El sábado 16 de junio del 2001, al caer derrotado por 1 a 0 en Córdoba, Quilmes perdió su última chance de ascender. En los días previos, había perdido una final directa con Banfield y la semifinal por el reducido frente a Nueva Chicago. El gol de Mugnaini, sobre el final de aquel partido, en el estadio de Barrio Alberdi, sentenció la promoción y obligó al Cervecero a jugar otro año en el ascenso.
Desde aquella fatídica noche hasta estos días, más específicamente hasta el último partido frente a Olimpo (18/06/2011) que lo condenó a jugar en esta temporada en la B Nacional, el hincha de Quilmes tuvo la oportunidad de conocer el éxito y el ocaso, el Morumbí y el Municipal de Comodoro Rivadavia, la torta de guita y las vacas flacas, y también, junto con todo esto, 195 nuevas caras.
Así es la situación, en el transcurso de las últimas diez temporadas en Quilmes debutaron: 195 jugadores. Algunos lo hicieron en Primera División, otros en la B Nacional y unos poquitos afortunados en alguna de las copas internacionales que disputó a mediados de la década. De todos estos jugadores, apenas 36 surgieron del predio de Alsina y Lora (un 18% del total). Un promedio bajo para la media nacional y para un equipo con pretenciones deportivas de primera.
Es por esto que, partiendo de esta premisa de 20 jugadores por temporada, no llama la atención que luego del ascenso en la temporada 2009/10, Quilmes haya sido el único de los tres equipos que subieron (Olimpo y All Boys) que desarmó por completo su plantel. Es por esto mismo que tampoco llamó la atención que, exactamente un año después, haya sido el único de los tres ascendidos que descendió. Políticas de este tipo no pueden sustentarse en el tiempo con resultados deportivos satisfactorios, premisa reflejada en los rendimientos de los diferentes equipos de Primera División.
Pero para tener una idea más clara de la relación entre: continuidad, semillero y resultados, podríamos comparar a Quilmes con otros equipos.
Argentinos Juniors ha sido, durante esta década, una institución que vivió situaciones similares a Quilmes: ascendió, descendió y tuvo una pequeña incursión internacional. La única diferencia para resaltar: el campeonato obtenido a mediados del 2010, dato que no altera el análisis. Durante este lapso, en la entidad de La Paternal debutaron: 162 jugadores, de los cuales 52 fueron formados en las divisiones inferiores (32%). Este registro no llama la atención, ni siquiera se acerca a los valores obtenidos por AAAJ en sus mejores épocas, pero tampoco es un valor despreciable.
Otro de los clubes que podría servir para el análisis es Lanús: una institución que vivió momentos terribles en décadas pasadas; llegó a jugar en la Primera C, algo que Quilmes jamás experimentó; y recién obtuvo su primer campeonato de Primera División en el año 2007. Este crecimiento, de la entidad granate, también se vio reflejado en el mencionado punto de análisis: en los últimos diez años, debutaron 94 futbolistas y 51 fueron surgidos de las inferiores (54%). Una muestra clara de la vocación formadora que asumió el club sureño.
Estos datos (gentileza de los estadígrafos Patricio Minig, Javier Roimisier y Leonardo Leone respectivamente) junto con otros que también podrían tomarse en cuenta, como la tasa de permanencia de los jugadores en la institución, sirven para brindar un pantallazo fugaz de las decisiones deportivas de largo plazo. No reflejan una verdad absoluta, solamente dejan entrever lineamientos gruesos de las políticas de un club.
Cuando llegué a Quilmes, a mediados del año 2003, sólo había un jugador surgido de las inferiores en condiciones de jugar de titular: Rodrigo Braña. Abajo estaban apareciendo Diego Torres y Daniel Cigogna pero todavía les faltaba para consolidarse en primera.
Cuando volví, cinco años después, el panorama era más alentador. Había un grupo de jugadores con experiencia en primera y no habían podido explotar en su momento (Manzanares, González Bordón, Medina) y un par de jóvenes promesas que entrenaban con el plantel pero todavía no eran conocidos (Cerro, Corvalán, Kalinsky, Narvay, Plante y algunos más).
El tiempo pasó, desde aquellos primeros días de enero de 2009. Quilmes, primero ascendió, luego descendió y ahora está en el mismo lugar de antes. En ese ínterin, muchos de los jóvenes fueron definiendo su camino. Un par pudieron asentarse y progresar, algunos se mantuvieron en el mismo nivel y otros lamentablemente vieron como su carrera quedaba trunca. Nada diferente de lo que ocurre normalmente en otras instituciones, salvo por un pequeño detalle. Cuando un espectador neutral, mira la situación actual del primer equipo de Quilmes, ve que nuevamente sólo hay un jugador como titular indiscutido: Claudio Corvalán.
La vida es cíclica y el fútbol también; tarde o temprano, por fortuna o desgracia, si no hacemos algo diferente tendemos a volver al mismo lugar.
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