Y Quilmes se relaja. Se tranquiliza. Baja tensiones y empieza a andar. Ganar siempre es importante. Si venís de perder, es vital. Pero hay partidos en los que el triunfo no vale tanto por los tres puntos que entrega como para descomprimir el momento que se vive. El cachetazo en Corrientes caló muy hondo en un tiempo que todavía no alcanza para digerir el descenso. Por eso, el plantel necesitaba esto para volver a confiar, para meterse en un torneo que será chivísimo.
El equipo de Caruso Lombardi partió como uno de los candidatos, y las presiones antes de recibir a Almirante en el Centenario eran múltiples. Sí, ya sé, segunda fecha. Explicáselo a River. Las experiencias corriendo de atrás en la B se nos caen de los bolsillos… mejor sumar de arranque. El rival, con tres porotos en el bolsillo, amenazaba con poner el micro en el área chica. Y para colmo, sin Caneo, cuya ausencia se había sentido a los gritos contra Boca Unidos. Examen espinoso.
El gol tempranero no fue casualidad. Consecuencia de entender el contexto, de poner las propias necesidades por sobre cualquier otra circunstancia y presionar en consecuencia. Calma, paz, armonía. Justicia, aún así de rápido. La serenidad, atributo clave para superar este tipo de adversarios inferiores por todos lados, se trasladó de las tribunas al césped y todo fue más sencillo.
Los puntas, ausentes en la primera fecha, fueron fuego y, mejor aún, jugaron para el equipo. Consagratoria actuación de Cauteruccio que dejó en el piso a más de un muñeco vestido de negro y amarillo. Solidario partido de Vázquez, que hizo todo lo que le faltó ante los de Medero-Marini. Pivoteó, buscó sus espacios, ganó de arriba, tuvo chances de gol. Ya va a llegar.
Grata aparición de Lucas Rimoldi. El cordobés puso prolijidad, criterio de distribución, marca y mucho despliegue. Si se cuida, en una de esas, capaz, quién te dice, no la pasemos tan mal viendo a Cerro y Kalinski rompiéndola en la A. Mansilla, interesante, no estará en Mendoza. Habilidoso el chiquitín, igual que Carrasco, que se cansó de pisarla.
Imaginate cuánto habrá exigido Almirante, que los defensores cerveceros tomaron más notoriedad con sus goles que en las tareas primordiales que les corresponden. Más allá de algunas aproximaciones, Trípodi fue espectador y la noche terminó tranquila, sin sorpresas. Por esas cosas del fútbol no fue goleada… en el complemento había espacio para dos goles más.
No es para descorchar. Era la lógica, lo mínimo indispensable. Lo que había que hacer. Pero está hecho. Por eso, relax, reflexión, y a seguir buscando lo que es nuestro.
Fotos de Alberto Hougham para Pasión Cervecera