De nada sirve

Uno a veces prefiere tomarse unos días, o al menos unas cuantas horas como para pensar las maneras de expresar cada sentir. Cada huella gustativa que le deja el fin de semana futbolero siguiendo a Quilmes. Esta vez fue necesario. Por los evidentes perjuicios que sufrió el Cervecero de parte de Sergio Pezzotta, la previsible ira de Ricardo Caruso Lombardi originó el sábado una bola de nieve difícil de parar, que indicaba que el técnico dejaría su cargo.

Era realmente difícil creer que eso pudiera ocurrir, y sonaba bastante absurdo. En caso de que la renuncia se produjera, se sumaban un montón de cuestionamientos más a nivel club, a los que ya cargamos día a día. Por suerte (no por ser un enamorado del Tano, sino porque no estamos para hacer el ridículo todos los días), y como todos íntimamente sospechábamos, Caruso seguirá al frente del plantel.

Pero no seamos tan básicos. Tal manera de pensar roza la necedad absoluta. Que Quilmes fue perjudicado por el juez del partido es evidente. Que fue mucho más que su adversario… lo podemos discutir, pudo existir una superioridad, pero en fin, seamos generosos y démosle la derecha al DT. Podemos acordar que el equipo mejora, de a poco. Que el paciente en estado vegetativo empieza a dar periódicas señales de vida. Pero hay problemas tácticos y estructurales que vienen de larga data, y no parece que vayan a corregirse antes de junio.

La constante impericia a la hora de definir las escasas situaciones de gol que se generan conspira directamente contra la posibilidad de sumar de a tres. A esta altura, es muy difícil imaginarse un gol de Quilmes. La postura, bastante mezquina por cierto, que propuso en La Paternal, le permitió hacer un buen partido y ser mejor que Argentinos, y estuvo muy cerca de darle réditos. Pero esto no será así siempre. Sobre todo porque los números apremian y porque, en definitiva, empatar no suma más.

Insisto: en estos últimos partidos, la imagen que deja el QAC cambió, por lo menos desde el costado actitudinal. Quilmes sumó dignidad a sus presentaciones, pero no alcanza. Y esto, más allá de las polémicas en las últimas fechas, no es culpa de los arbitrajes ni de la suerte. Si queremos salvarnos en Primera, y si todavía dependemos de nosotros, deberemos ir a buscarlo. Con el corazón en la mano y los huevos sobre la mesa, como parece haber aprendido el equipo en estos últimos encuentros. Pero también con la cabeza fría, y dejando de lado la calculadora y la especulación. Porque de nada sirve sumar de a uno.

Fotos exclusivas de Silvana Livigna para PasionCervecera

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