Un sentimiento ambiguo se me cruza por la cabeza a la hora de escribir esta crónica; por un lado no tengo ganas de nada, solo quiero acostarme, cerrar los ojos y soñar con un futuro cada vez mas utópico. Pero por otro, si me pongo a pensar, esta es la mejor manera de canalizar mi bronca, mi impotencia y mi tristeza de una manera noble, digna y llena de hombría.
Quilmes estrenaba nuevo DT en esta fatídica quinta fecha del torneo clausura 2011. La llegada de Ricardo Caruso Lombardi, un experto en temas delicados y quien no tiene un gramo de responsabilidad (al igual que Leo Madelón), mostraba en algunas personas signos de optimismo y en muchas otras el famoso síntoma del “más de lo mismo”.
Lo primero que a mi me llamó la atención de esta nueva etapa fue la salida del “gordo” Galíndez por el otrora ídolo Emmanuel Tripodi. Modificación que lejos estuvo de arrojar resultados positivos, de hecho fue todo lo contrario.
El equipo del sur arrancó su angustiante batalla presentando varias armas que hacían creer y crecer viejas esperanzas olvidadas. A pura arremetida con una línea de volantes bastante parejas y un movedizo Miguel Caneo trazando paralelas y creando todo el fútbol que el potencial de este equipo puede crear. Pero los delanteros no estuvieron acorde al compás del director de la orquesta y de esta manera la banda fue desentonando cada vez mas hasta llegar al abucheo generalizado terminando la primera etapa en derrota, gracias al precioso obsequio del ex arquero de la Comisión de Actividades Infantiles.
Pero con un juego que ilusionaba y desesperaba al unísono. A partir de ese momento, ¿adivinen que le pasó a Quilmes? Sí. Sí, se volvió a caer, como siempre…
En el segundo tiempo Quilmes decayó en el rendimiento, pero el equipo de Parque Patricios lejos estaba de dar una demostración superlativa de fútbol (las tablas de posiciones por lo general no mienten). Pero a Quilmes no solo le falta volumen de juego, creación, una base firme en la defensa y una distribución digna, punzante y amenazadora en el mediocampo sino que también comete errores tremendamente infantiles y dignos de un equipo del ascenso. Fue así como el pobre conjunto quemero pudo aumentar la ventaja y el segundo gol no tardó demasiado en llegar luego de otra ingenua distracción del conjunto Cervecero.
Sería de necio e ignorante no decir que desde este punto Quilmes no modificó el concepto actitudinal, sí, lo hizo, los once de Caruso fueron a buscar el empate como pocas veces los he visto en esta temporada, pero lamentablemente y muy a mi pesar eso no alcanza. Cuando las cualidades técnicas y físicas no son las necesarias el temple queda en segundo plano. No se ganan casi nunca partidos a puro huevo.
Quisiera poder ofrecerles algunas reflexiones, pero ustedes ya las saben: Gervasio Nuñez llega a irritar tanto como la peor angina con placas que un ser humano pueda sufrir, la exquisitez futbolística de Caneo se queda chica si nadie lo acompaña, el tucumano pseudo delantero quiebra en añicos ese modelo de ídolo que alguna vez supo ser. Podríamos seguir por horas…
Realmente no puedo siquiera analizar lo que pueda pasar de aquí en más, será cuestión de resignarse o de agarrar la calculadora aun esperanzados, eso queda en cada uno.
Pero tampoco está de más recordarles que por este plantel se desembolsó una cantidad de billetes enorme cuando se podría haber hecho otra cosa con ese dinero. ¿Achicar deuda?, ¿invertir en fútbol amateur? ¿Alguna obra? ¿Algún seductor paquete de beneficios para incrementar la masa societaria? No, en Quilmes eso no hace falta… según muchos.
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Fotos de Silvana Livigna para Pasión Cervecera
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