Fue demasiado. No sé cómo bajar ahora. Todavía busco en los canales de deportes que me repitan los goles una y otra vez. También miro los diarios a ver si somos tapa de nuevo. Me hice adicto a éste equipo y me hace rasguñar la cara no saber cuándo juega. La ansiedad me está volviendo loco. Quiero más Quilmes, quiero más.
Vi cosas hermosas, figuras artísticas como la definición de Caute o de Chirola, magia que ni Copperfield podría hacer, en la suela de Miguel. Vi a un Cervecero que no recuerdo haber visto nunca, no en este esplendor. Tanta alegría seguida te va a hacer mal, cantaban los Decadentes. A mí no me importa, seguí así.
Ya me dieron el dulce, muchachos. Ahora no me dejen así. Mi cuerpo pide seguir gritando, festejando, y si es en el Monumental, sería casi orgásmico. Y se puede. Claro que se puede porque somos el mejor de este año. En números (indiscutible) y en juego. El nivel de los volantes, la conexión entre los de arriba, la intención de jugar por el piso y de reventar cuando es necesario… los de Caruso llegaron al climax y va a ser difícil de mantener.
Aunque claro, contra la Gallinas es un partido bisagra. Garnales allá, es un envión anímico que va a ser muy difícil de parar. Hoy Quilmes tiene tanta confianza en sí mismo que le salen todas, imaginate si hacemos puchero el sábado o viernes o cuando mierda se juegue. Ya está papá, ponele el gancho que no nos frena nadie.
Por eso le pido a los jugadores que no me dejen manija. Quiero más de eso que me mostraron contra los mendocinos. Vamos a buscar a los punteros y robémosle todo.