Es lógico que hoy, a dos semanas y media del viaje a Corrientes, del comienzo del sueño que nos desvela (si se me permite la antítesis), estemos ansiosos. Que querramos saber ya, de voz oficial, cuándo será el debut de nuestro Cervecero. Si podremos asistir a los partidos como visitante, si incluirán a Quilmes en el programa Fútbol para Todos. Preguntas que, hoy, no tienen una respuesta concreta aunque se pueda especular.
Por qué es lógico… por varias cosas. Primero porque es normal, porque vemos que el mes de agosto se acerca y falta definirse estas cuestiones administrativas. Y la ansiedad por ver a Quilmes nos come la cabeza. Perotambién porque tenemos espacio para pensar en esto. Como hace mucho tiempo no ocurría, Quilmes encara las últimas dos semanas de la preparación con las cartas en la mesa, con las cosas mucho más claras que otros años.
Un análisis facilista indicará que se contrataron 13 jugadores y la cifra no difiere demasiado de lo que ocurre en cada receso de invierno. Pero hay una enorme diferencia. Uno podrá juzgar la cantidad como exagerada, podrá discutir una u otra incorporación (al margen de que pocos vimos jugar a todos). Lo que no se puede decir es que no cambió nada, que la política es la de siempre.
Lo que toda la vida se ha criticado es aquello de “gastar una fortuna en refuerzos”. Bien, hoy eso no existe. Las incorporaciones son muchas, pero se llevan una porción minoritaria del presupuesto. Los gastos mensuales seguirán siendo altos, pero se apuesta a una estructura conocida. A un equipo que ya rindió. Nueve de los once muchachos que se perfilan para arrancar jugando, fueron parte importante del proceso Caruso.
Hay un montón de cosas por analizar. Si cambió o no la vida política de Quilmes, no lo vamos a saber tan pronto. Si el equipo que le ganó a Vélez en el Amalfitani tiene pasta para ganarle a Desamparados de local, tampoco. Si los refuerzos que llegaron están a la altura de ponerse la camiseta cervecera, menos que menos. Son cuestiones que iremos descubriendo con el tiempo. Pero hoy, a quince días del arranque, se vislumbra un primer paso para buscar otro camino, una receta distinta. Ojalá incluya un ascenso.