No tengo una relación demasiado cercana con los equipos del Sur. Tal vez por haber nacido en el Oeste me son mucho más familiares Deportivo Morón, Vélez, Ituzaingó, Deportivo y Argentino de Merlo y otros equipos de la zona. Pese a eso, tengo algunos recuerdos de niño, muchos de ellos arbitrarios y poco relacionados con asuntos trascendentes o que hicieron historia. Por ejemplo, tengo muy presente a Hugo Tocalli en el arco de Quilmes. O el debut de Ubaldo Matildo Fillol recibiendo una goleada. Me acuerdo de Milozzi. José Yudica sentado en el banco del campeón. Y otros salpicones que aparecen y desaparecen, depende el momento.
También surge una y otra vez la figura del Indio Gómez, según los hinchas de Quilmes, el ídolo máximo del club.
Curiosa figura la del Indio Gómez. Es un tipo reconocido en forma unánime por los quilmeños pero increíblemente fue un jugador que estuvo muy presente en el imaginario general pero, en realidad, no fue parte de los momentos decisivos de la historia del club. Sin ir más lejos, fue suplente en aquel memorable partido ante Rosario Central, en el Metro del 78, cuando el equipo que dirigía el Piojo se impuso por 3-2 como visitante con dos goles de penal de Luis Andreuchi y un golazo de Jorge Gáspari, el 29 de octubre. El Indio entró faltando pocos minutos para el final, por lo que su actuación estuvo lejos de ser decisiva.
Por otra parte, según mi amigo y prestigioso simpatizante de la institución, el foto-periodista Fabián Mauri, el Indio inventó una jugada que estuvo muy lejos de hacer historia debido a su ineficacia.
La jugada aparecía cuando se producía un lateral favorable a Quilmes en tres cuartos de cancha. Ahí el Indio amagaba que iba a recibir hacia atrás y de pronto giraba y picaba a espaldas del marcador de punta. Allí le era arrojada la pelota por el ejecutor del lateral y el Indio, sin mirar, le pegaba de primera, bombeada, al segundo palo. La jugada, jura Mauri, se repetía una o dos veces por partido cada vez que el Indio Gómez estaba en la cancha y su mayor virtud era la exacta sintonía entre el marcador de punta y Gómez. Si después era gol o no, dice Mauri, no era lo más importante. Es más, Fabián sostiene también que nunca terminó en gol. ¿Verdad o fantasía? ¿A quién le importa? Lo más interesante del fútbol siempre será el relato, sin importar demasiado si una mentira se cuela en una buena historia. Y esta de Fabián Mauri, sin dudas, reúne todas las condiciones para darle carnadura al relato quilmeño.
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