Quilmes transita otra vez, como varias en este torneo, el sinuoso camino de saberse obligado a meter un triunfo en la brevedad para no caer en zona de descenso. El (cruel, injusto, impropio, lo que quieran) sistema de promedios indica que un equipo como Quilmes tiene que estar peleando el descenso mano a mano, por ejemplo, con un rival que sacó 13 puntos menos, como es Argentinos. Es igual desde la fecha 1, todos lo conocen, es cierto.
Pero es a partir de esto que por perder a cuatro fechas del final un partido perfectamente perdible como Vélez de visitante, se genera un clima horrible e indeseable en cualquier lado. Otra vez el pesimismo, otra vez la sensación de que si no ganás el próximo partido te vas al descenso y entonces nada de lo que vinimos ponderando durante todo el año habrá servido. Como mínimo, resulta curioso.
No es mi intención venir a hacer un desagravio de los jugadores, ni del técnico, ni de nadie. Hay un montón de cuestiones para criticar. De este partido: se defendió muy mal en todo momento, el equipo lució partido, pagó en la mitad de la cancha; y lo poco o mucho interesante que hizo en el primer tiempo lo tiró en el segundo, ya que ni salió a jugar el partido. Mirá si habrá defectos, si habrá errores, si habrá cosas que lamentar.
Pero se perdió un partido. Uno. Y acá viene el tema. Si después de empatar con Newell’s ya estábamos salvados (como era para muchos) no puede ser que ahora estemos hablando de soga al cuello. Las cuentas son las mismas de siempre, estamos afuera de la zona del descenso y hay que ganar dos partidos de cuatro. ¿Fácil? No, obvio. Nunca lo fue ni lo será. Es problema del que se creyó que este equipo iba a pasar del fiasco del semestre pasado a salvarse 8 fechas antes.
Y ahora vendrá Racing y las sospechas y toda la sanata. Que hagan lo que tengan que hacer. Nosotros tenemos que hacer lo nuestro sin esperar nada. ¿Acaso son invencibles, viejo? ¿No se puede jugar al fútbol y ganarles por las buenas? Permítanme creer que sí. Con récord de lesiones y todo. Faltan cuatro fechas y cada uno podrá tener la opinión que quiera, pero no se puede ir de un extremo al otro en cuestión de minutos. Hay que calmarse, que todavía está todo a mano y con un poquito de viveza se saca adelante.
Fotos de Alberto Hougham para Pasión Cervecera