Imposible no ilusionarse

Claro, cómo no te van a brillar los ojos después del viernes. Cómo no vas a volver a tu casa con la garganta hecha un nudo, pero no de bronca, no de tristeza. De gritar, de festejar, de sentir que se puede. Quién no se puede ilusionar después de estos tres polvos al hilo que nos echamos. Imposible. No conozco a nadie que hoy nos de por descendidos, cómo lo hacían (hacíamos, me incluyo) hace algunas fechas.

Y aplaudo. Aplaudo a todos esos que nunca se resignaron. Que fueron los únicos positivos en ese mar de penas que nadábamos todos los fines de semana. Esos que nunca bajaron la cabeza y que siempre dijeron “todavía falta mucho”. Esos que sin ver nada bueno en cancha, creían que algo podía cambiar. Esperanzados, locos e ilusos para algunos. Yo les dedico estos tres triunfos seguidos. Se lo merecen.

A los que alientan sin parar. A los que van a ir a la cancha el sábado contra el Lobo, pero que también fueron después de Tigre, después de Huracán. A esos también los aplaudo. Cómo dice Firpo: a los incondicionales. Porque ellos son los que más merecen este presente, que nos encuentra agarrando de los tobillos por debajo de las sábanas a Gimnasia y al Globo. Ya no es sólo el fantasma del descenso. Ahora también es el fantasma de Quilmes que los acecha, que les mete miedo. Ahora también miran para abajo, porque no queda un solo cupo para los que bajan a la B Nacional. Estamos vivos, y esos les quita el sueño.

Ya lo dijimos que es mérito de Caruso. Los jugadores les creen. Hoy, hablando con él y con algunos de los mejores periodistas de la ciudad en la práctica, remarcábamos cómo después del gol de Romeo, la tele enfocó al DT, quien llamó a Broggi y le dijo: “ojo con Quinteros”. Al toque, nos empatan. Justo así. Pero la anécdota queda porque muestra porque el técnico tiene credibilidad. No es puro humo (lo he criticado antes de que llegue al QAC, cuando dirigía Tigre y pido mis disculpas y perdón), sabe más que muchos otros. Y gracias a él, estamos dónde estamos.

Pero atención, hay que mejorar en defensa. Sobre todo en no cometer errores tontos que nos pueden llegar a costar un partido. Porque andamos con un culo bárbaro arriba (más allá de lo increíble de Vázquez y la racha de Caute y Romeo), pero se puede acabar y hay que estar atentos.

Después, las pelotas de básquet que están dejando los jugadores en la cancha son innegociables. La base de esta remontada. De esta ilusión que nos aparece de la nada. Casi que nos asusta de lo repentina. Pero que linda es. Es hermoso saber que todavía cantamos.

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