Por suerte, en el fútbol el resultado no es lo único que importa. Por suerte existen interpretaciones, puntos de vista, gustos disímiles que parten de otra cosa. Porque si no, alcanzaría con ver la tabla de posiciones para determinar quién es mejor que el otro y todo esto sería mucho más aburrido. No obstante, en ese plano, Quilmes obtuvo un punto que le sirve. Un punto que la aplastante mayoría, íntimamente, firmaba.
¿Y por qué? ¿Solamente porque Newell’s va puntero? ¿Porque está peleando tres competencias? No, viejo. Primordialmente, porque Newell’s juega a otra cosa. No me cabe duda de que estamos hablando del mejor equipo de este torneo y de los últimos varios años. Probablemente salga campeón, y si así no lo fuera, se mantendrá el concepto por lo menos de mi parte. A esos tipos se les plantó Quilmes. Fue menos, es cierto. Pero estuvo a la altura.
Y ese rival de fuste vino nomás a mostrar todo su potencial. Sin guardarse nada ni en nombres ni en físico ni en juego. Luego de correr atrás de la pelota durante todo el primer tiempo, Quilmes se vio en una disyuntiva a la que no está acostumbrado, al menos en este torneo: qué hacer al verse tan superado. Cómo reaccionar. Qué cambiar. Aun sin resignar ni un ápice de actitud, la derrota era un escenario claramente palpable.
Pero ya lo hemos dicho muchas veces: este equipo no sabe hacer otra cosa que mirar para el frente. Está concebido así. Además el resultado lo apremiaba, claro. Pero piensen un instante cuántos equipos fueron perdiendo contra Newell’s y cuántos de esos terminaron marcando con dos defensores en pos de encontrar puntos. No lo hace nadie. Quilmes lo hizo y, así como podía ser goleado, también podía encontrar una chance franca, esa que no tuvo en todo el partido.
Y tenía que estar él, el de la película, para tirar todos los estantes, para congelar la histeria que significan las derrotas de local. Premio también para Dulcich, a quien nadie consideraba y fue artífice principal. Pero es destacable lo de todo el equipo y hasta lo del entrenador. Porque era muy fácil cuidar la quinta e irse nada más que 0-1. No había nada que perder. Sin embargo Quilmes fue, arriesgó como nunca en la temporada y se llevó un punto quizá injusto por tantos que debió tener y no supo.
En la tabla es un punto, no más. Faltan 5, 6, 7, 8, no lo sé; cada uno tendrá su cuenta. Pero la historia está cada día más cerca de resolverse. Hasta la providencia, siempre esquiva, nos tira guiños cuando parece que no hay nada que hacer. Ojalá todo termine como pinta, porque lo de estos pibes es encomiable. Y te sentás a ver al resto, a los demás, y la verdad que irse al descenso este año sería una injusticia grande como el corazón de este equipo.
Fotos de Alberto Hougham para PasiónCervecera