Ya resulta imposible analizar desde los principios lógicos el andar de Quilmes por el campeonato. Hoy no podemos decir que frente a Arsenal se jugó mal. No podemos decir que el Cervecero fue superado por el conjunto de Alfaro. Tampoco alegar que existió mala suerte, ni que es posible rescatar el rendimiento del equipo como para ilusionarse con un triunfo a la brevedad.
No hay argumentos de ningún tipo. En lo que va del torneo, Quilmes perdió los partidos lógicos, pero también perdió cuando iba ganando y tenía un jugador más, cuando el rival no pateó al arco, o empató un partido que fue ganando dos veces contra un rival mezquino que le igualó en el descuento.
En este contexto, no hay ‘mala suerte’ que pueda sostenerse. Acá pasa algo más. Y no vamos a repetir ooooooootra vez todo lo dicho antes, sobre la mala conformación del plantel y el interminable etcétera. Falta personalidad, y en este caso, faltó inteligencia para ganar un partido que se ganaba solo, y para contrarrestar las escasas armas del rival para generar peligro. Arsenal convirtió un gol de córner y otro con un pelotazo largo de su arquero que peinó Óbolo. ¿Es esto nuevo? Evidentemente no. Son los fundamentos más firmes del elenco de Sarandí.
Pero más allá de esto, no puedo decir más nada. Cada uno habrá hecho su exhaustivo análisis del (quizás) injusto empate, cada uno tendrá su hipótesis para explicar por qué Quilmes ‘perdió’ en el Viaducto. Yo, hoy, estoy cansado. La realidad me abruma y no le encuentro más explicaciones.
Sepan disculpar, pero ya agobia el hecho de tener que contar siempre lo mismo. Cansa, en serio, y en el cansancio las ideas se acortan. Sepan disculpar lo exiguo de la nota, pero no hay nada más. Como en el plantel. Y si hay, es trabajo de loro, porque ya todo se ha dicho, porque como lo expresé post River, Quilmes no ayuda ni a escribir. Basta para mí, hasta el viernes y que les sea leve.
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Fotos de Giselle Peralta
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