La utopia es lo último que se pierde

Hay una cierta idea de que Alberto Fanessi genera una cierta apatía con los hinchas del equipo al cual dirige desde hace más de un año. Que le falta identidad, que no se sabe a qué juega, que tiene los cambios anticipados desde hace seis meses, que no sabe leer los partidos, que… Cuestión de subjetividades. Ahora, que los gustos del técnico vayan por encima de la pasión, es una estupidez sin sentido. Por eso 5000 personas, por eso se ven todos los escalones vacíos, por eso no hay locura que desafíe los 30 grados de los sábados de verano. Por eso o mejor dicho ¿Por qué? De un tiempo a esta parte, oasis de Alfaro de por medio, cuándo vivimos décadas de gloria. ¿Qué buscamos? ¿Hacia donde partimos como hinchas? ¿A qué se aferra esa gente que prefiere escucharlo por radio o simplemente escuchar el resultado? No se entiende. Pero tengo una certeza, este equipo asciende, no sé si con tranquilidad (es imposible), y esas tribunas estarán nuevamente abarrotadas y yo no sé como dividir mis sentimientos. Sinceramente, me duele pensar en eso. Tengo el codificado comprado desde hace un año, a sabiendas de este ascenso que seguramente nos encontrará en junio. Y me duele aferrarme al aparato, pero mas me duele el triunfalismo. Es que uno no pierde eso de las utopías. Me gusta la historia de que en las malas hay que estar más que en las épocas del champagne. Pero no se da y entonces me voy aferrando al control remoto. Y pensar que todos los días cruzo miles de camisetas del Cervecero, con el guiño cómplice de “nos vemos el sábado”. Después me pregunto si habrán ido. Y yo lo hable conmigo en esas madrugadas de insomnio y cada vez que pienso en jugar con los grandes, me veo lejos de esa tribuna. Me duele y puedo entender las críticas, pero no soy afecto a los triunfalismos. La guerra de 20000 los domingos contra 5000 los sábados, parece pergeñada por un adalid de Bush: demasiada ventaja. Me siento indefenso como Irack. Además pienso en ese nene o nena con su carné que reza 55.379, socio o socia desde la sexta semana de gestación, el afiliado más joven en la historia del club. Para esa fecha me demandará quedarme en casa con la llave de la casa en la mano por que todos los días hará el intento por salir del vientre de su madre. Por lo tanto, tengo un motivo más que importante. Ojo, la madre también pedirá que no la deje sola para esa fecha. Por eso el codificado.Me duele no poder ufanarme en el terreno popular contra nadie, si hoy la televisión te pone en el mundo a un segundo. Y entonces, que vas a contrarrestar si te dicen que no llevas gente. Les va a hablar de las penas, de las glorias perdidas, de los fracasos. Y los otros. Si en definitiva, por año solo hay dos campeones. ¿Será que Quilmes ha decidido tomarse décadas sabáticas? Vaya uno a saber. Pero me duele que el aliento no me queme los oídos. Que ese rival no se quede paralizado. ¿Qué pensarán los jugadores cuando saludan? Pero me quedo con los que van, a pesar del frío, calor o la lluvia. Me quedo con todos ellos, al menos por ahora que sigo yendo. Ya voy acompañado porque cuando paso muestro los dos carnet. El mío y el de mi futuro cervecero… Me miran con asombro, quizá tampoco entiendan que este que hoy va de a dos, corte con el ritual por lo que entiende que es una traición a los colores.

Y el sábado pensaba en aquellos que no fueron ni irán, y decía: “boludos aquellos que no se merecen la magia de Batalla, o se taco de Giampietri para dejar desairados a dos de Ferro y llevarse la ovación”. Los mismos que no van, serán aquellos dueños de los insultos cuando las cosas no funcionen. Y las injusticias me ponen las neuronas al plato.

Bon apetit a los comensales del sábado… Quilmes se aferró a la punta (aunque sea por una horas), con una organización de caracteres en todas las líneas. Con el que maneja los muñecos en estado pletórico. Vamos a dar Batalla. Ah, mi hijo ya me pidió el primer regalo: Comprar el pase de Walter García y Batalla. Atenti, los chicos no mienten…

Fede Doval

Comments are closed.