Cerca del suelo hay que aprender a levantarse…
El aplauso del final es el primer actor de la obra. Es sano, mesurado, y termina siendo justo, de alguna manera. Más que nada porque la gente aún guarda un buen recuerdo del colchón de puntos que se obtuvo el pasado campeonato. Ese aplauso sale del hincha, que siempre a la hora de los repartos es el que se lleva la peor parte. El que va, el que paga, el que se moja, el que sufre el traspié del equipo que ama, que lleva en su sangre. El equipo en este caso pasa a ser el actor de reparto, junto con su entrenador. Y de un reparto no tan cercano al cielo, sino más bien pegado al suelo. Aun no logra distinguirse los caracteres principales de este personaje que de movida, con un vistazo grueso pareciera que es bueno, que quiere hacer las cosas bien. Pero se cae muy rápido. Se equivoca y saca del medio.
Nueve goles en dos partidos son la muestra más limpia y lamentablemente, no gana el que mejor juega o que más intenta, sino el que hace más goles. Ahí es a donde se desarrolla la historia, donde a Quilmes le está doliendo. La realidad es que van solos dos partidos y no me gusta pecar de resultadista, ni de impaciente, ni de juez, ni de sabelotodo.
El viernes a la noche, a las 21 horas, en la cancha más linda del sur del conurbano, con la presentación de local de Alfredo Grelak y de algunos refuerzos, Quilmes volvía a jugar ante su gente. En frente estaba Colón, que había ganado el primero partido y con la incorporación de Dario Franco como DT, y de algunos refuerzos de nombre, está intentando jugar a un fútbol un poco más osado de lo que estamos acostumbrado a ver. El partido fue casi todo el tiempo parejo, se prestaron la pelota y el dominio. Colón lastimo y su arquero le salvo las papas, la ropa y todo lo que al fuego tiraban. Un poquito antes del primer cuarto de hora, tras ejecutar un tiro libre a favor, Quilmes se encontró mal parado y en una contra rápida y letal el equipo sabalero ya festejaba de visitante. Detrás de eso creció en el manejo, se agrandó y tuvo alguna chance más. Ahí es donde te miras con el de lado, echas alguna que otra puteada y miras a la cancha y focalizas en un petiso, que salió del club, se fue y volvió lleva la diez en la espalda. Fernando Elizari es el encargado de romper esquemas rivales pasando tres cuarto de cancha, es ahí donde se prende fuego, donde ridiculiza al que se la quiere sacar. De una jugada manejada por el llego el empate. En un triángulo rápido, y mortal. Pase, centro y gol para que Rescaldani empiece a sumar goles y confianza. Por eso pienso que no hay que levantar banderas de la preocupación y dejarlo al entrenador trabajar. Hay material y hay una idea. Hay que tener paciencia, aunque cueste, y sobre todo fe en que las cosas pueden ser distintas.
Terminó el primer tiempo, la lluvia seguía arremetiendo y todos esperábamos lo mismo: Una reacción contundente de nuestro equipo. El final feliz fue el silbatazo final del árbitro. Quilmes salió desordenado, distraído y poco enfático. La crisis de los segundos tiempos, en quince minutos se derrumbó todo. Un poco por la búsqueda del rival pero en su mayor parte por el permiso de Quilmes que, mediante errores, le dio la llave de la puerta a Colon para que le desvalijara la casa. Un 4 a 2 final que siembra algunas dudas, que nos preocupa pero que no nos vence, jamás. Hay que buscar a la suerte con laburo, siendo fiel a una idea, a una forma de encarar los partidos y siendo un obstáculo más firme a la hora de retroceder y defender para el rival. Hay con que, hay ganas, hay pibes con hambre, hay grandes con sueños y hay miles de tipos que vamos a estar siempre ahí, esperando que la lluvia pare y nos esboce sonrisas, de goles y de triunfos.
excelente nota muy cierto todo
Coincido con vos MIGUEL…….eso anuncia a las claras que QUILMES juega en defensa muy mal…..y quizás el factor físico sea otro tema a tener en cuenta………de todas formas un DT inteligente sabe equilibrar esas falencias………
creo que hay que bancarlo unas fechas mas, no puede ser que siempre hagan mal las cosas