la platea (pelo cortito, estaba en el servicio militar) con mi hermana y mi viejo (cigarrillo en mano).

Una de las anécdotas más contadas a mis amigos últimamente, debido a mi progresiva pérdida de la visión, es la de aquella tarde de 1985 en cancha de Vélez, cuando estaba por finalizar un partidazo entre Racing 4 – Quilmes 3, y el árbitro indicó los minutos de descuento (en esa época el referí los señalaba con sus dedos). Desesperado porque se nos acababa el tiempo para empatar, te pregunté si habías visto cuantos minutos había dado, y vos me dijiste “No veo al árbitro y vos querés que le vea los dedos”.

Podría estar mucho más escribiendo los recuerdos que nos unen a Quilmes, seguramente recordaré alguna más pero cuando ya esté cerrada la nota, recuerdo las anécdotas que contabas del campeón del 49, cuando aún yo no estaba, la rivalidad con los Mates, que no prendió en mi que sólo vi dos clásicos Quilmeños por los puntos, la gloriosa campaña del 75, que compartimos y tu reticencia a ir al Centenario, al que solo conociste en la Preinauguración de Diciembre de 1993, pero luego de inaugurado, tus dolencias no te alentaron a conocerlo.

En fin, pasaron 15 años, y te recuerdo y agradezco haber heredado de vos esta enfermedad que se llama Quilmes, lo que algunos amigos llaman “Pasión Cervecera”.

A la memoria de Luis Arrigo (5/6/1926 – 3/1/1996)

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