Misión cumplida. Había que ganar y se logró. Tres puntos son tres puntos. Importantes desde todo punto de vista: para recuperar la confianza, para demostrar que estamos vivos, para no alejarse. Quizá para no vender debilidades, también. El triunfo está adentro, en casa. Habrá que rescatar eso por encima de todo.
Hay que contextualizar y decir que hace largos años que no viene al Centenario un rival tan flojo. Tácticamente se vio a un Atlético Tucumán desordenado desde el principio. Rústico y blando en defensa, con pocos nombres, sin mediocampo ni variantes para atacar… en fin: vulnerable. No hay partidos sencillos, pero entre los “ganables” este se presentaba como uno de los más. Oportunidad perfecta para hacer valer el amargo empate en Mardel, para esbozar una sonrisa y pensar no sólo en ganar el partido sino también en lograr un buen funcionamiento después de varios pasos en falso.
Y fue el Cervecero. La inexplicable salida de Rimoldi no le impidió tomar el control del partido desde el arranque, intentando (sin claridad) aprovecharse de un adversario muy tímido. Y en eso, cuando la pelota ya era una conquista pero los ‘uuuuhh’ no aparecían, llegó el gol. Y por supuesto la tranquilidad. Con Caneo apagado y Díaz incómodo de 5, fueron Chirola y Garnier los que se pusieron el equipo al hombro para justificar la ventaja antes y después de lograrla, e incluso llenar formularios para un segundo gol.
Pero claro, hermano. Como siempre te digo: artículo 1, inciso 1; hay que sufrir. El Atlético Tucumán que te describí, sin girar 180º en sus características, se aprovechó de un Quilmes muy pasivo. Líneas 20 metros atrás, cambios extraños y el arco de Ischuk cada vez más lejos. Trípodi, inspirado, evitó la angustia. Y el QAC, que pasó de un buen primer tiempo a un muy mal segundo, terminó aprovechando un quedo defensivo para cerrar la historia y que pase el que sigue.
Es natural: por cuestiones psíquicas, uno no puede evitar quedarse con la última imagen. Y lo cierto es que el martes el equipo terminó mal. Sometido ante un rival inofensivo; con un arquero que trabajó más de la cuenta. Pero antes había hecho lo suyo. Con ratos de buen fútbol, supo capitalizar su ventaja y se llevó un triunfo justo. En lo personal no me convenció del todo, pero eso es harina de otro costal. Hay aire. Y la necesitamos para ir a Rosario.
Fotos de Alberto Hougham para Pasión Cervecera