Crónica del Angel Gris (ayer blanco)

Nació blanco, casi rozagante. Brilló con luz propia, vaya si brilló. Un acomodado comienzo, casi una cuna de cristal. Plafón para un tiempo de vida con lujos por años. Pero no lo cuidaron, pobrecito. Espejos de colores lo encandilaron. Narciso se observó reflejado en el agua de un charco y suicidó. Lo que también podría denominarse como un suicidio encubierto. Le mantuvieron el ego a más no poder, lo llevaron a lo más alto: una cúspide que pedía clemencia. Pero no, los vicios nublaron la vista de aquellos que ya se habían topado con la letra chica de ese contrato implícito. No quisieron mirar, lo dejaron caminar por la cornisa. Por Dios. Necesitaba su ayuda, su historia de pena y gloria, así lo requería. Pero no, ¿Por qué otra
vez? En el diccionario de aquellos que lo gobernaban, la palabra cíclico no figuraba. La recaída era un grito que se oía. Pero en el glamour, el derroche, el rey fue sordo. Ay Dios, ¿Por qué otra vez? Se transformó en
gris, otra vez. Y van.

El ego es mala compañía y se transforma en cóctel de explosión si se lo rodea de necedad. Y todos los que reclamaron la patria potestad de ese ángel, hoy no lo reconocen como propio. Se escapan, huyen despavoridos. ¿Yo señor? No señor. NN. Y los que pierden siempre son aquellos que lo defendieron sin buscar detrás de él algún deseo económico o posición política que los favorezca. Y ojo, hoy son los mismos que lloran su deceso.
Son los mismos que endeudan sus bolsillos de migajas por una alegría de 90 minutos. Los que le hacen frente a la tormenta. Los mecánicos de este Titanic. Y ese ángel blanco, tiene quien lo llore, pero también quien lo defienda. ¿Por qué Quilmes? Angel de mis soledades. Te dejaron morir y te pintaron de todos colores: blanco, azul, verde, rojo. Un arco iris político que nos encandiló. Dios. Y ese ángel le sacó peaje a la carrera de un sin fin de jugadores que tenían comprada el arpa de trayectoria. Vengan, tóquense algo en esta sinfónica. Pero la orquesta desafinó, y a esos músicos les dieron el tango del adiós. Los encargados de escuchar la musiquita son aquellos reyes sordos. Pero hoy no, uno de los sentidos vitales del ser humano volvió a funcionar. Y esos arrabaleros que soportan las penas de este ángel gris, van en busca de un sonido acorde. Confort y música para soñar.
Hay un nuevo encargado de la orquesta, con un proyecto plagado de ambición (en el buen sentido). Y hay material como para que las partituras se rían. Ejecutores de compases sobran. Algunos lo han demostrado. Se alistan los García, Medina, Musto, Olivares, Jansen, Azcurra, Kaliski, Sequeira. Y uno que volvió y que nos invita a soñar es Batalla. Fútbol del bonito. Que pérdida, qué recupero. Y se acomodan en fila: Rivero, Quintana (si no lo venden, claro), Salvá, Ortiz. Es el tiempo de agachar la cabeza pero para mirar hacia abajo. De eso se trata.
El ángel busca oxigeno. Y esto va más allá de Gustavo Alfaro, Razzeto, Meizner, Julio García, Tedeschi, Zuccarelli, López. Quilmes es más importante que ellos. Nosotros somos más. Los genuinos somos más. ¿Qué me van a hablar de desilusión? Tendremos que reconocer cuáles son los herejes que ya no podrán entrar en nuestro templo. No jueguen más con nuestro ángel.


Fede Doval

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