Un rachita de partidos sin perder, cierta tranquilidad con la zona roja, un equipo blindado, que se repone de lesiones importantes y que se la aguanta con uno menos contra el mejor del torneo. Nada alcanza, nada vale. No pueden vernos disfrutar en paz. La tranquilidad no es algo que los cerveceros podamos disfrutar. Nunca la vamos a tener, siempre te quieren romper las pelotas.
Parece mentira, pero te atacan de todos lados. De afuera y de adentro, como si no alcanzara con los misiles que nos dispara la AFA, también tenemos que aguantar una guerra civil, un levantamiento en la cocina de casa. Mientras, los que sufrimos sin poder hacer nada más que alzar la voz o descargarnos con las letras, nos agarramos la cabeza. ¿Qué les pasa? ¿Está bueno revolearnos de un lado para otro? ¿Les aburre vernos en paz? Déjense de joder…
Pero vamos a separar las cosas, dijo Jack el destripador. Empecemos por lo de arafue. AFA, Grondonita, Grondona, JLM, Cantero, Marconi… lo del fin de semana fue muy obvio. Si nos quieren voltear, si van a meter la mano en el tarro, traten de disimular un poquito. Desde los cinco minutos que Loustau estaba nerviosito con los jugadores de Quilmes y no tanto con los del Lanús. ¿Qué le pasaba? ¿No le gusta las caras? ¿O alguno le comió a la jermu? No entiendo esa violencia para revolear tarjetas a cualquier que esté vestido de blanco. Y eso que no discuto la expulsión de Mansilla eh, creo que fue un error de Jacobo la patada que mete de atrás estando amonestado. Pero con todo el resto ya te venía condicionando y sacándote de las casillas. Ni hablar del penal… Agustín Pichot, eeeh, digo Marchesín, le hizo un tacle a Cachete enfrente del pito y nada, siga, siga. Ah, casualmente a Independiente le tiraron mil centros contra Boca…
La diferencia es que, ellos con el réferi a favor, y nosotros en contra, sumamos los mismos puntos. Ja. Jugando de local contra uno de los peores: 1-1. Jugando de visitante, contra, para mí, el mejor: 2-2. Y uno piensa que, por más que lo intenten, así no nos van a voltear. Pero después pasan cosas como las de esta semana y pensás que queremos implosionar.
Quiero ser coherente, siempre me puse del lado de los jugadores en cualquier reclamo. Los pibes laburan y tienen que cobrar. Corta, no hay otro razonamiento. Aun así, me llama la atención en este caso los argumentos. Digo, siempre se plantaron cuando les debían dos meses y un poco más. Ahora, con un mes y un cuarto de otro (algunos), ya hubo un faltazo tremendo. Una medida de fuerza durísima en esta coyuntura del fútbol argentino.
Y el tema es que no lo supieron comunicar. Entonces, vos de un lado tenés a la dirigencia que te dice “sí, les debemos esto, esto y esto, y nos atrasamos por esto, esto y esto, aunque ya habíamos hablado la semana pasada”. Del otro, los jugadores hablan de “mentiras” y “promesas incumplidas” pero nada más. La balanza así se desequilibra.
Desde donde lo veo, el principal problema es la ausencia de Aníbal. Guste o no, si tendría más presencia en el vestuario, en algún entrenamiento, en algún partido, lo habla y esto no pasa. Porque esto no puede pasar, menos a esta altura. Mientras tanto, en Avellaneda, en San Juan, en Santa Fe, en Rafaela y en la calle Viamonte, se frotan las manos y se matan de risa. Y a los hinchas, nos siguen pegando abajo…