VIGECIMOSEPTIMA FECHA – NACIONAL B 2007/2008
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Quilmes | 3 | 2 |
Independiente (Mza) |
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Pontiroli Sequeira G. Bordón Héctor Sosa Gorostegui D. García Kalinski Pellejero Olivares Batalla L. Rodríguez |
Vivaldo |
Goles:PT: 4m, Giarrizo (I). ST: 9m, Ferrero (I), 24m Rodriguez (Q), 46m De La Vega e/c (Q), 49m Pontiroli (Q) de penal. Amonestados:PT: 16m G. Bordón (Q) y Martín Gómez (I), 19m Solís (I), 38m Sequeira (Q), 40m Caballero (I); ST: 12m Pomba (I), 32m Martín Gómez (I), 34m Giampietri (Q), 39m Pomba (I). Expulsados: ST: 32m Martín Gómez (I), 39m Pomba (I). Cambios: ST: 15m Priotti X Giarrizo (I), 17m Ceballos X Pellejero (Q), 19m Alemanno X Gorostegui (Q), 22m Lescano X Caballero (I), 25m Giampietri X Batalla (Q), 37m Ledesma X Martinelli. Arbitro: Raffa Cancha: Estadio Centenario |
Desde el punto penal y en el sexto minuto de descuento, Quilmes consiguió un increíble triunfo sobre Independiente Rivadavia de Mendoza. Pontiroli fue el encargado de ejecutar la pena máxima y sentenciar el 3-2 final, luego de que el Cervecero se encontrara perdiendo por dos goles. Luciano Rodríguez y De La Vega en contra marcaron los otros dos tantos de esta fantástica remontada, que sirve para que el sueño de volver a primera no se escape.
De todos los malos comienzos que tuvo Quilmes en el campeonato, este fue sin dudas el peor, porque apenas habían transcurrido cuatro minutos cuando Giarrizzo convirtió de cabeza después de un tiro de esquina. La pelota en el fondo de la red y el desconcierto entre los jugadores fueron un duro golpe a las ilusiones de los miles de fanáticos que se acercaron al Centeario.
Impulsado a ganar por su condición de local y presionado por un marcador que le era adverso desde el inicio, el Cervecero hizo sus primeros intentos de llevarse por delante al rival. La formación planteada por Pancho Martínez era la mayor novedad en la alineación. Una línea de cuatro bien definida en el fondo, dos volantes destinados a la recuperación, un enganche, dos extremos y un centro delantero era la apuesta del flamante entrenador.
Pese a la voluntad de los más jóvenes y a las intenciones de conseguir un empate tranquilizador, la presión por una victoria parecía un obstáculo demasiado difícil de sortear. Diego García lograba filtrarse con frecuencia por el sector derecho, pero carecía de precisión en los metros finales. Por la otra banda, algo similar sucedía con Olivares, quien no encontraba la manera de concretar una jugada clara. Las complicaciones en el manejo de la pelota fueron el inconveniente principal por el centro del campo, ya que Kalinski no encontraba receptores para sus pases y Batalla estaba desaparecido. Las cosas no iban mejor para un Luciano Rodríguez que no lograba acomodarse en su función de único punta. Para colmo de males, el mendocino desperdició dos posibilidades muy claras frente al arco rival.
La llegada del entretiempo encontraba a Quilmes presionando en campo rival sin descanso, pero con un resultado que obligaba a pensar en mejorar la precisión. Tan flojos fueron los escasos remates al arco que los únicos aplausos que bajaron desde la popular local tuvieron como destinatario —inexplicablemente— a Jorge Vivaldo, arquero del conjunto mendocino.
Para que los inicios de ambos tiempos fueran perfectamente simétricos, el Cervecero volvió a cometer un error grave que terminó costándole un gol. Esta vez iban nueve minutos cuando Ferrero se desprendió de su marca —o la marca se desentendió de sus funciones— y cabeceó directo a la red un centro desde el sector izquierdo. Así llegó Quilmes a atravesar el peor momento de la tarde. Todavía quedaban muchos minutos por delante, aunque el reloj avanzaba decididamente hacia una nueva decepción.
Ya con poco para perder, Pancho Martínez metió mano en el equipo y dejó sobre el campo una formación netamente ofensiva. Pellejero, Gorostegui y Batalla le dejaron sus lugares a Ceballos, Alemmano y Giampietri, respectivamente. Si en la primera etapa a Independiente le había costado hilvanar su juego, en la segunda se le complicó notoriamente. Quilmes iba una y otra vez contra el arco de Vivaldo. Con poca precisión e ideas no muy claras, pero siempre empujando y arremetiendo con el mismo objetivo. A veinte minutos del final, Luciano Rodríguez pudo reivindicarse y convirtió el descuento con un remate cruzado desde la derecha tras una buena maniobra de Diego García.
El empate ya no parecía una utopía y el Cervecero seguía firme en su postura de acorralar a los mendocinos, que se replegaban esperando la posibilidad para salir de contra. En su ímpetu de recuperar la pelota con vehemencia, los visitantes terminaron quedándose con dos hombres menos por las expulsiones de Martín Gómez y Pomba. De este modo, Quilmes encontró aún más motivos para volcarse de lleno en la búsqueda del empate.
Aún cuando Quilmes no podía manejar la pelota con precisión de tres cuartos de cancha en adelante, la entrada de Giampietri le brindó al equipo una claridad que bajo la tutela de Batalla nunca había podido disfrutar. Del pie derecho del Máquina salió un perfecto pase en profundidad para Alemmano, quien remató con fuerza una pelota que terminó dentro del arco tras un rebote en De La Vega. Así llegó la igualdad, a los 93 minutos.
Para el momento en que en las tribunas ya se festejaba un empate impensado, fue otra vez Giampietri quien entró en escena, dejando a Ceballos solo frente a Vívaldo con un toque elegante. A esta altura importa muy poco si el arquero cometió o no infracción sobre el delantero de Quilmes. Lo cierto es que Raffa señaló el punto penal sin dudarlo. El resto ya es historia conocida.
Con un rendimiento discreto, Quilmes logró su primer triunfo en la era de Pancho Martínez. Si a cualquier hincha le dieran a elegir entre un triunfo cómodo y uno como el que se dio esta tarde, seguramente elegiría esta segunda opción, porque hace rato que en el Centenario no se vivía una fiesta tan grande después de un partido.
El desempeño del equipo y la producción futbolística dejaron muchos puntos en rojo. Es cierto que nadie quita la alegría de hoy, pero es necesario ponerse a trabajar inmediatamente para que en el futuro se puedan vivir emociones aún más gratificantes.
Ariel Caparelli