Mucha polvareda levantó la decisión de que Miguel Caneo se sentara en el banco. Pocos son los que, hoy en día, se animan a discutir la importancia de su presencia en el equipo, en ciertos partidos, en esta categoría.
Pero vale decir que se le puede dar un análisis interesante a la situación, e intentar así digerir un poco más el asunto. Encontrarle un “sentido táctico” si se quiere.
Lo cierto es que Miguel Caneo no es el mismo que en 2004. Los años pasan y le pasan a todos. Y en el desarrollo profesional de un futbolista, siete años pesan.
Ahora, algunos deportistas pueden llegar a sentirlo de diversas maneras.
Unos mejoran, maduran. Adquieren otro conocimiento de la cancha, de las situaciones del juego. Otros todo lo contrario. Suelen entrar en declives futbolísticos o físicos que los llevan en plazos de cinco a siete años de las ligas europeas a categorías de ascenso.
Sin embargo, estos años a Miguel le han dado mucho, y quitado algo.
Yo tengo mis dudas de si Caneo volverá a estar alguna vez a su 100%. Hay que reconocer también, que en la medida que el jugador crece y los años pasan, y la exigencia física aumenta (constantemente en el fútbol) esa línea del ciento por ciento del rendimiento se va acomodando de manera proporcional con el rendimiento físico REAL que pueda alcanzar. Además de una colección personal de lesiones. Esto explica, a mi entender, que Caneo no esté “para los 90”.
Pero es indiscutible la calidad técnica del muchacho, la velocidad de razonamiento en ciertas jugadas, la precisión, el “timing”. Y sobre todo la necesidad imperiosa de que JUEGUE. En Quilmes hemos visto cada muñeco vestir la “10” que debemos estarle agradecidos eternamente a Caneo. El “hijo pródigo” de Bianchi.
Ahora bien, otra realidad de nuestro equipo escapa a la responsabilidad directa de Caneo, y es la falta de cierre de los partidos.
No es novedad de que Quilmes sufre los últimos quince o veinte minutos de juego. Muy probablemente nos sobren dedos para contar partidos en que los de Caruso tengan asegurado, definido, liquidado el partido antes de la media hora del segundo tiempo. Siempre «con el culo en la mano» hablando mal y pronto.
Creo, por lo tanto, que podríamos ver en la premisa “Caneo al banco” la posibilidad de guardarnos un as bajo la manga cuando el ritmo del partido haya hecho estragos no solo en los nuestros, sino también en el rival.
Las defensas del ascenso no se caracterizan por su calidad y Miguel las desequilibra.
Es por eso que no me disgusta del todo la idea. No se si esto nuestro comprometido técnico analizó o si estoy “avivando giles”. Pero el partido pasado funcionó. Cuando hubo que cerrar el resultado, Caneo le dejó servido el gol a Díaz. En otro contexto, en otro momento, jugando desde el minuto cero, o ya no estaba en la cancha, o llega sin piernas.
Así que, hermano Cervecero, siempre se puede ver el vaso medio lleno de una situación rara y hasta “escandalosa”. A mi tampoco me gusta ver a Caneo en el banco. Pero sirve para que Quilmes gane, se acabó la discusión. Eso, por sobre cualquier nombre, es lo más importante.