Caruso parece haber sido eso, un poco de vaselina para que por lo menos no duela tanto esta transición. Porque vamos a ser sinceros, ¿para qué más que para no batir nuestros propios records negativos sirve este punto? No alimenta la esperanza, no suma en los promedios. Pero por lo menos fue una presentación más o menos decorosa…
Hay un cambio importante en Quilmes. No caben dudas. Lo dijimos ya cuando jugamos con Huracán, se nota otra actitud. Reacción para ir a buscar un resultado que siempre nos arranca siendo adverso. Viveza para darse cuenta que el rival está bajando la guardia. Y leves mejorías en algunos rendimientos individuales, sobre todo de los que entran desde el banco.
En esa bolsa metemos a Diego Torres y a Varela. Esos que podrían haber sido responsables de una victoria que sí ilusionaba (quizás falsas esperanzas, puede ser). Pero dios no quiere dejar de orinarnos desde allá arriba. Sí, más vale, hay una floja definición de Dieguito pero capaz en otro momento entraba. Cosas del fútbol.
Y el problema es que este Quilmes me deja esa sensación ambigua. Con la cabeza puesta en el partido a partido y dejando la pésima campaña de lado. No juega bien, no nos volvamos locos, pero tampoco es inferior al rival (bue, por lo menos a los últimos tres). Decimos que hay un plantel malo, que no tenemos buenos jugadores, pero tampoco somos menos que otros. Sin embargo, seguimos en la nada, sin ganar.
Cambiemos el chip muchachos. Alentemos, como hacemos siempre. Acompañemos, como hacemos siempre. Pero pongamos por unos meses la razón por sobre la pasión. Estamos viviendo el último torneo en Primera por, al menos, un año. Pensemos en una campaña más o menos zafables que sirva para que Caruso no se vaya y arme el plantel para la BN. Pensemos en sacar algunos puntos y nada más. Y si por esos milagros, por esas cosas de la vida llegamos a quedarnos, hagámosle la estatua a Richard.