Quilmes volvió a perder y la alarma se encendió. En realidad ya se había encendido, solo que tras la caida frente a Newells la crisis se profundizó.
Creo que hubo dos realidades bien claras: por un lado no hay que negar lo bien que jugó el equipo antes del primer gol leproso. Las ganas, el empuje y ciertas pinceladas de calidad, le dieron al equipo otra cara con respecto a lo mostrado la fecha pasada en la bombonera.
La otra realidad (mucho más peligrosa), habla de que el equipo se desmorona completamente cuando le convierten. Es doloroso ver como los jugadores quedan sin poder de reacción alguno.
Y si bien la performance del conjunto de Vivas deja mucho que desear, tampoco hay que olvidarse de que en frente estuvo el mejor equipo de la Argentina de los últimos tres o cuatro años. Que de entrada nomas dio muestras de jerarquía en la mitad de cancha con un Bernardi inteligente, con un Mateo incansable y un poco más arriba con un Maxi Rodriguez superlativo.
En páginas web y redes sociales ya se dijo hasta el cansancio lo malo e inentendible cambio de Morales por Hipperdinger. A mi la verdad me sorprendió demasiado y jamás lo hubiese esperado.
Caerle a los pibes, caerle al entrenador o caerle a los más experimentados no tiene demasiado sentido en este momento. Entiendo, aunque no comparto, a los que piensan que la salida es el cambio de DT, no creo que la apuesta garantice éxito asegurado. Ni hablar de los acarreos económicos que un despido generarían. Se viene un partido duro y en un escenario por demás complicado para Quilmes, no queda otra que seguir laburando para revertir este presente.
Fotos de Alberto Hougham para PasiónCervecera