Funcionamiento primero, resultado después

En un fútbol en el que se piensa más en el resultado que en el funcionamiento, es oportuno advertir y observar que los términos conviven y se retroalimentan. Buscar el resultado sin un funcionamiento previo es casi una utopía. Con el campeonato de la Primera B Nacional en la etapa de gestación, resulta trascendental establecer el estereotipo de este “nuevo” Quilmes. Teniendo en cuenta que el resultado es una consecuencia del andamiaje colectivo e individual, primero hay que definir a qué juega el Cervecero y qué espera Ricardo Caruso Lombardi de sus jugadores. A partir de ahí, con las características sobre la mesa, se podrá vislumbrar si el equipo está en condiciones de lograr la regularidad necesaria para pelear en los lugares de arriba.

Prestarle atención a la tabla de posiciones siempre es importante porque desviste la realidad más allá de las subjetividades. Sin embargo, aún no es tiempo de combinar desesperación y apuro si en las colocaciones Quilmes no se aferra a los puestos de ascenso. Van sólo siete fechas. A la matemática se le puede dar un margen. ¿Cómo? Si en la irregularidad que exhibió el Decano hasta el momento alcanza a evacuar las dudas y, así, va encontrando el tan anhelado funcionamiento que le permita instalarse como serio candidato al ascenso.

Algunos rasgos salientes del Quilmes de Caruso Lombardi, que por ahora osciló entre tres sistemas tácticos (4-4-2, 4-4-1-1 y 4-3-1-2), dan lugar a una lectura optimista. El Cervecero propone fortaleza en la mitad de la cancha y una de sus armas predilectas es la presión que ejercen Pablo Garnier y Lucas Rimoldi, la intocable dupla de volantes centrales. Hay buen apego de los delanteros y una alternativa táctica que suscribe la idea de asfixiar al adversario: el movimiento de Claudio Corvalán al mediocampo cuando Quilmes tiene la pelota. Su gol en el partido con Almirante Brown es un reflejo fiel: búsqueda precisa de la segunda jugada en el centro del campo, presión, agresividad y vocación ofensiva.

La actuación frente a Huracán, si bien decantó en un triunfo inobjetable por el aceptable segundo tiempo, fue más una muestra de carácter que una exhibición futbolística. Todavía Quilmes debe madurar en muchos aspectos. Por eso no hay que derrochar exitismo porque a veces la imagen que pretenden vender los protagonistas, generalmente faltos de autocritica pública, no se ajusta al prisma con el que se puede analizar desde afuera.

El estilo que parecía florecer tras la victoria ante Independiente Rivadavia entró en un impasse después de dos cotejos de un desarrollo difuso (Deportivo Merlo y Ferro), a pesar de que en el medio quedó la labor auspiciosa contra River. Quilmes todavía no se convirtió en un conjunto regular. Dentro de un torneo repleto de vaivenes, es lógico que el Cervecero no escape de la media. No obstante, el mandato será pulir el funcionamiento para facilitar la conquista del resultado y optimizarlo para que extendido en el tiempo Quilmes se transforme en un equipo sólido, compacto y efectivo.

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