Empate: ¿se valora o es poco?

El empate que Quilmes cosechó en el Gigante de Arroyito dividió aguas y puso sobre el centro de la escena un debate que abarca diversos matices: ¿se valora el punto o deja gusto a poco? En principio, desde una óptica superficial, relucen dos corrientes. Están los que consideran que por la inercia de la historia el Cervecero debe salir a ganar en todas las canchas, despojado de cualquier especulación previa; y también están los que observan el futuro y toman el resultado como un buen síntoma por haber salido ileso de una batalla desgastante. Sin embargo, se puede contemplar otro camino paralelo: apreciar la unidad, entender que Quilmes no es más ni menos que nadie y preocuparse por hallar una mejora que lleve a superar la vara de la medianía. Este último atajo, si se lo adapta al presente, es el más pavimentado.

Antes de adoptar una postura es conveniente definir a Quilmes. La bipolaridad es un rasgo inherente. Para ilustrar sirve aferrarse a las estadísticas, que indican que el Cervecero, de los que pelean arriba, es uno de los elencos que menos goles convirtió: nueve. River, el líder, le saca 12 de ventaja, e Instituto y Boca Unidos tienen ocho gritos más, mientras que Gimnasia de Jujuy le lleva tres. No obstante, los de Ricardo Caruso Lombardi son los que menos conquistas recibieron: cinco, y comparten la marca con Ferro, Gimnasia (J) y Deportivo Merlo. Así se exhibe una tendencia evidente. Quilmes, una estructura con poco gol, se basa en la solidez defensiva. De diez fechas transcurridas, en siete no vulneraron su arco.

La frialdad numérica bosqueja el esqueleto de un Quilmes que porta la huella de Caruso Lombardi. Esa concepción puede ser el primer paso para desmenuzar el espíritu del Decano ante Rosario Central. La receta del Tano propone un menú ambicioso en el Estadio Centenario y otro más cauteloso lejos de Vicente López y Esquiú. Fuera de casa, el entrenador va con mantelería y guarnición. No es casualidad que Quilmes haya disputado cinco partidos de local sin registrar derrotas (sumó tres victorias y dos empates). Sólo River y Almirante Brown son más efectivos en su propio recinto. Tampoco es producto del azar que de visitante acumule dos caídas y tres igualdades.

En un campeonato que exige ser (casi) implacable de local, lo que hizo Quilmes hasta el momento no es despreciable. Frente a Rosario Central se fotocopió el estereotipo que gestiona Caruso Lombardi para plantarse de visitante y por ahora la fórmula viene siendo fructífera porque el Cervecero engorda el puntaje y sigue prendido en la lucha grande. ¿Puede ser más agresivo? Sí, pero dentro del esquema filosófico del director técnico resulta imprescindible no tropezar de visitante, aunque sea necesario especular, tirarle la presión al rival y apostar al contragolpe. Con 28 jornadas por delante, mantenerse en los puestos de vanguardia es clave, sin perder de vista que el funcionamiento es el que conduce al éxito.

Por otro lado, cabe destacar que Quilmes puede incrementar sus niveles de rendimiento. Hoy alcanza con calcular en base a las pretensiones inmediatas, pero va a llegar una instancia en la que el equipo tendrá que estar capacitado para relegar las elucubraciones y, como consecuencia, jugarse entero por el objetivo final. Consumir energías en la meditación es un arma de doble filo: puede ayudar a superar la actual etapa de consolidación o puede generar un falso conformismo.

Un punto saludable en una parada siempre espinosa. Un halago que estuvo a la misma distancia que la desazón. Un Quilmes que precisa afianzarse y mejorar. Un futuro que ofrece creencias y dudas, que incluye religiosos y ateos. La conjunción de argumentos de una historia sin final establecido.

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