Y Quilmes sigue nomás su camino. Como si no hubiera pasado nada, como si una horda de colegas no le hubiera usurpado su casa el último martes para hablar de cualquier cosa menos del Cervecero, como si hubiera sido una semana de trabajo normal. Como si no hubiera llegado un entrenador dos días antes de un partido para dar un mediogiro en el perfil de conducción del plantel. Así, con actitud, avasallante y voraz, el QAC se comió crudo a un Atlético que duró menos de media hora en partido.
De una u otra forma, siempre estuvo claro quién iba a ganar la pulseada. No pasó mucho en el comienzo, pero Quilmes se mostró ordenado, paciente y con ganas de atacar. Quizá las mismas del rival, urgido por la tabla y la localía. Pero por algo está donde está. Larguísimo, llegó una sola vez. Y de la mano de Caneo, sólo restaba calibrar la mira en el último pase para poder ponerse en ventaja. Daba la sensación de que un golpe sería demasiado para los de Llop.
No le tembló la mano a De Felippe para apostar una difícil. Diz y Vázquez, dos faros de área, y que encima venían con la mira torcida, se hicieron con el puesto minutos antes del partido. No defraudaron. Facundo no dejó pasar la responsabilidad de abrir (y cerrar, al fin y al cabo) la historia tras el jugadón de Miguel. Momento clave para dormir al rival y para ir dejando atrás viejas historias.
Ya estaba jugando un partido monumental Caneo antes de la apertura del marcador. Y después del pase gol, se terminó de hacer dueño de la historia. Con enormes libertades, y la inteligencia de jugar siempre donde el trámite se lo pidió (a veces enganche, a veces delantero, a veces volante de salida), el rionegrino cumplió una actuación superlativa. En mi opinión personal, la mejor en lo que va del año. Y eso que tiene un 2012 bárbaro. Ah, y la coronó con un anticipo estupendo para el 2-0. Por todo eso, merecía un párrafo aparte. 10 puntos.
Quedó tiempo para que Atlético terminara de descalabrarse y lo aprovechara Vázquez. Quilmes, atento al devenir del partido, se paró de contragolpe y explotó las miserias de una defensa amateur. El Oso marcó luego de 11 meses y será clave para recuperarlo cuando falta el remplazante de Telechea.
Es un triunfo para festejarlo. Sobre todo, porque es notorio que el equipo no perdió de ninguna manera el foco de hacia dónde debe ir. Más allá de los males del Decano (el otro, el tucumano), Tucumán es una plaza difícil y no todos los días se gana allí con tanta autoridad. Sigue faltando mucho, pero el camino es el mismo. Mirando al frente se puede hacer todo. Y que venga Central nomás. Quilmes tiene todo en su lugar.