Como diría Charly García, no quiero que me toquen. No me molesten, no me gasten, no me hablen. No me pregunten qué pasa ni cómo solucionarlo. No sirve para nada explicar el dolor, ni analizarlo ni encontrarle matices positivos. Alcanza con que duela y nada más, basta con saber que está, con sentirlo en uno mismo y en los demás.
Y cuando digo ‘los demás’ me refiero a todos quienes estuvieron junto a mí en el Centenario, que hicieron de la tarde del domingo una auténtica fiesta y horas más tarde sintieron el golpe como una muerte. Me refiero a los muchachos, a los jugadores, vestidos de esa hermosa e impecable casaca blanca, que dejaron la piel en la cancha y no se terminaron llevando nada de lo que querían. Y nos dejaron, tras el partido, la típica escena de un equipo que queda afuera de un mundial, incrédulos, impotentes, inmóviles. Me refiero a Caruso Lombardi, el que le dio vida a este sueño, e igual se fue llorando y se encargó, él mismo, de bajarle la persiana antes de tiempo.
En la vida y en el fútbol hay cuestiones que cambian el destino de un acontecimiento. Quilmes le ganaba a Boca con suma tranquilidad; no lo avasallaba, pero a falta de media hora, mantenía al partido quieto y al rival, inofensivo. Pero ocurrió algo fuera de la lógica: hubo que sacar del medio casi sin darse cuenta. Y ahí la cabeza maquinó, como ese pibe que, a un día de rendir un final, ya sabe todos los temas pero entra en pánico igual.
El empate se olió en el aire durante cuatro minutos, hasta que se hizo presente. Y ahí los pibes recordaron que faltaba un rato, que se podía. Se suicidaron atrás, se fueron al humo, a buscar. No se pudo. Pero qué diferente es todo a como era antes. Qué orgullo da ver a un equipo cervecero que no se entrega a pesar de ninguna circunstancia adversa. Que comete errores pero se los monta y va, y nunca se da por vencido.
Habrá que jugar mejor, está claro. Pero habrá que seguir así, también. Primero porque, si bien no hablo con nadie, si bien estoy destrozado anímicamente, también creo que esto no está terminado; porque se puede ganar dos partidos y esperar un milagro matemático. Y segundo, y a esta altura más importante, porque yo no me quiero ir al descenso; pero si me voy, me voy así. No como todo el mundo esperaba. Eso sí… pase lo que pase, después de junio sí hay que cambiar. Hay que aprender de una vez que la receta repetida no va más.
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Fotos de Giselle Peralta
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Nuevas fotos del telón de Giselle Peralta
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Video del telón musicalizado (Gracias a todos los hinchas por colaborar y a Los Pibes del Espiral)
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Video del telón con sonido de TV (Gracias a todos los hinchas por colaborar y a Los Pibes del Espiral)
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