Me dieron el alta!

La semana pasada le di un billetito de 10 pesitos a Máximo, el enfermero del turno tarde y franco de los sábados, y me dejo ver el partido con Platense escondido desde adentro del placard de los medicamentos, por una rendija, porque tengo prohibido ver al equipo por prescripción médica. Dicen que me hace mal.

El gilastrún del Dr. Quilibrio, cuando me dejo acá, le gritó a los enfermeros «no lo dejen ver futbol, y menos a su equipo…, puede empeorar». No supe si se refería a mi, o al equipo.

Me banque la porquería del sábado a la tarde noche, vi como penamos frente a ese equipo pedorro que nos robó la pelota, que parecía mas ordenado que el nuestro, (me parece que lo era) y lucia prolijito y rendidor.

Cuando ya estaba para que me empezaran las convulsiones, y me había mandado 2 clonazepam de un saque, el monstruo del 9 definió como los dioses y ganamos 1 a 0.
Respiré hondo, y me fui a dormir esperando que llegue el lunes para verlo con los sanjuaninos, y seguir sumando, aunque algo de inquietud por lo poquito que mostró el equipo, me hacia feas cosquillas en la panza.

En la semana, escuché las radios de Quilmes, vi por Internet los comentarios del partido, y escuche declaraciones de Pascutti, que me generaron algo de pavor. Eso de que «no nos llegaron nunca, estoy tranquilo…», referido a Platense, fue un atrevimiento. Esos pobres pibes, muy aplicados ellos, lastiman menos que la plastilina, así que nunca nos iban a llegar. Pero bueh, recién empezamos, hay que dar votos de confianza, y ver que pasa.

En la semana, vinieron a visitarme mi primo Nelson, mi tío Silvano y el padrino René, que en la recepción dijo que era Violeta Rivas. En realidad, parece Néstor Fabián… Manoteo a un enfermero, le pegaron un roscazo, y le dieron 4 puntos en la frente. Lo sacaron cagando, y se fue en bondi a Quilmes de nuevo.

El nono vino a buscar a mis parientes, y esta muy callado. Con cara de orto, Algo le pasa. Me junté con mi primo, y me paso novedades del equipo.

– Lo sacó a Kalinski, viste??? -Le dije a Nelson. No me contestó.
– Como forma para el lunes??????? – dije.
– Vos cómo andas??? – Me pregunto mi primo.
– Te haces el sota????
– Lio, no podemos hablar del equipo acá, te vas a poner mal…
– Por???? – dije.
– Y, hay cosas nuevas, incorporaciones, que a vos seguro no te van a caer bien… Como Reggi por ejemplo… – me dijo Nelson.
– Sos loco, es un pibe joven, me gusta, y además, yo le conozco toda la historia. El abuelo, que era arquero, jugaba en San Martín e Independiente Rivadavia de Mendoza. El papá, Gustavo, que era un nueve grandote, jugo ahí, y además paso a GELP, Ferro, Independiente, y después tuvo una dilatada carrera en Europa antes de retirarse. Debe tener unos 40 o 42 años. Este es el hijo no?????? – pregunté.
– No Lio, dejá, dejá!!!!
– Es el hijo o no????????? – Parecía una novela mexicana.

Me di cuenta que algo no andaba bien, pero me marié, y me empecé a sentir mal. Ahí los eché, y pedí a Enfermería que me durmieran hasta el lunes a las 20 hs, que avise tenia un compromiso ineludible. Como acá están todos medio chapita, ante una manifestación así, te dan bola así no jodés.

Vino Máximo el lunes, me despertó a las 8 y cuarto de la noche, y me llevaron a una habitación con un sillón reclinable, y un plasma de 32 pulgadas para mi solo.
Me instale allí con café, gaseosas y sanguchitos que me trajeron, mire para todos lados, para ver cuando iban a rajarme, y sólo había un espejo gigante en la habitación además de la puerta, nada que trajera quilombo.

Pese a las contraindicaciones, puse el canal del partido. Sonaba la fatídica musiquita… Y aparecieron las voces de los relatores del programa.

Esperé a que vinieran y me apagaran y sacaran todo, ya que todo esto lo tengo estrictamente prohibido, y el ruido era alto, pero Máximo se asomó, y me dijo:
– ¿Está cómodo???? Necesita algo más?
Lo miré extrañado, dije que no, y empezó el partido.

Pasados 5 minutos, ya sabía que ni en pedo íbamos a hacer un gol. O siquiera asustar un poco a los sanjuaninos. Y tenía un nudo en el estómago.

No teníamos nada de juego, ni lo tuvimos en toda la noche, y no se generaba nada de peligro. El muchacho que estaba sobre la derecha, me recordaba las estelares noches de Esteban «pasajero» García, ya que no corría, no ponía, no desbordaba, no se despeinaba ni nada. Debe ser el único paraguayo endeble de carácter, o el segundo…

Por el medio, los sanjuaninos iban y venían sin problemas. Cuado atacaba -es un decir- el equipo metía la friolera de 2 (DOS!) jugadores en ataque. El que llevaba la pelota, -que generalmente la perdía- y el otro que a 50 o 60 metros la esperaba infructuosamente. El nudo en el estomago, empezó a hacerse mas grande…

De repente, tiro libre para nosotros, y el 10 que hace una seña con la mano. Zas!!!!! Jugada preparada, dije yo… La tiro a la mierda.

Al rato otra vez, tiro libre, manito levantada, seña de nuevo -dije yo- jugada preparada…
Otra vez la tiro a la mierda.

Cuando paso por tercera vez, me di cuenta que no era una seña, sino que se tapaba la vista porque la luz le daba en los ojos…

Ahí ya empecé a hacer pucheros, y a sentirme con mucha angustia… Cuando nos hicieron el gol, me dio hasta un poquito de vergüenza como nos ligerearon. Me dio un poquito más encima, como llorábamos porque nos habían cagado. Lo que nadie decía, era que ni nos habíamos arrimado al área, o sea que si no nos hacían eso, a lo mas que aspirábamos era a un heroico empate con San Martin de San Juan…

En el segundo tiempo, la cosa empeoro. Me llamó la atención cuantos que hablan en el equipo. Ponti grita, Herbella habla y gesticula, Aparicio habla, varios señalan hacia adelante a veces, para los costados otras, pero nunca sabiendo para que, y la confusión es grande.

Freddy despertó iras asesinas por su propia torpeza, y quiso hacer una amputación en movimiento a un sanjuanino.

Herbella cabeceo con un estetoscopio el único centro bien tirado de la noche y el recién ingresado Piergüidi pateó a las nubes la otra ocasión que tuvo el equipo en toda la noche.

Que quede claro: dos o, a lo sumo, tres siendo amplios, llegadas en toda la noche, hablan de una anemia ofensiva que presagia la necesidad de urgentes transfusiones. La joda es que me parece que no hay donantes…

Resumo: Se jugó para el orto, no se generaron opciones de gol, no se crea juego, el medio no marca y nos entran por todos lados. Además de eso, hacemos quilombo, nos echan jugadores, a los que no los echan los amonestan y no pueden jugar, y se gritan todos entre ellos.

Con ese panorama, más el técnico diciendo que el partido «estaba controlado», pero que el error del arbitro lo desestabilizó (¿?), llegué al limite. Tome el interruptor para llamar al enfermero de urgencia, y sólo pensé en acostarme, tomar la medicación y salir de esta pesadilla.

Se abrió la puerta de la habitación, miré para adentro, y estaban los médicos de la clínica mirando la repe del partido, riéndose a más no poder… Señalaban y decían: «Mirá a ese, es horrible,… la tiró al carajo», «Que burro… Y el otro la patada que pegó, que animal…»
«El técnico es un payaso…», «Che, hay uno que no se baña hoy eh????, el 8 ni transpiró, vieron… Ja, Ja, Ja,!!!!».

Lo miré a Máximo como para que me tuviera compasión y me acostara, pero le noté un gesto contrariado, y traía un papel en la mano… Me pasó la mano con ternura por la cabeza, y me dijo:
– Te vas Lionel… Acá tenés el alta.
– NO. NO, POR FAVOR!!!!!! Yo no estoy bien… me hace mal ver fútbol, sobre todo a mi equipo, me agarran convulsiones, mareos, fiebre, síntomas de hantavirus, hipo y distrofia muscular también, POR FAVOR NO!!!!!!! Tengo que quedar adentro!!!!!
– Lio, acá todos coincidieron, te vieron a través del vidrio ese, si fuiste capaz de ver eso entero, y no te agarró nada, estas curado y mejor que nosotros. Imaginate que en el primer tiempo, dos practicantes se desmayaron, y uno abandono diciendo que antes que seguir viendo eso, se hacia sacerdote Shaolin… Anda tranquilo, que estás blindado. Si pudiste ver esto, y no volcaste, estás bien. No te entran ni las balas.

Salí de la clínica a las 12 de la noche, de allá de Azul. El nono estaba en la puerta, esperándome con el Fiat 1600 azul y blanco Bialbero que tenía desde hace casi 30 años. No nos dijimos nada, sólo lo miré, asintió con la cabeza, murmuró algo de «limpiar a todos de un saque…», y me senté en el asiento al lado de ese anciano con mil batallas -perdidas- encima.

Solos, cada uno en su asiento volvimos para Quilmes. Escuchábamos la Oral Deportiva. Pasaban el resumen del día. Cuando dijeron «Cayo Quilmes en San Juan…», pensé «y sigue cayendo…», me puse a llorar…

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