No es para adelantarse a los festejos de Navidad ni para descorchar antes de fin de año. Pero sí es para pensar que en los ratos de lucidez Quilmes puede transformarse en un elenco peligroso. La identidad que se le exigía al equipo y la necesidad de hallar un estilo propio fueron protegidas con una actuación sólida. El empate ante Instituto dejó gusto a poco porque el Cervecero hizo méritos para inclinar la balanza a su favor. Sin embargo, después de muchos partidos signados por los desniveles colectivos, el Decano sacó una cuenta en limpio que le permite aspirar optimismo de cara al futuro inmediato. ¡Qué lástima que haya sido sobre el final de la primera parte de la temporada! Igual es bienvenida.
Era uno de esos choques que suelen contraer secuelas significativas, que podían caer del lado de la desgracia o de la prosperidad. Los cordobeses, punteros del certamen, planificaron un partido que se les abrió rápido pero que no lograron sostener. Quilmes no los dejó pasear su estructura aceitada por la gramilla del Estadio Centenario. Sagaz y rebelde, el local arrinconó a su rival con las armas lícitas que un conjunto con autoridad debe desenfundar en batallas medulares. Faltó plasmar la superioridad en el arco de Matías Vega, es cierto, pero cuando hubo oportunidades hasta los palos se pusieron en contra del Cervecero.
Quilmes atraviesa una etapa en la que es más importante el cómo que el qué. Nunca es bueno perderle pisada a los que encabezan la tabla de posiciones, aunque lo principal e irrenunciable es encontrar argumentos que optimicen el rendimiento de la conjunción integral, más allá del resultado. Si no se incurriría en la arista oscura del resultadismo que baña al fútbol argentino. Y eso no es saludable. ¿Qué hubiese pasado si Quilmes sucumbía frente a Instituto pero le ganaba 1 a 0 sin demasiados fundamentos para justificar el triunfo? Seguramente la felicidad de un halago pasajero se hubiese empañado por la preocupación por otra jornada de poco fuste.
No hay que perder el horizonte. Quilmes redondeó una actuación productiva y deberá extenderla en el tiempo para que la labor ante Instituto no se convierta en un vil espejismo. Se necesita trabajo y constancia. Aún quedan ítems en el debe, por ejemplo las ejecuciones de las pelotas paradas, que en general son desperdiciadas. Es bueno mirar para atrás. Mirar atrás y corregir. Corregir y seguir adelante. El Cervecero está vivo.