Después de un mal partido ante Gimnasia, en el que Quilmes estuvo muy cerca de perder y lo terminó empatando con esa cuota de personalidad que veníamos rescatando hace varias fechas, había que traer algo de San Luis. Y para traer algo era necesario, de mínima, jugar mejor que ante el Lobo.
Enfrente, Quilmes tuvo un equipo mejor armado, que por momentos jugó de memoria. Godoy Cruz no comenzó bien el partido y el Cervecero pareció agarrar la manija del encuentro de movida. Con un Garnier enchufado, tuvo la pelota en los primeros minutos y estuvo cerca de abrir la cuenta. Extrañamente, la tensión se iba acumulando conforme corría el reloj entre los más de 800 cerveceros presentes en La Punta.
Y pasó lo que viene pasando. Si Quilmes no se va con el arco invicto hace siete fechas, tiene que haber algo más que mérito del rival. Un delentero hecho y derecho como Ramírez recibió de frente a la media luna y sacudió el arco de Galíndez sin oposición de ninguna casaca blanca. Al ratito nomás, Voboril (lateral izquierdo no muy dúctil con el balón) pasó entre dos defensores, sacó un centro inofensivo que sobró a los cinco jugadores cerveceros que habitaban el área, y Fontanini, último de ellos, marcó en contra el segundo gol. Dos disparates en defensa le daban una gran ventaja al Tomba.
En ataque, la historia seguía siendo otra. Sin avasallar, Quilmes tuvo sus situaciones, y muy claras, pero las desperdició. Todo este cóctel conspiró absolutamente contra las posibilidades de, aunque sea, traerse un punto. En resumen, el mal funcionamiento en las huestes de Galíndez y la muy marcada ineficacia arriba dejaron al equipo de Caruso sin chances.
Pero lo peor vino después. Luego del discreto primer tiempo y la amplia desventaja, se esperaba una postura, cuanto menos, rebelde. Nada de esto ocurrió. En el complemento, Quilmes fue un desastre. El rival juega, dirán. Pero yo recuerdo lo que pasó en Liniers, o en Banfield. El Tomba, por momentos, sobró el partido y exhibió una amplia superioridad. Así, terminó justificando su triunfo.
Ojo… no es cuestión de ir dándose vuelta semana tras semana. La imagen de Quilmes fue muy pálida y unas cuantas posibilidades de permanencia se esfumaron. Quedaron unas pocas, apenas. Pero habrá que ir a buscarlas, porque este equipo demostró que puede, y porque sabemos (al fin y al cabo, somos cerveceros) que nada caerá sin esfuerzo de este cielo que hoy está nublado.
Fotos de Alberto Hougham (enviado especial)
Fotos de Mariano Draghi (Revista 1887)