Chapa

Quilmes pasa su mejor momento en la temporada. No sin sufrir, pero con estricta justicia, se sacó de encima un escollo bravísimo, un partido de esos que juegan los de adentro y los de afuera. El público responde siempre, pero esta vez lo hizo más. En cantidad y calidad. Y los jugadores también. Y no hay que tenerle miedo a la palabra “candidato”, porque el equipo está a un punto de los líderes y hay alguno (o algunos) que están tecleando feo, a pesar de sumar.

Antes de la vuelta a la actividad, varios hablaban de “seis puntos ganables” como local en el comienzo del año. Sin embargo, el hecho de tenerlos en el bolsillo es para destacar. Ante Guillermo Brown, Quilmes se liberó del fantasma de los equipos de mitad de tabla para abajo que vienen al Centenario y siempre se llevan algo. Y se liberó con creces, con una goleada impresionante, no sin fisuras pero con una actuación más que buena.

Y contra Boca Unidos, hablar de partido accesible evidentemente implicaba no estar al tanto de lo que pasa en la B Nacional. En la primera rueda, fue uno de los equipos que mejor trató la pelota (en mi opinión el mejor), y no tuvo ningún reparo en venir a demostrarlo el último domingo. Quilmes, sin renunciar a poner el ojo en el arco rival, retrasó su última línea y el visitante ganó el medio. Con prolijidad extrema, generó algunas chances importantes.

Y entonces, el Cervecero, que por momentos no hacía pie con la pelota por abajo, apostó al recurso de la salida rápida para buscar un gol o una pelota parada. Varias veces estuvo cerca de abrir el partido hasta que lo consiguió con el cabezazo de Mandarino. Y ahí algo cambió. Boca Unidos sintió el golpe y Quilmes pudo estar más cómodo en el partido. Pressing cada vez más alto, manejo de pelota más frecuente y el partido, más funcional a los intereses de los de blanco. Llegaron las chances producto de la elaboración. Aunque se fallaron.

Y como suele pasar, el visitante igualó (¡de contragolpe!). En el entretiempo, había una sensación de golpe psicológico durísimo. Pero fue más para los hinchas que para los muchachos, que salieron en el complemento a comerse la cancha. Desde el comienzo, Quilmes le sacó la pelota al equipo correntino (lo cual ya es un gran mérito), y fue al frente. Cuando se caía de maduro, en el mejor momento del QAC, llegó el 2-1.

Las excursiones ofensivas se prolongaron un rato más hasta que ellos se avivaron de que iban perdiendo y hubo que sacar el pico y la pala. ¿Incómodo? Para nada. Actitud al 100%, nadie resignó nada a los intereses del equipo y finalmente se pudo sacar adelante un partido tan complicado como valioso. Y así Quilmes saca chapa. Porque supo adaptarse de la mejor manera a todos los juegos de roles que el desarrollo le propuso. Así, puede ganarle a cualquiera. Que dure.

 


LO QUE FALTA PARA VER A QUILMES CON ALMIRANTE BROWN…

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