Sin razón

Quilmes necesitaba ganarle a Merlo. Quilmes jugó mal, empató y pudo haber perdido. Y nadie podría haber hablado de injusticia en ese caso. Llegó con el ánimo alto, para qué negarlo. Si todos nos entusiasmamos con el empate postrero y prometedor vs. River. Acá, contra el utilitario Depo de De la Riva, había que validar ese punto con un triunfo. Otro mapa de partido, otra historia. Otro esquema, también. Dos puntas, Caneo a la centroizquierda, como en la A.

Y bueno, la necesidad es lo que manda en este juego. Por eso, los de azul coparon la parada, quisieron ocupar el campo rival. Los otros, casquito, pico, pala y a pelearla en el medio. Y con esas armas, con el libreto, o más bien la filosofía de vida totalmente aprendida y aprehendida, los tipos complicaron. 4-1-4-1 y se aprovecharon de un QAC muy impreciso para salir de abajo y mal parado en retroceso. Con ese puchito, con eso solo les alcanzó para salir de contra y asustar mucho.

Un Caneo muy apagado, un Garnier desprolijo, dos puntas desconectados entre sí y del resto del mundo, conspiraron contra las posibilidades de atacar además de avanzar. A propósito, insisto con lo mismo, aún a riesgo de que crean que tengo parte del pase, o un tongo o algo: Rimoldi es muy fino, muy claro. Siempre se la da a un compañero. A cuidarlo. La cuestión es que, por lo menos en el primer tiempo, faltó de todo.

Y en el complemento, si bien De la Riva lo quiso ganar desde el banco, Quilmes no pasó tantos sofocones en defensa. El grave problema es que no pensó, no usó la cabeza. Estamos en tiempos donde los protagonistas no se cansan de echarle la culpa al otro, que me puso el micro en el área, que se metió todo atrás, y demás. Merlo hizo su negocio. Y, de los que vengan al Centenario, van a ser más los Merlo que los River.

Por eso preocupa que el Cervecero se haya pasado todo el segundo tiempo tirando bochazos de 80 metros para que Manchot y Delgado se cansen de rechazar de cabeza. Que no se le haya caído una idea, que no haya tenido variantes para disolver el planteo del rival. Duro, sí, pero legal. Y sin misterios. Preocupa que se diga que “si no lo abrimos rápido, se complica”. Habrá que dejar de quejarse y empezar a buscar variantes. Igual, es un partido. Quilmes puede, claro que sí. Necesita pensar.

 

Fotos de Alberto Hougham para Pasión Cervecera

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Fotos de Giselle Peralta para Pasión Cervecera

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