Quilmes Campeón Nacional B 1990/91 – Cap. 2

A mediados del mes de Enero de 1991, se reanudó el torneo y Quilmes debió viajar a la provincia de Rio Negro para enfrentar a Cipoletti. Alfredo Grelak, un muy buen marcador central que, creo que de haber sido unos centímetros más alto los técnicos lo hubieran evaluado mejor y hubiera jugado mucho más que los 123 partidos que jugó en su carrera con la camiseta de Quilmes, ese día jugó como marcador lateral izquierdo y convirtió su único gol actuando para el Cervecero. Fue el 1 a 0 de un partido que luego de un empate transitorio durante el primer tiempo, desniveló Pedrazzi cuando promediaba el segundo tiempo y el Cervecero se trajo una valiosa victoria. Ya que hablamos de Grelak, que era habitual suplente en la primera rueda, aunque aparecía cuando era necesario cubrir cualquiera de los puestos defensivos, se adueñó pocas fechas más tarde de la camiseta número 4 y se ganó el puesto de lateral derecho por el resto del torneo.

El primer partido del año en Guido y Sarmiento fue el 1 a 1 con Racing de Córdoba, la visita se puso en ventaja al inicio del segundo tiempo y Quilmes empató con gol de Rufini, aprovechando una falla del arquero visitante. La visita a Rafaela en la fecha siguiente fue con derrota, el Gallego Rodríguez había marcado el empate cervecero durante el segundo tiempo y cuando la igualdad parecía inamovible, Atlético convirtió faltando 5 minutos para el final.

El “Taca” Escalante, eficiente defensor central cervecero, volvió a convertirle a Defensa y Justicia, como en la primera rueda, esta vez en Florencio Varela en un partido muy malo que terminó con un empate en 1. Otra pobre actuación tuvo Quilmes siete días después al recibir a Talleres de Escalada, lo único para destacar en el recuerdo, es que convirtió su único gol con nuestra camiseta José Luis Acosta, aquel “8” de la melena enrulada que no paraba de correr por la derecha, que titular de aquel torneo en el que sólo faltó a dos partidos.

Quilmes llevaba 4 partidos sin ganar, el verano del 91 no venía del todo bien, igual no había perdido demasiado terreno, dado que el puntero, Atlético Tucumán, estaba a solo dos puntos de distancia (los que en aquella época otorgaba una victoria). La mala racha se rompió en Pergamino, Quilmes se puso en ventaja temprano, con otro gol de cabeza del Taca Escalante y luego salió a relucir todo el oficio de ese equipo para vencer merecidamente a un Douglas Haig, que no logró inquietarlo.

El sábado siguiente Quilmes recibió y venció a Villa Dálmine por 3 a 1, Escalante marcó al inicio del partido su tercer tanto en tres partidos consecutivos (llevaba 4 en el torneo), y el equipo recuperó el nivel que lo había llevado a los primeros puestos en la tabla, con un gran segundo tiempo donde Rufini y Colombo aumentaron el marcador en los primeros minutos, y promediando la etapa descontó el equipo de Campana. El miércoles siguiente Quilmes recuperó un encuentro de una fecha que había sido postergada, recibiendo en Guido y Sarmiento a Atlético Tucumán, en un partido que constituyó un choque entre los punteros del torneo. En un partido disputado ante gran cantidad de público, el Cervecero contó con dos penales a su favor, el primero cuando faltaban 15 minutos para el final, el goleador Marcelo Rufini lo estrelló contra el travesaño; tres minutos después tuvo su revancha poniendo a nuestro equipo en ventaja. Todo era festejo cuando en la última jugada del partido empató el equipo tucumano. Ambos continuaron compartiendo la punta.


Izq: Fecha 29, Quilmes 3 Villa Dálmine 1, zurdazo de Rufini para convertir el segundo gol cervecero. Der: Fecha 30, Morón 0 Quilmes 0, el saludo final luego del empate en cancha del “gallito”, Rufini, Grelak, Scime, Acosta, Giofre, Montenegro, Orengo y Di Diego (semitapado).

 


Izq: Fecha 31, Quilmes 4 Atlanta 1. Marcelo Rufini convierte el primer gol cervecero. Der:El “Taca” Escalante inicia la jugada del segundo gol cervecero; detrás el Gallego Rodríguez.

En la visita a Morón, tres días después, Quilmes cosechó un empate en cero, y siete días después llegaría un partido muy recordado. En este partido tan particular no nombraré a solo dos protagonistas, el local y el visitante, sino que agregaré a un tercero, el árbitro. Quilmes y Atlanta se enfrentaron en Guido y Sarmiento con el arbitraje del joven Javier Castrilli. En el inicio del partido el Bohemio, que ocupaba el última posición en la tabla sorprendía poniéndose en ventaja. Pero la sorpresa fue mayor cuando se cumplía el primer cuarto de hora, porque el visitante perdía dos jugadores por expulsión. Enseguida vino el empate de Quilmes por intermedio de Rufini y tras cartón una nueva expulsión de otro jugador de Atlanta. El Cervecero no jugaba bien, y dentro de un partido anormal se pondría en ventaja sobre el final de la primera etapa con un gol en contra de un rival. En el segundo tiempo el partido no era tal, por lo desparejo, hubo un penal que le atajó el arquero visitante a Rufini y otros dos goles cerveceros convertidos por el propio Rufini y el Gallego Rodríguez, una nueva expulsión de un jugador visitante y había sido cobrado otro penal para Quilmes. En ese momento quedó lesionado un jugador de Atlanta que no podía seguir. Como el técnico bohemio había hecho los dos cambios permitidos y su equipo tenía en cancha siete jugadores, la cantidad mínima permitida, la salida del lesionado determinaba que el partido no se pudiera seguir jugando, razón por la que fue suspendido cuando faltaban 9 minutos para el final.

En el partido siguiente Quilmes visitó por primera vez en su historia, la pequeña cancha de Laferrere. Las dimensiones del campo de juego facilitaron un gol de arco a arco convertido por el arquero local y sufrido por Mulet. El tanto fue anulado y no recuerdo el porque, lo que si recuerdo es que en la cancha me pareció lícito. El resultado final fue 1 a 1 y nuestro gol lo convirtió Lalo Colombo.


Izq: Fecha 31, Quilmes 4 Atlanta 1. Colombo y Grelak (4) festejan el segundo gol de Quilmes. Der: Fecha 32, Laferrere 1 Quilmes 1. Encara “Lalo” Colombo, detrás Mario Gómez.

En la fecha siguiente, como local conseguiría una cómoda victoria ante Deportivo Maipú de Mendoza. Fue 3 a 0, con un Quilmes que se volvió a mostrar como un equipo sólido y esta vez, de la mano de la gran actuación de Colombo, con gran apetito ofensivo. Lalo en dos ocasiones y la “tortuga” Gómez fueron los autores de los goles. De la visita a Córdoba para el empate en cero con Instituto, quedó como saldo un punto importante en una cancha difícil y que la punta seguía siendo del Cervecero, con dos puntos de ventaja sobre Belgrano y Atlético Tucumán

El Sábado siguiente, en la victoria como local ante un flojo equipo que tuvo esa temporada Colón, Quilmes tuvo un primer tiempo arrollador, se puso en ventaja a los 10 minutos del inicio gracias a una palomita de Gabriel Pierino Pedrazzi y no concretó varias situaciones muy favorables. No mantuvo ese ritmo en el segundo tiempo pero se alzó con una merecidísima victoria. La llamada media inglesa (victoria de local y empate como visitante) siempre fue algo muy preciado para un equipo con pretensiones. Más aún en las épocas que el empate valía la mitad de lo que significaba un triunfo. Por eso, el empate 0 a 0, conseguido como visitante ante San Martín de Tucumán, con Alejandro Mulet erigiéndose en la figura cervecera, resultó muy valioso.


Izq: Fecha 33, Quilmes 3 Deportivo Maipú de Mendoza. El segundo gol, la “Tortuga” Mario Gómez de tiro libre. Der: Fecha 35, Quilmes 1 Colón 0. La palomita de Gabriel Pierino Pedrazzi para convertir el gol del triunfo cervecero.

 


Izq: Fecha 37, Tigre 0 Quilmes 1. La revista Sólo fútbol se hace eco del tremendo triunfo en la cancha de victoria. La imagen de la izquierda muestra a Scime cabeceando en ofensiva; la de la derecha también lo muestra al “Bomba” esta vez festejando el gol con el autor, el “Lalo” Colombo. Der: Fecha 40, Quilmes 4 – Central Córdoba de Santiago del Estero 0. Mario Gómez convierte el tercer gol, segundo suyo, ante la salida del arquero rival.

En la fecha siguiente Quilmes volvía a jugar como visitante y conseguía un triunfazo ante Tigre, que peleaba por mantener la categoría. Lalo Colombo convirtió a los 4 minutos de iniciado el encuentro y el oficio del puntero hizo el resto para llevarse el triunfo en un encuentro durísimo. La anécdota de aquel partido cuenta que sobre el final, Castro Villasenín, un delantero que entró en algunos partidos durante el segundo tiempo (participó solo en 6 encuentros) y del que muchos no podíamos terminar de comprender como se había dedicado a este deporte, quedó sólo frente al arquero local y en lugar de definir encaró hacia el banderín del córner con el objeto de hacer tiempo a la espera de la finalización del partido. Increíble y risueño.

El siguiente fin de semana quien visitó a Quilmes fue Belgrano de Córdoba, que era su escolta a tres puntos,. El Cervecero hizo los méritos para llevarse los dos puntos pero los cordobeses lograron el objetivo del empate, fue 0 a 0.

Quilmes mantenía la distancia y debía visitar, en cancha de Español, a Deportivo Italiano, que estaba cumpliendo una mediocre campaña; el panorama era alentador. Quilmes llevaba 14 fechas sin perder y seis sin que le hagan goles; el invicto del arco de Mulet llegaba a 608 minutos. Pero la alegría por este presente duró hasta que comenzó el partido. En quince minutos el equipo local se puso 3 a 0, frente a un puntero desconocido, cometiendo fallas groseras que facilitaron la labor del equipo “tano”. Quilmes remontó algo en la segunda etapa pero no fue suficiente. Había tenido su peor partido en el torneo, se había acercado Belgrano, a un punto y Atlético Tucumán, a dos.

El clima no había sido el mejor en la semana, dado que la categórica derrota se produjo justo en la etapa final del torneo, algo que hacia recordar lo sucedido en la temporada anterior cuando nuestro equipo bajó su nivel y terminó perdiendo la posibilidad del ascenso. Por eso resultaba muy importante la respuesta que pudiera tener el equipo al recibir a Central Córdoba de Santiago del Estero, uno de los que peleaba por no descender. Y el puntero respondió con una actuación magnifica aplastando a su rival. La “Tortuga” Gómez, que ya había estrellado un tiro libre en el travesaño fue el autor del primer gol a 12 minutos de iniciado el partido, “Lalo” Colombo, luego de dejar cuatro rivales en el camino y definir ante el arquero puso el 2 a 0. En el inicio del segundo tiempo nuevamente Gómez, tras una jugada individual definió con el arco libre y cuando faltaban 5 minutos, Martín Di Diego selló la goleada al conectar un centro que desde la derecha había enviado el “Bomba” Scime. Un gran partido del equipo, que significó la recuperación del ánimo por parte de los hinchas. Con el empate de Belgrano ante Italiano el Cervecero ampliaba la ventaja a dos puntos sobre los cordobeses y Atlético Tucumán que alcanzaba el mismo “escalón” luego de vencer como visitante a Atlanta.


Izq: Fecha 40, Quilmes 4 – Central Córdoba de Santiago del Estero 0. La revista Sólo fútbol muestra en la imagen superior la felicidad de Rufini, Mario Gómez (10), Colombo y Acosta. En las fotos inferiores el segundo, tercero y cuarto gol y a sus autores definiendo, Colombo, Mario Gómez y Martín Di Diego respectivamente. Der: Fecha 41, Banfield 2 Quilmes 2. El equipo que inició el partido en cancha de Banfield. Arriba: Grelak. Mulet, el Gallego Rodríguez, Montenegro, Juarez y Escalante. Abajo: Colombo, Scime, Acosta, Mario Gómez y Rufini.

Una parada difícil esperaba en la penúltima fecha, había que visitar a Banfield. Hasta el estadio de Peña y Arenales llegó una multitud Cervecera para alentar a su equipo que podía coronarse esa tarde (si lograba ampliar la ventaja sobre sus dos escoltar a tres puntos). Por supuesto que los locales se iban a “matar” para que Quilmes no fuera Campeón en su cancha. Y pasó lo que tenía que pasar; arrancó mejor el Cervecero en el primer tiempo contagiado por los quites y la entrega del Gallego Rodríguez y la peligrosidad de Rufini, a pesar de ello quien se puso en ventaja fue el local cuando transcurrían 38 minutos y Horacio García (que años después jugaría en Quilmes), de cabeza, ubicó la pelota junto al segundo palo tras un córner desde la punta derecha. Un minuto después, desde lejos, Marcelo Rufini despidió un violento zurdazo que luego de pegar en ambos postes, ingreso al arco. El partido no fue de buen nivel pero era peleadísimo como suelen ser los encuentros definitorios. Parecía que se terminaba con ese resultado, pero nuevamente a los 38 minutos, en la segunda etapa, se produjo un nuevo desnivel: “Pichón” Juárez se elevó en el área rival a la altura del segundo palo para conectar un tiro libre en forma de centro enviado por Mario Gómez desde la derecha y gol Cervecero. Pero no todo estaba dicho, otra vez un minuto después de la ventaja vino la paridad: el peligroso delantero uruguayo Robinson Hernández encontró en el área una pelota “peinada” por un compañero en la medialuna, y con un derechazo cruzado puso el empate definitivo. La bronca por no haber podido ganar se apaciguaba al saber que todo dependía de Quilmes en la última fecha, dado que llegaba con una ventaja de un punto sobre Atlético Tucumán, que había vencido a Laferrere y de dos sobre Belgrano, que había empatado en Santiago del Estero.

Aquel Sábado 1° de Junio de 1991, era un día horrible, gris y lluvioso, pero para todos los cerveceros sería un día hermoso, muy recordado a través de los años. Por la última fecha del torneo Quilmes recibía a Almirante Brown, un rival duro que había hecho una campaña respetable (terminó séptimo a 8 de Quilmes), y debía ganar para asegurarse el título, si empataba podía ser alcanzado por Atlético Tucumán. Una multitud en la vieja cancha de Guido y Sarmiento dejaba en boleterías una recaudación de 980 millones de australes (cien mil dólares).


Izq: Fecha 42, Quilmes 1 Almirante Brown 0. La cabecera de la calle Guido, cuando salió el equipo a la cancha. Der: Pelota aérea en ofensiva, salta Alfredo “Pichón” Juárez con el arquero de Alte. Brown, Golinowski. Fue en el primer tiempo cuando el partido estaba 0 a 0.

El primer tiempo fue malo y parejo, solo una llegada de Colombo, con un remate bajo luego de una combinación con Scime que contuvo el arquero visitante se registró como jugada de riesgo. El segundo tiempo comenzó con una salvada entre Mulet y Montenegro ante un peligroso ataque de Brown que parecía gol. Enseguida, Colombo encaró, pasó entre dos rivales y antes de entrar al área lo bajaron; el tiro libre para el cervecero en el borde del área, lo ejecutó Mario “Tortuga” Gómez con un zurdazo bajo que, a pesar del esfuerzo del arquero Golinowsky, se coló junto al palo izquierdo y fue el 1 a 0 y el delirio de la gente cervecera. No mucho pasó de allí en más, sólo un par de tiros de Lalo Colombo que podían haber estirado la ventaja, pero no le sobró nada al campeón, con la diferencia mínima se consagraba, peleándola como en todo el campeonato.

Me perece interesante recordar algunos párrafos de lo que se escribía en los diarios del día siguiente, para ver como veían la conquista quienes no amaban nuestros colores.

Decía el Diario Popular: Ayer se disputó el último capítulo de esta historia. Almirante Brown fue el testigo del desenlace. Hubo un partido que ganó Quilmes uno a cero y que le sirvió para intimar con la palabra Campeón. Un partido decorado por los nervios, por las pulsaciones a todo tren, por las radios pegadas a las orejas para saber que pasaba en Mendoza y Córdoba. Un partido cuya escenografía mostraba un Quilmes con vocación dominadora pero con sobresaltos ante las respuestas de Brown. Un partido que, por fin, sirvió para el desahogo del mundo de Quilmes, del público y de los jugadores, cuando Mario Gómez transformó en golazo un tiro libre. Ya estaba todo asegurado, ya ni importaba lo que sucedía en otros estadios. Era Quilmes, su triunfo y su título de campeón. Eran las banderas blancas y azules que se sacudían al compás de cada gambeta de Colombo, de cada toque de Gómez, de cada sutileza de Scime, de cada pique de Rufini, de cada quite de Rodríguez, de la entrega de Acosta, del empuje de Escalante, de la firmeza de Grelak, del empuje de Juárez, de las ganas de Montenegro, de cada intervención tranquilizadora de Mulet. Era Quilmes a Primera.


Izq: Fecha 42, Quilmes 1 Almirante Brown 0. El “Bomba” Scime pelea una pelota con el capitán visitante Johansen. Der: La pelota está a punto de superar al arquero Golinowski para transformarse en el gol del campeonato, convertido por Mario Gómez.

 



Izq: Fecha 42, Quilmes 1 Almirante Brown 0. La boca llena de gol en Mario “Tortuga” Gómez, que acaba de meter el gol más importante del torneo. Der: El grito del gran Hugo García, el hincha-técnico del Campeón.

Y esto contaba Clarín: El árbitro lo dio por terminado cuando la invasión del público se insinuaba inevitable. Quilmes concretaba el ascenso con menos paño que el año pasado en el casillero de los apellidos, pero con más equilibrio y con reservas espirituales que no lo abandonaron. Con una ventaja mínima pero inobjetable sobre sus dos escoltas. Con la presión extra de aquellas dos oportunidades perdidas en el ’90 y la exigencia del sí o sí que se imponía para esta vez. Y después de ocho años volvió. Nadie mejor que Quilmes conoce el valor de este regreso. El esfuerzo había culminado como ellos querían. Y esta vez decir esfuerzo no equivale al lugar común que se emplea cuando un equipo conquista un título. ¿Por qué no hacerlo si los hacedores lo resaltan? Eso fue Quilmes en este Nacional B: un equipo de solidaridad plena, de empuje y verdaderamente contagiado de una obsesión (subir a primera) que era un ruego. Supo que aflojar significaba un pecado y no aflojó. Y en el balance, indudablemente, hay que rescatarlo como el más parejo. Por eso no se puede discutir su éxito.


Izq: Fecha 42, Quilmes 1 Almirante Brown 0. La revista Sólo fútbol y el campeonato que ya es un hecho. En la imagen superior Mario Gómez en andas. Abajo el gol de la consagración. Der: Leonardo “Lalo” Colombo, la joven revelación del torneo pasea su felicidad en los hombros de un hincha.

 


Izq: Fecha 42, Quilmes 1 Almirante Brown 0. La vuelta olímpica con los jugadores en andas y sin sus atuendos. En la imagen Pedrazzi, Scime, Di Diego, Mario Gómez y el Gallego Rodríguez. Der: La tapa del suplemento deportivo del Diario Popular muestra a José Luis Acosta y Alfredo Grelak en pleno festejo del gol del campeonato.

Un fragmento del diario Crónica narraba: el estadio, la ciudad, todos, desde los cinco minutos del segundo tiempo, comenzaron a vivir la euforia del ascenso. Atrás quedaban los silbidos y algunos insultos que habían podido escucharse fechas atrás luego de la categórica derrota ante italiano, los fantasmas de los ascensos frustrados, los temores… Y llegó el final y el título para el equipo que, más allá de no conformar plenamente, pudo mantener la regularidad a lo largo de todo el certamen. Y la vuelta olímpica, con el aluvión de hinchas en el campo de juego. Quilmes festejó a lo grande, porque ahora, es de nuevo de domingo.


Izq: Detalle de la campaña del Campeón. Der: El resumen de la campaña y los autores de los goles del Campeón.

 


Izq: La tabla de Posiciones al finalizar el torneo y la síntesis del partido de la consagración. Der: El detalle de las presencias de cada jugador campeón en el torneo.

La revista El Gráfico, del martes siguiente relataba: “Quilmes, hacelo por el corazón” es el ruego de una de las banderas ubicadas en la popular. Hay clima de fiesta, se advierte en las mujeres inhabituales que hoy se acercaron, en los niños que se cubren de esa lluvia caprichosa e inoportuna con una bandera blanca y azul; en los ancianos que superaron sus achaques y dijeron presente… ¿Qué ofrece el equipo de Hugo García? Orden, disciplina táctica, humildad para correr y pelear cada pelota, y ráfagas de fútbol cuando esta llega a los pies de Mario Gómez, el diez cervecero, y de Leonardo Colombo. Ellos son los responsables de abastecer a los dos de arriba, Scime y Rufini… Con el 1 a 0 es tiempo de locura. Tanta que los tablones del viejo estadio parecen no aguantar (“hace mucho que no venía tanta gente” confiesa alguien con cara de experto). No importan el frío ni la lluvia que castigan más que nunca. Importa que Quilmes gana, que después de nueve años vuelve a estar entre los grandes… Ya no interesa el partido que se reitera en choques y rechazos a cualquier parte. Que permite confirmar por qué Escalante, el último hombre de la defensa quilmeña y Alberto Cristian Rodríguez, incansable en el mediocampo, son dos símbolos de este equipo, junto al pibe Colombo, que debutó en la novena fecha y se asentó con un golazo, que después se afirmó como titular y desparramó siempre un talento singular.. También en la nota de esta revista había lugar para que cuente el técnico campeón, el gran Hugo García: “Soy el hincha número uno; te juro que nada se compara con esta alegría. Me hicieron socio del club apenas nací; me casé con una chica que conocí en la pileta; fui técnico de las inferiores. Quilmes es mi vida, por eso estoy así. Este es un equipo humilde, sacrificado. No tiene tantas figuras como el año pasado, pero le agregó hambre. Los únicos titulares que quedaron fueron Rodríguez y Rufini. Después, el plantel lo armamos en diez días, con chicos del club y algunos refuerzos. Tuve suerte, vi enseguida el equipo titular”.

Es todo, este ha querido ser mi pequeño homenaje al Quilmes Campeón ‘90/’91, solo me queda por expresar un admirado y emocionado recuerdo para Hugo Garcia, su ayudante Juan Carlos Kerle y Alejandro Mulet, que ya no están con nosotros; y el agradecimiento y reconocimiento eterno para todo el plantel Campeón.

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Quilmes Campeón Nacional B 1990/91 – Cap. 1


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