Qué derrota tan complicada de digerir. Qué difícil de entender. Muy bravo quitarse la sensación de que se escapó un triunfo que era cuestión de usar un poquito la cabeza. Un partido que era muy favorable, o al menos que estaba favorable. Enfrente un rival con los brazos caídos, dominado, casi sometido. Hasta el entretiempo, un resultado bien logrado y que hasta pareció corto, pero se esperaba que se pudiera sostener en el complemento.
Si temporalmente no estuviera claro que estoy hablando del partido del viernes que se perdió con San Lorenzo, se podría emparentar con toda certeza con aquella derrota que ya parece lejana pero que todavía nos duele, que no podía ser otra cosa que victoria y se escapó en la Bombonera. Otra vez tres puntos que, si bien había que cerrarlos, ópticamente estaban en el bolsillo y Quilmes los desechó por propias falencias.
Revisé lo que había escrito aquel día, de pura curiosidad, y encontré sensaciones muy parecidas a las que me invaden hoy. Otra vez no entendí por qué el equipo salió a jugar a otra cosa en el segundo tiempo cuando lo había hecho muy bien en el primero, otra vez dependía de nosotros y otra vez lo perdimos. Porque está todo bien, nos empataron rápido. Pero en esos 4 minutos previos al gol de Buffarini ya se vio una intención de bajar la intensidad. Justamente: no nos habían llegado en un tiempo y de repente tardaron 4 minutos en pisar el área.
Ya nada volvió a ser lo mismo. El equipo no encontró nunca el fútbol asociado que había tenido, San Lorenzo aprendió a marcar y encima al toque encontró un horror táctico en salida y se puso 2 a 1. Todos los nervios, las presiones, las mochilas con las que salió Quilmes al complemento, aun en ventaja, se potenciaron en consecuencia y no volvió a existir una posibilidad real de inquietar a Ibáñez para arañar aunque sea un punto.
Como se ha dicho después de la caída ante Boca, uno puede bancarse perder un partido. De hecho San Lorenzo es de los mejores equipos de visitante en el torneo. Lo que no se tolera es la forma. Caer por errores propios, por desconcentraciones tan grandes. Tampoco creer que por eso Quilmes ya se fue al descenso. Todo está tan a mano como siempre. Pero en serio, estos puntos no se pueden escapar más.
Fotos de Alberto Hougham para PasionCervecera