El camino de la resignación

Quilmes quemó a los optimistas. A los ingenuos que legitimaron y creyeron que el “Quilmes de Primera para siempre” no era sólo una propaganda electoral también les explotó la bomba de tiempo justo cuando pasaba por sus manos. Es imposible augurar alegrías cuando la improvisación hecha equipo de fútbol se viste de blanco y sale a deambular con botines. Quilmes liquidó la esperanza y le dio alas a un proyecto que debía concretarse al ras del suelo. Una institución que vive de rodillas está condenada a un letargo tan dispar como vulgar. La Comisión Directiva quedó en offside y desacreditada por sus propias acciones (o por su inacción). Simplemente porque en el banquete de las equivocaciones probó todos los bocados. Sin embargo, este nuevo fracaso deportivo e integral no sólo alcanza a la actual conducción, sino que es una embestida que se sufre en todas las esferas que componen el club.

Enterrarse en una observación más exhaustiva del presente futbolístico del Cervecero sería herir aún más un sentimiento que está dañado desde la primera hasta en la última raíz. Cuando se tensa la cuerda más de lo debido no hay análisis que resista la estructura de la razón. Los condicionantes de un descenso inexorable son viejos y conocidos: mal armado del plantel, errores por doquier, decisiones equivocadas y una serie de resultados que se transformaron en la consecuencia lógica de un proceso defectuoso en su totalidad. Es cierto que el desembarco de Ricardo Caruso Lombardi elevó el grado de confianza del equipo, aunque el empujón no se logró cristalizar en la cancha, donde se ganan, se empatan y se pierden los partidos. El tren de Quilmes pasó.

El camino de la resignación en tierras quilmeñas provocó un efecto dominó que desembocó en un acostumbramiento absurdo. El Cervecero es constante para la derrota y en la misma dirección insistente marcha la relación entre la realidad y la frustración. No es conveniente unificar el criterio de los hinchas porque siempre hay excepciones, pero es probable que la mayoría sienta las caídas como parte de la rutina indeclinable de cada fin de semana. Las escasas expresiones de inconformismo son la exposición en carne viva.

Por otra parte, ¿no es el momento indicado para que Caruso Lombardi empiece a darle rodaje a aquellos futbolistas que van a continuar en el club la próxima temporada? “Estamos predestinados al descenso”, expresó el entrenador tras el triunfo de River. Con el Nacional B como horizonte hasta en la concepción del director técnico, ¿es justo que sigan sumando minutos algunos hombres que se van a ir cuando concluya el Clausura?

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